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Sadam condenado a la horca: Bush utiliza a Hussein como pasquín electoral

En este artículo: Estados Unidos, George W. Bush
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Es conocido el viejo axioma sobre como la historia puede ser presentada de manera diferente a la realidad si es contada por los vencedores. Si Alemania hubiese triunfado en la Segunda Guerra Mundial habríamos visto a Churchill, Stalin y Roosevelt en el banquillo de los acusados en Nuremberg. Pues ese apotegma se cumple una vez más con la sentencia pasada hace unas horas condenando a muerte, por asfixia en la horca, al ex presidente iraquí Sadam Hussein.

Bush ha coordinado con sus vasallos del gobierno provisional iraquí que la sentencia sea promulgada pocos días antes de las elecciones legislativas en Estados Unidos, con lo cual trata de reiterar su imagen de vencedor en la lucha contra los terroristas, su aspecto de mandatario fuerte, belicoso, intransigente ante los enemigos de la patria.

Ese es el retrato que su coordinador político, Karl Rove, le trazó para los últimos comicios presidenciales y le permitió obtener la reelección. A Sadam le cuesta la cabeza la posibilidad de ganar algunos escaños de más en la Cámara de Representantes. Porque en realidad el cadáver de Sadam no aporta otra cosa al actual conflicto de Estados Unidos. Ni con ese crimen va a disminuir la resistencia, ni se añadirá estabilidad al gobierno títere que se tambalea apoyado por los tanques norteamericanos. De hecho, Bagdad ha sido puesto en estado de emergencia en vísperas de publicar la sanción. ¿Es que temen a una reacción favorable a Sadam del pueblo iraquí?

Al terminar la operación Zorro del desierto Sadam Hussein se apresuró a declarar que había sido una gran victoria para Iraq. Algo similar a lo  sucedido al genial Francisco de Quevedo  durante un banquete en la corte de Felipe IV. El rey recién había perdido Holanda en una guerra y los aduladores no cesaban los encomios. Quevedo dijo ingeniosamente  que su monarca era como los pozos que se volvía más grande mientras más tierra le quitaban. A Sadam le pasaba algo parecido.

Con los vastos recursos que le proporcionaba el petróleo Sadam pudo convertir a Irak en un importante enclave en el despertar islámico a los adelantos de nuestra era, a una sociedad más abierta y moderna, sin embargo grandes capitales fueron dedicados a armar el cuarto ejército del mundo para invadir a Irán (alentado por Estados Unidos) y a Kuwait, en una insensata aventura. Sadam Hussein ha sido un factor de desunión en el universo islámico. En lugar de apoyar un estrechamiento de las naciones árabes, de buscar una hermandad acentuada entre  culturas análogas,  dio pie a un  expansionismo territorial que sembró  rupturas y guerras entre allegados.

Desde la revolución iraní de 1979 bajo el liderazgo del ayatollah Jomeini, éste se convirtió en un implacable defensor de los derechos nacionales, lo cual le conquistó la enemistad del gobierno norteamericano.  Los años cuando los británicos, y luego los norteamericanos, fueron aliados del Shah Reza Pahlevi y atizadores de la opresión del pueblo persa, se convirtieron en una fuente de odio, largamente reprimido. Los Estados Unidos se volvieron a Irak para debilitar a Irán y atizaron la guerra de 1980 al 88. Sadam Hussein se lanzó contra Jomeini, bombardeando la refinería de Abadam en 1980, con la ayuda del gobierno estadounidense. Recordemos las fotos de aquellos años donde aparece Donald Rumsfeld estrechando la mano alegremente a Sadam. Entonces no era el demonio que la propaganda trata de hacer ver en estos días. Esa entente pereció con la invasión de Irak a Kuwait en agosto de 1990. La Guerra del Golfo, animada por Bush, dio a Estados Unidos una victoria que su orgullo nacional estaba necesitando tras la humillante derrota sufrida en Vietnam.

Hussein  intentó el exterminio de las tribus separatistas kurdas, en el norte, dispersando gas mostaza. Tras la invasión de Hussein a Kuwait, la Liga Árabe condenó su acción.  Egipto y Siria aportaron contingentes de soldados a la coalición contra Irak organizada por Estados Unidos; Paquistán, Marruecos y Bangladesh también enviaron tropas, aunque en menor número. Turquía cerró el oleoducto que lleva el petróleo iraquí al Mediterráneo.

Sin embargo, los pueblos árabes desataron su júbilo ante un dirigente que se atrevía a enfrentar a la nación más poderosa del mundo. Los musulmanes proclamaron a  Hussein como un nuevo héroe del Islam,  incluso en muchos círculos que censuraban el autoritarismo totalitario de Sadam se consideró que su acción despertaba la resistencia  al gran enemigo del mundo árabe: Estados Unidos.

La muerte perspectiva de Sadam no significará nada para el futuro desarrollo de los pueblos árabes. Solamente marca el desenlace fatal de alguien que  tuvo una carrera incierta y sinuosa y no supo rectificar sus errores.
gotli2002@yahoo.com

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.

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