Imprimir
Inicio »Opinión  »

Gobernabilidad sin seguro

| +

Orlando Oramas, periodista de Prensa Latina.

Pese a estrenar nuevo enfoque sobre seguridad, la Organización de Estados Americanos (OEA) no parece ser el escenario idóneo para garantizar la gobernabilidad hemisférica, amén de conferencias y declaraciones con poco impacto en los pueblos del continente.    Aún calientes los sucesos que en Bolivia provocaron la huida del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, previa feroz represión, los cancilleres y titulares de Defensa de la agrupación panamericana identificaron los actuales riesgos para la estabilidad.

La nueva visión "multidimensional" reconoce como nuevas amenazas al terrorismo, la pobreza, el narcotráfico, lavado de dinero, crimen organizado, el contrabando de armas, el tráfico de personas, los ataques cibernéticos, el SIDA y los cambios climáticos, entre otros.

Luego de cinco años de debates y dos cambios de fecha, la Conferencia Especial sobre Seguridad, celebrada en México, debió sortear las pretensiones estadounidenses de centrar la atención en los peligros del terrorismo.

El texto expresa que cada Estado "tiene el derecho soberano a identificar sus propias prioridades nacionales de seguridad" y actuar de acuerdo a su ordenamiento jurídico, al tiempo que expresa la intención de convertir a las Américas en una zona de paz.

Los 34 países representados se comprometieron a reducir los gastos militares, aunque la Casa Blanca parece decidida a obviar tal compromiso con un presupuesto bélico ubicado entre los más caros de su historia.

Estados Unidos objetó la referencia a los cambios climáticos entre los riesgos hemisféricos. Nada extraño para el más importante emisor de dióxido de carbono a la atmósfera y el principal objetor del Protocolo de Kyoto, compromiso para reducir esas emanaciones.

La Declaración sobre Seguridad de las Américas enfatiza en el multilateralismo y la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos, pero uno de los países firmantes obvió a la ONU cuando lanzó la agresión a Iraq y hoy ocupa esa nación por la fuerza.

Otro punto de desencuentro resultó la insistencia estadounidense de revivir el Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR), herencia de la Guerra Fría, en franco desuso desde que en la contienda de las Malvinas la potencia norteña apoyara a su socio británico de la OTAN.    El TIAR es "un componente esencial en la arquitectura de la seguridad regional", según la visión de Marc Grossman, subsecretario para Asuntos Políticos de la administración Bush.

Pero representantes latinoamericanos indicaron que ese tratado no se ajusta a la visión multidimensional adoptada, lo que en palabras del presidente mexicano, Vicente Fox, quiere decir que está "obsoleto".

Con igual insistencia, la delegación norteamericana persistió en reforzar la Junta Interamericana de Defensa (JID), también fue visto con suspicacia. Finalmente el asunto quedó pospuesto, bajo análisis de la Comisión de Seguridad Hemisférica..    La agenda de seguridad continental debe dar mayor importancia a los problemas de "ingobernabilidad democrática" que a la militarización de América Latina, apuntaba el canciller de Guatemala, Edgar Gutiérrez.

Gutiérrez recordaba en el plenario que en los últimos 10 años, 12 países tuvieron serios problemas de gobernabilidad y 10 presidentes abandonaron el cargo antes de cumplir su mandato constitucional.  Tal situación, señaló, ha tenido que ver con relaciones conflictivas al interior de los países, el aumento de los niveles de pobreza, exclusión social y la no consolidación del estado de derecho.

Si bien América Latina ha avanzado en la solución o atemperamiento de conflictos interestatales, crecen en la geografía continental situaciones de emergencia interna asociadas a crisis socioeconómicas que derivan en estallidos populares.

Resulta una franca omisión el silencio de la Declaración de la  OEA respecto a los efectos nefastos de las políticas neoliberales aplicadas bajo imposiciones del Fondo Monetario Internacional y su principal administrador, Estados Unidos.

Al propio tiempo, tampoco aparece identificada la deuda externa y los programas de ajuste aplicados en su nombre como factores que recortan la soberanía y provocan inestabilidad.

Los miembros de la OEA colaborarán "a solicitud del Estado que lo requiera, en la búsqueda de soluciones urgentes a las crisis financieras que afecten su estabilidad". Así reza el texto en respuesta al clamor argentino de ayuda en bloque a los países endeudados.

Pero más allá de esta tímida referencia, el asunto quedó zanjado  a la suerte de cada cual, aunque más allá del documento hubo declaraciones que cuestionaron el actual ordenamiento económico mundial y reclamos de cambios al respecto.

"Todas las instituciones están en crisis", puntualizó el canciller argentino, Rafael Bielsa, e incluía a la ONU, la propia OEA, la OTAN y todos los organismos crediticios internacionales, "por lo que el sistema debe ser revisado".

Su homólogo uruguayo, Didier Opertti, afirmaba que los acuerdos de Bretton Woods "ya no son un modelo que sirva", en referencia al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los cuales impusieron pautas económicas en Latinoamérica durante décadas.    A su vez el titular del Exterior brasileño, Celso Amorín, instó a una "reflexión colectiva sobre los mecanismos internacionales creados al término de la Segunda Guerra Mundial para promover la paz y la seguridad, el bienestar y el desarrollo".

La declaración reafirma a la democracia representativa "como condición indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de los Estados del hemisferio", y revalida la Carta Democrática Interamericana.

Pero no dice nada del desgaste de los modelos políticos así sustentados, confirmado por el descrédito de los partidos políticos tradicionales y el alto abstencionismo con que se deciden las elecciones en el continente.

Le faltó al texto reconocer los nuevos actores y movimientos sociales que se mueven en Latinoamérica, llámense piqueteros, cocaleros o indígenas los cuales en su quehacer por la equidad social y la democracia participativa pudieran ser considerados peligrosos.    La OEA consignó un nuevo enfoque sobre seguridad, pero la llamada multidimensionalidad quedó corta ante factores que a estas altura no pueden seguir siendo ignorados.

Obviar las secuelas sociales de la deuda externa y de la aplicación por doquier del recetario neoliberal, por ejemplo, resulta un camino muy inseguro para la gobernabilidad en América Latina. ool

Haga un comentario



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Orlando Oramas León

Orlando Oramas León

Periodista cubano, subdirector del diario Granma.

Vea también