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Bajo el roble blanco, Iroel

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Iroel Sánchez durante el Coloquio Internacional Patria, el 13 de marzo de 2023. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate/ Archivo.

La última vez que nos vimos fue en la antigua sede de Cubadebate. Iroel nunca llegó a ver la casa nueva, con el cartel de Ideas Multimedios: nos reuníamos en la imprenta Federico Engels, en Vía Blanca, donde Randy y su tropa trabajaban en un régimen cercano al de “agregados”. Los lunes y los miércoles, la costumbre era sentarnos a una mesa y pensar qué haríamos al otro día en Con Filo. “Manera de enredarme, Iroel”, le dije par de veces después de verme involucrado por primera vez en un proyecto televisivo.

Uno de esos lunes (o miércoles, no recuerdo bien), ya terminada la reunión, me habló aparte en el pasillo y me dijo que el cáncer había vuelto. Se oía tranquilo pero estaba asustado; supongo que trataba de transmitirme calma, y lo logró. “¿Y la medicación?”, le pregunté. Hacía meses que tomaba unas pastillas, con unos efectos secundarios horribles, para terminar de exterminar el tumor que le habían extraído en una exitosa operación quirúrgica. “Parece que no funcionó”, me respondió y enseguida agregó que lo iban a volver a operar. En lo único que quedamos fue en que yo revisaría el programa mientras él no pudiera.

La última vez que hablamos por teléfono, me chequeó una tarea. Ya estaba en el hospital, ingresado. Lo habían contactado para que hiciera un video para el acto por el Primero de Mayo de cierto remoto municipio y, con mucho entusiasmo, les dio a los compañeros mi número. “Mira que te gusta enredarme, Iroel”, me quejé. “Pero lo hiciste, ¿no?”, inquirió. Y claro que lo había hecho: una tarea suya se cumplía, sí o sí. Era lo que tocaba. Conversamos un rato más, yo le pedí consejo en algo y le hablé mal de alguien… más o menos, lo de siempre. Él me dio su último consejo y quedamos en vernos cuando saliera de todo aquello.

El último mensaje que me mandó empezaba diciéndome: “Querido Huevonauta” y luego me instaba a no dejar el programa en el aire, aunque no pudiera grabarlo yo. “Ayúdame, que estoy con suero”. “Gestión itinerante” le llamaba él a su capacidad de hacer varias cosas a la misma vez. Como mismo daba instrucciones y las chequeaba desde la cama del hospital, lo vi hablando sobre proyectos y convenciendo a gente mientras manejaba. Conducía de forma algo temeraria. “Iroel, nos vas a matar”, le disparé un día, y él, incólume, sin alterar siquiera su tono de voz, me “explicó” que yo tenía miedo porque no estaba en control. “Pero yo tengo el timón, los pedales… no va a pasar nada”. Y no pasó.

La última vez que oí su voz fue en un audio que mandó por Telegram. Se le escuchaba mal pero se lo atribuí al cansancio. Gerardo Hernández había hablado con él para sacar un video en Con Filo y nos dio la indicación: “No me hagan quedar mal”, dijo. Y no lo hicimos. El video salió y ya luego no lo pudo ver. Ariadne, amiga en común, me escribió para decirme que lo iban a volver a operar. Lapidaria como casi siempre, sentenció que Iroel probablemente no saldría del hospital: no le gustaba la cara de los médicos, el tono. Y yo por primera vez pensé que sí, que podía morir.

Unos días antes, organizando la peña, habíamos quedado en que, para la próxima, tendríamos que hacer una gran fiesta, porque sería la de su retorno. Todos estábamos convencidos que lo del ingreso era un mero trámite, que saldría de aquello una vez más. Pero no salió.

La noche anterior a que muriera, Ariadne me dijo que estaba casi convencida de que a Iroel le quedaban días, quizás horas. Los médicos no ofrecían esperanza alguna. Me pasé la madrugada en vela. Me di un baño bien temprano, lloré en la ducha como un niño y salí para el ICRT a grabar el programa. Las tareas se cumplen y punto.

Cuando terminamos, le dije a Gaby que iba para el hospital, que de alguna manera me iba a colar, que quizás no pudiéramos siquiera verlo pero que sentía que debía estar ahí, con su familia. Ella decidió acompañarme. Indira, la productora, me preguntó por Iroel justo cuando salíamos y le respondí que se estaba muriendo. Las palabras me supieron a ceniza.

Nos colamos en el hospital. En el cuarto solo estaba Rubén, su hijo mayor. Iroel estaba en terapia intensiva, y Cuqui, su mujer, había ido un momento a la casa: llevaba más de veinte días ininterrumpidos acompañando a su esposo. Gaby y yo nos sentamos a conversar con Rubén, nos reímos un rato y luego él empezó a hablarnos de su papá, de lo orgulloso que se sentía del hombre que había sido, de las lecciones de honestidad y decencia que había recibido de él. Y magnánimo y bueno como solo un hijo de Iroel podía ser, entre lágrimas, nos dijo que él nos quería mucho, y que la mejor manera de honrarlo era seguir trabajando. “Coño, Iroel, manera de enredarme”, pensé. ¿Pero qué le vamos a hacer? Si la tarea la dio él, se cumple y ya.

Cuando Cuqui llegó, nos pusimos a hablar de su amor, de lo mucho que torturó al pobre mientras la trataba de “conquistar”. Quiero pensar que la risa, un tanto melancólica, alivió un poco la carga de aquellas horas. Al mediodía, le dije a Gaby para irnos y nos despedimos, pero justo en ese momento entró la enfermera. Le pidió a Cuqui que saliera un momento y en par de minutos volvió a entrar. Iroel había muerto.

A mí la muerte siempre me arranca las lágrimas, pero también me pone a pensar en los inicios, en el saldo de la vida cuando contrastamos lo que fuimos con lo que vamos dejando de ser. Pensé entonces en la primera vez que nos vimos Iroel y yo, en la oficina de un antiguo jefe mío. Sus primeras palabras, casi de saludo, fueron: “Tú eres igual que mi hijo menor, Javier, pones cara de inteligente”. Aquello me molestó muchísimo, en buena medida porque tenía razón: sí que estaba poniendo cara de inteligente. Iroel era el hombre del blog La Pupila Insomne, del programa La Pupila Asombrada, una persona de la que casi todo el mundo hablaba, para bien o para mal. Y yo quería parecer que estaba a la altura.

La primera vez que leyó algo mío, lo compartió en sus redes, cargándome de halagos. Algo inteligente, además de la cara, parece que me había descubierto. Luego nos fuimos escribiendo para conspirar, su afición predilecta, y trabajamos en cosas muy buenas; de algunas se puede escribir, de otras no, así que ahí lo dejo. Con Iroel, uno se llenaba de energías para trabajar, uno se iba enredando (consciente o inconscientemente) en varios proyectos a la vez. Lo que se hacía nunca era suficiente.

Desde que Iroel murió, me siento un poco más solo. Cada vez que abrazo a Cuqui, como cuando la abracé aquel día en que recibió la funesta noticia, siento que quizás pude haber sido mejor amigo. Siempre que lo llamé, siempre que me hizo falta su ayuda, acudió. Cuando era seria la cosa, guardó respetuoso silencio; cuando pudo, me dio todo el chucho que quiso, como aquella vez que discutí con mi novia y se reía de mí, mientras manejaba temerariamente por Quinta Avenida. Pero uno siempre podía contar con él.

En medio del papeleo para que lo enviaran a cremar, una doctora nos preguntó si queríamos verlo. Yo no pude. Soy débil para esas cosas. Preferí recordarlo vital, como cuando se entusiasmaba por un programa que quedaba bien, por una perreta que armaba el enemigo; como cuando lo acusaron de ser una suerte de “Padrino” de algunos jóvenes, alguien le regaló un pulóver con el cartel “The Godfather” y él publicó la foto, sonriente.

Su madre sí pidió verlo. Solo la madre de Iroel podía ser tan valiente. Hasta la funeraria hubo que llevarla, para que ella viera el cadáver de su hijo. Luego fue la ceremonia en la Casa de la Amistad, donde muchas veces lo vi feliz, satisfecho; el Fide cantando y llorando, y nosotros con él; Arleen, que tanto gustaba de discutir con Iroel, hablando desde la más emotiva admiración. Y un español amigo de Cuba diciendo que gracias a Iroel, allá en España la gente de izquierda se había juntado y hasta algunos se habían conocido; y una guardia fúnebre de jóvenes y no tan jóvenes llorosos; y varios dirigentes y artistas y gente que lo quería y que no sabía hacer otra cosa que estar ahí.

Una vez me dijo que ya había vivido más de lo que le quedaba. De alguna manera, sabía que se le acababa el tiempo y quizás por eso siempre andaba de prisa, sin pausa. Enterramos sus cenizas entre árboles, yo mismo eché un poco de tierra con una pala, y encima sus hijos plantaron un roble blanco. Cuando crezca y dé sombra, iré a sentarme allí, a pensar en mi amigo. Me gustaría llevar a mis hijos en el futuro no tan lejano y explicarles que somos polvo y al polvo volvemos, pero que hay un sentido de la vida que va más allá de lo material, y está en la huella que dejamos, esa huella intangible pero indeleble que dejamos en los que nos sobreviven y nos siguen queriendo.

A veces pienso en Iroel y me sorprende todavía que esté muerto. Tantos cuentos de su paso por la guerra de Angola, aquella anécdota loca de cuando lo arrolló una guagua o cuando, encima esta vez de un ómnibus, se enredó en una bronca y lo apuñalaron. Venía con una novia, habían comprado un cactus y cuando se armó la riña le espantó la espinosa planta por la cara al primero que quiso atacarlo. Solo se enteró que lo habían herido cuando la novia le señaló la sangre abundante en la camisa.

Nunca pensé en serio que moriría, al menos no tan pronto. No dio las contraseñas de su blog y no pudimos seguir publicando, como él hubiese querido. Nunca me dijo qué hacer en caso de que él no estuviera y todavía no lo sé bien a ciencia cierta. Pero ya estoy enredado, cumpliendo la tarea, y por él —a veces, solo por él— sigo.

Buscando entre sus viejos mensajes, como quien lee en el pasado, me encontré con uno de sus muchos arrebatos patrióticos y románticos, algo que me escribió después de haber discutido: “Cuando quedemos muy pocos revolucionarios, allí estaremos tú y yo junto a Rubén y Javi”. Aquí estamos.

Se han publicado 66 comentarios



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  • fuher dijo:

    “Cuando quedemos muy pocos revolucionarios, allí estaremos tú y yo junto a Rubén y Javi”

    y yo tambien estaré en esa lista. Michel, Patria o Muerte.

    • Danisly Hernández Brito dijo:

      Ahí estaremos

    • Regla dijo:

      No te conozco personalmente, pero te sigo en Con Filo; no conocí a Iroel, pero lo admiro (en presente), yo también estaré con ustedes, VENCEREMOS!!!!!

      • sachiel dijo:

        No estaremos, estamos...

  • Rosa Maria dijo:

    Que sentido, que triste , que hermoso este tributo...Cuanto amor en varias maneras...

  • Tamara dijo:

    Muy hermoso, muy conmovedor, NUNCA olvidaremos a Iroel Sánchez. Desde que supe de el, de toda su obra en ECURED, y de cuanto hizo por Cuba y la Revolución, lo admiré. Lo admirar siempre y me duele muchísimo su tsn temprana partida. Muy triste, que seres de tanta luz y tanta obra, mueran con tanto por dar todavia. Espero que haya sembrado buenas semillas y que esos jóvenes sigan su obra. El verdadero revolucionario no se cansa de luchar por las mejores causas. Hay muchos revolucionarios, muchos que defienden esta Revolución todos los dias en muchas trincheras, pero es muy importante sembrar conciencia y patriotismo en las nuevas generaciones desde el amor y el sentido de pertenencia con nuestro proyecto revolucionario.

  • Marisol dijo:

    Gracias, Míchel, simplemente gracias por haber compartido algo tan valioso con quienes admiramos y respetamos tanto a Iroel. Permíteme repetir la palabras finales que estoy segura muchos de los que conformamos este gran ejército de agradecidos también estarán repitiendo, "aquí estamos."

  • elioa dijo:

    Llegué hablar con él un día. Tremendo tipo que hemos perdido. Saludos desde Guantanámo.

  • adrian82 dijo:

    feliz cumple Iroel, seguiremos tu ejemplo y multiplicaremos a los imprescindibles.

  • Fpf dijo:

    Hermoso homenaje a un gran amigo!!!

  • Habanero dijo:

    Michel, ojalá me leas, porque pocas veces he podido palpar un sentimiento de parte de quien escribe un artículo, y eso me acaba de ocurrir. Siento mucho tu pérdida, solo atino a decirte que admiro que defiendas tus sueños y tus ideales como lo haces. Fuerza en tu camino y seguro que podrás compartir enseñanzas con tus hijos debajo de ese roble blanco

  • Rafael Emilio Cervantes Martínez dijo:

    Todo mí respeto y cariño a la memoria de Iroel, telúrico combatiente de la Revolución, de sus ideas más puras, valiente y verdadero, amigo y compañero. Que su familia tenga la satisfacción de haberlo tenido y de tenerlo en su seno. Los que de algún modo lo conocimos más de cerca pudimos verlo actuar siempre consecuente consigo mismo. Precisamente porque tenía una posición claramente definida en temas medulares no podía congeniar con todas las personas y posturas pero distinguió acertadamente los campos de batalla desde una clara concepción clasista de raigambre marxista, fidelista. Gracias Michel, somos millones.

  • Arh dijo:

    Y yo también.

  • Maka dijo:

    Me apunto en la lista de Iroel.
    Saludos

  • Ernsto Estevez Rams dijo:

    Seres muchos, los pocos

  • Jorge dijo:

    Descubrí a Iroel leyendo su blog, casi desde el principio, por la extensión que le daban los jovenclub. Admiré lo que escribía, su poder de síntesis, certeza, agudeza en lo que escribía, siempre he querido tener esa virtud. Realmente me preguntaba, en aquella época, por qué no lo publicaban en la prensa plana. Era mejor que cualquier editorial del Granma. Creo que maduré políticamente leyendelo, eso le debo desde la distancia y me llevó a apreciarlo y lamentar con profunda tristeza su partida.

  • Manuel dijo:

    Excelente homenaje a nuestro querido Iroel, realmente los enemigos de la Revolución les temían por la inteligencia aguda que tenía. Con una facilidad tremenda desarticulaba cualquier insidia o ataque que realizaran contra nuestros principios, sobretodo aquellos que se hacían de forma subliminal. Siempre descubría la intención oculta y por eso aprendí mucho de él leyéndolo y viéndolo en la televisión.
    En cuanto a los pocos revolucionarios les aseguro que esta tierra valiente está minada de revolucionarios y va a ser casi imposible que queden pocos y donde quiera que se encuentre este gran patriota de Iroel se sentirá satisfecho de que los revolucionarios no le fallaremos jamás.
    Saludos Michel

  • Daya dijo:

    GRACIAS.... Michel, ustedes en la vanguardia y un "nosotros" gigante en la retaguardia. Que no muera el pensamineto revolucionario crítico de Con Filo, si mi compromiso y mi ideología politica creció es por ustedes. No debo ser el único. Hasta la Victoria Siempre

  • METB dijo:

    Estaré junto a ustedes y a todos los agradecidos.

  • Irela María Unzaga González dijo:

    Michel lindo escrito y se nota el profundo dolor entre letras saludos.

  • zaida capote cruz dijo:

    Hermosa evocación, Michel. Se le extraña, qué duda cabe.

  • Fuser dijo:

    Allí estaremos...
    Sigue enredado, por él y por nosotros.

  • Lala dijo:

    Muy emotivo tu testimonio, hermano seremos muchos a tu lado y al lado de Rubén y Javi, creeme Iroel dejó un legado digno de respetar y de seguir, aqui estamos.

  • Jorge Alberto Nieto D´ Mambí dijo:

    Coño, duele esto.

  • Joel Ortiz Avilés dijo:

    Michel.....!!!¿Qué lindo te quedó esto C´ompay?!!!....Solo te pido, que no dejes a "Con/Filo".

  • Taína dijo:

    Estaremos juntos en eso...Que hermoso homenaje!

  • fusil contra fusil dijo:

    De los imprescindibles. Iroel y tú.
    Aquí estoy y estaré, en la tarea a cumplir.

  • FSA dijo:

    Y yo sin dudas. Siempre podrán contar conmigo.
    Me encantó el artículo. Iroel fue mucho Iroel. Que bueno que su hijo abrace sus ideales.
    Historias como estas debieran llenar nuestros espacios. Necesitamos aferrarnos a hombres como él.
    Gracias Michel.

  • Vilma dijo:

    Gracias Michel por tan lindo tributo a nuestro querido Iroel, allí también estaré junto a ustedes y junto a los que creemos en las causas justas y que un mundo mejor es posible.

  • carmen dijo:

    Saludos Michel , me ha emocionado mucho tu Cronica. Te digo algo : Tambien debes seguir por mi y por millones!....y si el algun momento quedaramos pocos...pues por esos pocos.
    Desde Santiago de Cuba te envio este mensaje de desagravio en nombre de miles de orientales . Ya sabemos ,( pues sabes que en pueblo pequeño....) que algun desajustado, en tu estancia en mi terruño, te quiso provocar. Ese no representa al verdadero santiaguero, puedes estar seguro.Un abrazo

  • Pedro dijo:

    Muy conmovedor, Iroel se lo merece y mucho más. En esa lista sumamos millones.

  • YUNIORCMG dijo:

    Allí también estaré con ustedes, GRACIAS A IROEL y a los tantosjóvenes que siguen su oibra de sembrar conciencia en las nuevas generaciones. ESTÁ PROHIBIDO OLVIDAR.

  • Orestes Sandoval dijo:

    Muy conmovedor. Gracias. Pero con un final absolutamente desesperanzador. Parece que Iroel ya no se hacía ilusiones (“Cuando quedemos muy pocos revolucionarios, allí estaremos tú y yo junto a Rubén y Javi”).

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Michel E Torres Corona

Michel E Torres Corona

Graduado de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana en el año 2017.

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