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Conversa Gerardo Hernández con Jorgito el camagüeyano y su familia

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CUBA-LA HABANA-ARRIVAN A LA PATRÍA NUESTROS HÉROESCamagüey.- Siento a Camagüey como mi segunda ciudad, dijo visiblemente emocionado Gerardo Hernández Nordelo, tras ver el documental “El poder de los débiles”, transmitido por la Mesa Redonda en su emisión del 25 de diciembre.

El material audivisual, de 47 minutos, concebido por el alemán Tobía Krile, trata de la vida del joven camagüeyano Jorge Jerez Belisario, víctima, desde su nacimiento, de una parálisis cerebral infantil, a la que ha sabido sobreponerse con tenacidad.

Jorgito, como se le conoce, y el resto de la familia: Marta, la mamá; Jorge, el padre y Amanda, la hermana, abrazaron incondicionalmente la causa de los Cinco y sellaron una amistad con Adriana, extendida, por supuesto, a Gerardo durante estos largos años de injusto encierro.

El Héroe, liberado el pasado 17 de diciembre en Estados Unidos, donde fue condenado injustamente a dos cadenas perpetuas más quince años de prisión, mantuvo una animada conversación telefónica con todos los integrantes de la familia. El primero fue Jorgito. Le dijo que le gustó y le impresionó mucho el documental, mientras indagó la sensación causada por ese material fílmico en Alemania, adonde viajó para la premier en esa nación europea.

Preguntó cuando iba a ir a verlo a La Habana. La respuesta del estudiante del cuarto año de la carrera de Periodismo de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte fue: tan pronto termine los exámenes pendientes a causa del viaje.

Gerardo comentó que acababa de ver fotos de los últimos tres años de las visitas de Adriana a esta ciudad y sostuvo que le habían dicho que los camagüeyanos los quieren mucho.

A Jorge, el tronco principal del núcleo, Gerardo lo felicitó por la composición revolucionaria de la familia, en tanto, advirtió el deseo de venir a Camagüey.

Tuvo frases de elogio para Amanda por el reciente otorgamiento de la condición de militante de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

Marta, la última en conversar con Gerardo, ratificó que iría a verlo cuando nazca Gema, la que ya está formando parte de esta rica historia familiar.

Se han publicado 5 comentarios



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  • jose t dijo:

    Hermoso documental y linda historia de la llamada telefónica.

  • Eidys Almenares Mora dijo:

    Jorgito y su familia constituyen expresión del amor inmenso de las familias cubanas por sus héroes, al fin en Cuba... Gerardo, Ramón, René, Fernando y Tony, este pueblo que agradece su inmenso sacrificio, ahora rebosa de alegría por su regreso y les desea felicidad plena a ustedes y a su familia. Felicidades en especial para Gerardo y Adriana por esa "perla preciosa", fruto de un inconmensurable amor.

  • María O. Rodríguez dijo:

    Recuerdo a Jorgito de aquel congreso pioneril, también de su presencia en "La luz en lo oscuro" de radio Rebelde. Su historia debemos conocerla y guardarla en nuestros corazones porque creo firmemente que si algún día nos llegaran a faltar razones para defender nuestro proyecto social revolucionario, ella sola sería razón suficiente para continuar defendiéndolo.

  • Hugo Andrés Govín Díaz dijo:

    María O. Rodríguez: Le pido permiso para suscribir íntegramente su comentario. Mucha falta nos hace a los aparentemente capacitados disponer del nivel de autoestima y confianza en el futuro de esta personita que se nos presentó tal como es en aquel Congreso pioneril. El simple hecho de que un SISTEMA bloquee la posibilidad de adquisición de un bulbo de medicamento que le mejora la calidad de vida a Jorgito es suficiente justificación para luchar sin descanso para por su eliminación. ¡Viva Cuba!

  • enrique atiénzar rivero dijo:

    Alimentar los sueños
    Una bonita historia nacida en el fragor de la lucha por la liberación de los Cinco y que unió a una familia camagüeyana con Gerardo Hernández y Adriana Pérez.

    Camagüey.- El 17 de diciembre del 2014 fue un día tremendo en el hogar de Marta y de Jorge, en medio del permanente pensamiento seguido por su familia en la lucha por la liberación de los Cinco a lo largo de 16 años.

    El teléfono de la casa comenzó a sonar temprano a partir de la salida de los link pequeños en Telesur anunciando la llegada de Alan Gross a Estados Unidos. Todo el mundo suponía que podía pasar algo con los Cinco.
    Las llamadas provenían de toda Cuba y Marta no lo niega, sintieron tensión, empezaron a gritar, a brincar, Amanda tuvo vómitos, Jorgito se cayó, en fin, sabían que el regreso de ellos era el cierre de una etapa de prolongada lucha.

    Y cuando confirmaron su presencia, después que habló Raúl, por la mente de ella pasaron muchas cosas. Lo primero que recordó Marta fue el comienzo de la lucha de su hijo Jorgito, desde muy pequeño, con ocho o nueve años, no más.

    Lo primero que hizo aquel niño, acompañado de una discapacidad motora, fue aprenderse los nombres de los Cinco; después la historia de cada uno de ellos y dondequiera que iba hablaba de estos cuando nadie los conocía prácticamente.

    Le pasó por la mente a esta madre, cómo la causa se extendió tanto. Su pensamiento en este minuto va dirigido a una de las paredes del hogar, situado cerca del Palacio de los Matrimonios, con innumerables fotos que dicen cuál es el verdadero tiempo de cómo pudo crecer tanto esa injusticia.

    Hay imágenes de Jorgito y Amanda en su etapa de primaria. Él hoy es un estudiante de cuarto año de la carrera de Periodismo en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, mientras su hermana cursa la enseñanza preuniversitaria.
    La conversación con Marta transita por momentos de mucha emoción y dice: “Sentí el pecho apretado porque pensé inmediatamente en Adriana, una mujer que me impresionó por su convicción de que Gerardo iba a volver.

    “Ella venía con frecuencia a Camagüey y cuando la sentía un poco tensa le decía: ‘ven para acá’ y se pasaba dos o tres días en familia. Íbamos a la calle. Los camagüeyanos, muy respetuosos, nunca le invadieron esa privacidad que ella venía a buscar aquí, frente a esa vida tan pública y llena de actos y reuniones.

    “Un día salimos y entramos a una tienda y recuerdo que había una camisa color aceituna de la talla de Gerardo. Se paró frente a ella y me preguntó: ‘¿Te gusta?’ Tiene un tono precioso, le respondí. ‘Se la voy a comprar a Gerardo’, exclamó”.

    Marta se preguntó: “¿Cómo es posible que una mujer pueda tener esa convicción tan exacta de que Gerardo iba a regresar, cuando yo sabía que la camisa que estaba comprando era para un hombre sentenciado a dos cadenas perpetuas, más quince años?”.

    Era comprensible que sintiera un cariño especial por Adriana, y dice que todas las cosas que cuenta hoy le vinieron en ráfagas a la mente cuando supo que Gerardo tenía los pies puestos en Cuba.

    Una vez conversaron sobre los hijos y por qué si llevaban tanto tiempo de matrimonio no se arriesgó a tener uno, a pesar de la complejidad del trabajo que en materia de relaciones internacionales realizaba Gerardo. Le contestó exactamente: “Yo sé que va a ser mejor padre, que yo madre. No puedo privarlo de la sensación que siente un hombre de tener un hijo. Sería muy egoísta criarlo a mi lado sola, y sin Gerardo”.

    Al verla con el embarazo de Gema, Marta pensó: “La vida tardó en darle las cosas, pero creo que se las dio juntas y fue exactamente como ella lo había soñado. Va a tener a Gema, va a estar Gerardo y los dos juntos van a poderla criar”.

    Estamos muy felices
    Hace una pausa para recordar cuando René González llegó a Cuba, que en su opinión fue extraordinario lo que pasó. En La Habana compartió con Jorgito, se saludaron, pero en la primera salida que hizo de la capital pasó por Camagüey para participar en la Sierra Maestra en la develación de un busto de Hugo Chávez Frías. Como a las nueve de la noche suena el teléfono y escuchó una vez que le dice: “¿Sabes quién te habla? Es René González”.

    Nunca imaginó que fuera él, quien le propuso pasar por su casa. “¡Imagínese!, cuando yo abrí la puerta y vi a aquel hombre con los ojos azules y aquel tamaño inmenso frente a mí, me vino a la mente lo que habían significado estos hombres, tanto tiempo en prisión, para la formación de mis hijos.

    “Cómo es que este hombre que no es el Che, distante en la historia, pero con los mismos ideales y que se formó con su ejemplo pueda estar frente a mi puerta, hombres que han formado la voluntad, el carácter y la resistencia, sobre todo de Jorgito”.

    No escapa al recuerdo el contacto de Tony con su hijo, de cuando comenzaron a intercambiar correos. Siempre llamaba a sus padres y les leía lo que el Héroe decía, cuyos intercambios se hicieron más frecuentes, a diario.

    “Y cuando Jorgito por alguna razón dejaba de escribirle dos o tres días, al enviar el correo desde la prisión, se sentía la ansiedad de Tony. Jorgito contaba lo que hacía a diario y él las vivencias del encierro.

    “Esa relación de Tony y de Jorgito yo sabía que lo ayudaba a ser más libre. Se creó una empatía entre ellos dos. Lo que llevó a Jorgito a involucrarse con la Causa de los Cinco, a defenderla como lo ha hecho hasta hoy, fue gracias a una carta de Tony que recibió.

    “Jorgito aprendió de los Cinco el espíritu de resistencia. Hoy está a punto de cumplir 22 años y creo que no hubo un día en que se cansara ni se sentara. No hubo un día en que la silla de la que habla Silvio en sus canciones lo tentara a sentarse, siempre luchó al igual que Amanda. Como muchos, no se cansaron”.

    -¿Gerardo habló con Jorgito?

    -Saliendo del cementerio, de ponerle flores a su mamá y a su hermana tuvimos la oportunidad de hablar con él. Fue algo extraordinario. Jorgito decía: ‘¡viste, lo logramos!’ Y apenas explicó lo que había hecho, empezó con esa jocosidad a hacerle bromas, decirle cosas para sacar a Jorgito de la tensión emocional en que estaba.

    “Cuando me pasó a Adriana solo alcanzaba a decir: ‘¡Soy feliz!’”. Fue un minuto difícil para Marta narrar ese momento, sus ojos se humedecieron. “Sabía que con esas palabras resumía todo lo que había sentido y luchado, todas las veces que se había ilusionado y no había podido ser, solo alcanzaba a mencionar varias veces: ‘estoy feliz, muy feliz, estamos muy felices’”.

    La familia Jerez-Belisario vivió muy de cerca lo que significaron esos 16 años para esa pareja, sintió la necesidad de ella de tener una familia también.

    Por eso cree que lo mejor que hicieron Jorgito y Amanda cuando la Organización de Pioneros hizo la convocatoria de un concurso para responder a la carta de Gerardo: De los hijos que están por nacer fue elaborar unos escritos, ocurrentes, pero con formalidad que Jorge y ella firmaron que decían que sus padres estaban de acuerdo en compartir el cariño con Gerardo y Adriana hasta que ellos pudieran tener sus hijos.

    A partir de allí, cuando la carta llegó a manos de Gerardo en la prisión, se selló el pacto familiar que existe entre Gerardo Hernández Nordelo y Adriana Pérez OConor y la familia Jerez.
    Jorgito y Amanda arrastraron a sus padres a ser parte de esa causa y a compartir ese cariño. “Adriana ha estado con mi familia en momentos muy buenos y también en etapas complejas”.

    Recordó otro momento difícil, cuando llegó la selección para la carrera de Jorgito, en el análisis que él podía hacer para estudiar. Ella, Adriana, le recomendó que debía ser una especialidad que pudiera ejercer y hacerlo feliz.

    Jorgito era un joven que venía de la enseñanza especial a la regular, que no escribía igual que los demás y que tenía limitaciones, y al decir de Marta, Adriana estuvo todo el tiempo al lado de ella apoyándola y dándole el mejor consejo.

    Un momento especial en la relación familiar fue cuando Amanda cumplió 15 años. Ella la estaba pintando y en ese momento entró una llamada de Gerardo, ella le entrega el móvil y del otro lado, con una tranquilidad le dijo: “Yo sé que vas a quedar bonita para las fotos y cuando yo vaya, las voy a ver”.

    Lo narrado por esta camagüeyana confirma la convicción que existía entre Adriana y Gerardo de que se iban a encontrar y tener una familia y aportar al crecimiento de Gema.

    “Hoy le digo que voy a revertir en Gema todo lo que ella ha aportado a mis hijos. Un día le explicaré que mientras su papá estaba lejos y su mamá estaba aquí y no podía tenerla, cómo ella ayudó a la formación de sus hermanitos y por qué sus papás son más adultos en relación con los niños de su edad”.
    Dijo que esta oportunidad que tuvieron Jorge y ella podían vivirla todos los padres de Cuba que se sintieran revolucionarios y comprometidos con la causa de los Cinco.

    Serían interminables las anécdotas que demuestran la identificación entre ambas familias, del infinito amor de Adriana por la vida y “saber que pueda amamantar a Gema me hace la mujer más feliz, sé que lo ansió por 16 años, de cogerla entre sus brazos, alimentarla y darle el biberón como un día lo hizo con Amanda”.

    El tiempo apremiaba. Subrayo en aras del espacio pasajes sobre la participación de Jorgito en el programa: La luz en lo oscuro, del pasado 21 de diciembre, que mantuvo Arleen Rodríguez Derivet en Radio Rebelde, quien fue de las personas que no se cansó, como parte de la lucha por la liberación de los Cinco, ocasión a la que asistieron los héroes.

    Una vez la familia Jerez estuvo allí en el programa e “hicimos promesas de luchar y de no cansarnos, objetivo que cumplimos”. Es una historia apasionante al igual que la de Jorgito, recién regresado de Alemania, de presentar allá el documental sobre su vida y la explicación suya de que fue a defender la verdad de la Revolución cubana y la causa de los Cinco.

    La niña que está por nacer vuelve a ser motivo de conversación, de que lo que va a hacer a Gema especial. No es exactamente de llevar el nombre de una piedra preciosa, sino el símbolo de un amor incomparable, verdadero que supo alimentarse de cosas tan sencillas, como escuchar la voz uno del otro, un símbolo de resistencia ante la injusticia y de que nada es imposible. Alimentar los sueños es la esperanza de hacerlos realidad.

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Enrique Atiénzar Rivero

Enrique Atiénzar Rivero

Es periodista del semanario Adelante, de Camagüey, provincia del centro de la Isla, y colaborador de Cubadebate.

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