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BARACK OBAMA E HILLARY CLINTON: ¡ESTO ES AMERICA!

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Barack Obama e Hillary Clinton tuvieron suerte al nacer en 1961 y 1947  respectivamente, de haberlo hecho antes otra hubiera sido su suerte.

Entre 1776 y 1898 en Estados Unidos gobernaron 24 presidentes, Obama no hubiera podido ser uno de ellos porque antes de esa fecha sería un extranjero; Hawai su tierra natal fue anexada en 1898. Tampoco tendría oportunidad antes de 1865, momento en que fue abolida la esclavitud para los de su raza y aun así le seria preciso esperar porque no fue hasta 1870 cuando la XV Enmienda permitió votar a las personas de color. Con todos y esos avances, hasta 1961, por estar vigente la segregación racial, ningún negro podía aspirar a un cargo nacional porque el sur lo habría vetado.

Aunque Hillary Clinton no nació negra sino inequívocamente caucasiana, en términos electorales no hubiera avanzado más que su actual oponente. El voto femenino no fue aprobado en la Unión Americana hasta 1920, cuando el presidente Woodrow Wilson endosó la XIX Enmienda a la Constitución.

Es difícil comprender por qué los prohombres que encabezaron la Revolución norteamericana, adoptaron la Declaración de Independencia y redactaron la Constitución, los documentos políticos más avanzados de la modernidad y fundaron la primera republica liberal, evadieron la cuestión de la esclavitud y la discriminación racial, no se pronunciaron respecto a los pueblos originarios y no concedieron derechos políticos a la mujer.

En los siglos XIX y XX,  los Estados Unidos fueron escenarios de tres grandes debates sociales internos: las luchas obreras, la esclavitud y el movimiento sufragista, constituido por la lucha de las mujeres por sus derechos no sólo a votar sino a participar en la vida política del país.

Por su tardío e impetuoso desarrollo capitalista, el proceso político norteamericano fue esencialmente diferente del europeo. En Estados Unidos donde la lucha de clases ha estado extraordinariamente matizada, no hubo nunca un movimiento socialista, jamás emergió un líder político alternativo, no enraizaron las ideas socialdemócratas, el comunismo no fue una opción y las luchas obreras fueron condicionadas por regulaciones que tramitan al sindicalismo y castigan ferozmente la disidencia. La ejecución de los "mártires de Chicago en 1886 y las de Sacco y Vanzetti en 1927 fueron precedentes.

La cuestión femenina pudo haber corrido mejor suerte al formar parte de los debates de la Constituyente pero tampoco fue resuelta, dejándose al arbitrio de los estados, como si se tratara de un asunto local o de menor entidad. Por esa precisión, el voto femenino se aprobó a cuentagotas: en Wyoming en 1869, Utah 1870 y Colorado en 1893. Idaho fue el último en hacerlo en el siglo XIX y Washington el primero del XX al adoptarlo en 1910, California lo hizo en 1911 mientras Oregón, Arizona y Kansas lo aprobaron en 1912, mientras Nevada y Montana lo hacían en 1914. Los demás tuvieron que esperar hasta 1920.

En el caso de la esclavitud, aunque pudieron existir elementos de compasión hacía la población negra del sur, en realidad los primeros debates fueron discusiones entre los blancos de una y otro región del país, acerca de la conveniencia para la economía de mantener o no aquella práctica. En aquel problema que condujo a la Guerra Civil, los negros esclavos no tuvieron ningún protagonismo y ningún liderazgo y, en realidad nadie, ni siquiera Lincoln, a quien se honra como un libertador abogó por ellos.

Peor suerte corrieron los pueblos originarios a los que ni siquiera  se les menciona, respecto a los cuales no hubo jamás nada parecido a una autocrítica o una disculpa o un reconocimiento de sus derechos. Aunque muchos no lo saben todavía hoy existen reservaciones indígenas en las que rigen códigos especiales.

Estados Unidos que, a pesar del enorme retraso con que concedió la libertad a los esclavos y reconoció los derechos políticos y civiles a los negros, la crueldad con que excluyó a sus pueblos originarios, la indiferencia ante los derechos de la mujer, constituyó un paradigma que elevó considerablemente su prestigio al encabezar la coalición que derrotó al fascismo hitleriano, tiene ante si una nueva oportunidad: llevar a la Casa Blanca a un negro o a una mujer que hace 80 años no hubiera podido siquiera votar.

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Jorge Gómez Barata

Jorge Gómez Barata

Periodista cubano, especializado en temas de política internacional.

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