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Obama: del desencanto a la desesperanza

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Editorial de La Jornada

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, arribó ayer a la mitad de su mandato con el anuncio -formulado por su vocero, Robert Gibbs- de que se presentaría a contender por un segundo periodo de gobierno, a finales del año entrante. Es significativo que la primera admisión pública de las intenciones de Obama por relegirse se produzca en medio de un panorama adverso y de un marcado desgaste del impulso político que lo llevó -hace dos años- a convertirse en el primer presidente no caucásico de ese país, en un referente de los ánimos de renovación política y moral para millones de ciudadanos estadunidenses y en una esperanza de cambio en la proyección de Washington hacia el mundo.

La expresión principal de ese deterioro es la derrota electoral que sufrió su partido, el Demócrata, en las elecciones de noviembre pasado, en las que el conservadurismo republicano obtuvo el control de la Cámara de Representantes y varias gubernaturas. El episodio ha representado, para los ámbitos liberales y progresistas de la sociedad estadunidense, el inicio de un periodo de desilusión sobre la perspectiva de que se concreten los virajes internos que requiere ese país en todos los ámbitos. En efecto, si el primer presidente afroestadunidense fue incapaz de avanzar la parte sustancial de su programa de gobierno durante el periodo en que contó con instancias legislativas controladas por sus correligionarios, no parece probable que pueda hacerlo ahora, con la Cámara de Representantes dominada por sus rivales políticos.

En forma paradójica, las vacilaciones e inconsecuencias del propio Obama para cumplir con su agenda de cambio en los dos primeros años de su mandato contrastan con la tenacidad y determinación mostradas por la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes, como quedó de manifiesto anteayer con la revocación de la reforma al sistema de salud, promulgada el año pasado por la Casa Blanca. A pesar de que esa determinación legislativa tiene pocas posibilidades de pasar en el Senado -todavía bajo control demócrata-, el efecto político de la medida es incuestionable y deja ver un decidido espíritu restaurador y un afán por desmantelar, lo más pronto posible, lo poco construido por la actual administración estadunidense.

Si el panorama para la segunda mitad del gobierno de Obama es desesperanzador en el ámbito interno, lo es aún más en el externo. Ciertamente, en los dos años transcurridos desde el inicio de la actual administración, y sobre todo en meses recientes, Washington ha logrado mejorar y profundizar sus relaciones diplomáticas con potencias emergentes, deterioradas durante la desastrosa era Bush: ejemplo de ello es el avance en el nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas con Rusia y la reciente visita a Estados Unidos del presidente chino, Hu Jintao. En cambio, los gestos iniciales de distensión hacia Irán se han trocado, con el paso de los meses, en un incremento de la hostilidad en el trato de Occidente hacia la nación persa, y por lo que hace a la voluntad de acercamiento con el mundo islámico -manifestada por Obama al arranque de su administración-, el actual mandatario ha sido incapaz de trasladarla al terreno de los hechos. En contraste, el presente gobierno ha tomado decisiones no muy alejadas del espíritu colonialista y agresor que caracterizó a su antecesor, como la de mantener la ocupación militar en Afganistán.

En suma, si el primer año de gestión de Obama sembró un amplio sentir de desencanto entre su población y en el mundo, en el arranque de la segunda mitad de su administración parece haberse eliminado todo margen posible para la esperanza de cambio, ya sea por el control legislativo en manos del Partido Republicano, por el cariz marcadamente prelectoral que tendrá la vida política en Washington en los próximos dos años o por la incapacidad del propio mandatario para sacudirse inercias ideológicas de sus antecesores en el cargo.

Se han publicado 3 comentarios



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  • Francisco A. Dominguez dijo:

    "Los políticos están trabajando detrás de las cortinas para encontrar una forma con la cual los Estados (que forman la Unión) puedan declararse en bancarrota y zafarse de la deuda que los oprime, incluidas las pensiones que le han prometido a los trabajadores públicos retirados."

    (...)

    "... los proponentes dicen que algunos Estados están tan mal que la única solución viable es la bancarrota, dándole a Illinois, por ejemplo, la oportunidad de hacer lo que la General Motors hizo con la ayuda del gobierno federal."

    Traducido del New York Times

    El caso es que primero se puede perjudicar a los funcionarios públicos, muchos de los cuales siguieron este camino precisamente contando con las pensiones.

    Luego se les dará a los Estados "la oportunidad de hacer lo que la General Motors hizo con la ayuda del gobierno federal, que ni por asomo es la oportunidad que le darían a Francisco si se declara en bancarrota.

    El caso es que los de arriba gozando y los de abajo... Solo falta que le digan a los trabajadores públicos que ninguno de ellos será abandonado, para preguntarles: ¿Y con qué cuentan?

    Francisco A. Domínguez
    dominguezfranciscoa@yahoo.com

  • OLIMPIO RODRIGUEZ SANTOS dijo:

    SE LE ATRIBUYE A MARTI LA FRASE QUE PARA IR DELANTE DE LOS DEMAS SE NECESITA VER MAS QUE ELLOS.

    NO OCURRE ASI EN LA MAYORIA DE LOS POLITICOS

  • Luis M. Domínguez Batista dijo:

    La ultraderecha norteamericana se afila los dientes frente a Obama al que desde el comienzo de su mandato han calificado de musulmán, comunista y hasta terrorista, pero realmente el presidente tiene un comportamiento anómalo y algo circunstancial que pudiera darle dolores de cabeza a los neoultraconservadores de nuevo tipo entre los que están los derechistas que forman nuevos ingresos en la bancada del Partido Republicano y el cnglomerado de ineptos del Tea Party.

    Se ha comportado el presidente como que haciéndole el juego a la ultraderecha y el presidente se refuerza algo cuando la ultraderecha arremete contra su proyecto de salud para la mayoría de los norteamericanos, porque esta accion separa a la ultraderecha y apega al presidente a las aspiraciones populares y aunque en EE.UU. prima el interés burgués captalista, las mayorías siguen siendo clase media y trabajadores de fila. No hay ninguna nación del mundo que no tenga ya esta composición social.

    Todo lo que huele a progresión en el ambito social se ha hecho blanco de la ultraderecha para contrarrestar sus efectos a favor y en interés de la alta burguesía conservadora y no saben ellos que esa actitud la acogen algunos, pero en la forma callada de manifestarse la opinión ciudadana entre los que no se manifiestan y los que lo hacen de forma queda y subterranea Obama va ganando en mayorías y podría imponerse, porque pese a su comportamiento anómalo y circunstancial sigue siendo una opción mucho más lógica en las circunstancias actuales que la ultraderecha.

    El lenguaje casi metálico, duro y aberrante de la ultraderecha permitirá a la larga una recuperación política del presidente y si este acoge en bien de la nación los cambios que las circunstancias del trato con China y el ablandamiento del clima de guerra en todo el ámbito internacional y alcanza a mantener un equilibrio en las finanzas sin que permita que el imperio se destrone y que la economía se vaya al piso, entonces pudiera ganar a la derecha.

    Este problema no es tan fácil de ver, pero creo que Obama tiene un euipo, hasta cierta forma inteligente, que pudiera manejar herramientas para subvertir las circunstancias de uforia y vanaglorias de la derecha y cambiar, apelando nuevamente a las masas.

    Debe recordar el presidente de los EE.UU. que una bomba nuclear se puede lanzar contra un territorio, pero a un millon de personas reunidos en una plaza, desprovisto de armas, no se les podrían lazar bajo ningún pretesto sin que ese acto pudiera calificarse de genocidio y sin que esto costara un fraude de tal magnitud al mundo que lo haría temblar.

    La convocatoria del presidente para alcanzar mayores potencialidades es recurrir a las masas y tratar dentro de su ética, en las circunstancias que la "democracia" norteamericana se lo permite ganar terreno, deberá con cierto grado de seguridad hacerce público la más de las veces y entrar en contacto con el pueblo que a fin de cuentas bien posecionado el pueblo es más fuerte que toda la armada norteamericana.

    Para esto no hay que cambiar a norteamérica, para esto lo que hay es que actuar dentro del tiempo real y ser un norteamericano medio dentro de las medianas circunstancias que afronta el mundo.

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