Imprimir
Inicio »Opinión  »

Custodiando los papeles secretos del Imperio

| +

En vísperas de la Cumbre de Países No Alineados a celebrarse en La Habana, vuelven a ponerse sobre el tapete de la política internacional ciertos asuntos históricos que vinculan a potencias como Estados Unidos con naciones pequeñas y subdesarrolladas que no entraron durante la Guerra Fría en ninguna de las dos grandes alianzas militares, entonces enfrentadas.

A la par de las reuniones públicas de jefes de estado y gobierno, que se celebrarán en el Palacio de Convenciones de La Habana, otro cónclave reunirá, calladamente y desde la distancia, a los que hurgan en las entretelas de los sucesos históricos que giran alrededor de la política internacional. Para estas personas, por ejemplo, la oficina, la biblioteca y el archivo son virtuales, lo cual hace obsoleta la necesidad de peregrinar por diferentes capitales del mundo para obtener un cúmulo razonable de evidencias historiográficas que permitan reconstruir los procesos políticos. Hoy en día, un investigador entrenado, con una computadora y acceso a Internet encontrará en unas horas lo que en otras condiciones le llevaría meses de trabajo y enormes gastos. Internet ha venido a agilizar, abaratar y democratizar las pesquisas historiográficas, a reducir las distancias, a franquear puertas antes cerradas bajo siete llaves. Por eso es una herramienta del conocimiento muy temida, vigilada y censurada por las fuerzas interesadas en ocultar cómo hemos llegado al presente y qué papel jugaron unos y otros actores en la organización del mundo en que habitamos.

En los Estados Unidos, por ejemplo, existe una ley conocida como FOIA (Freedom of Information Act), la cual fue aprobada en el Congreso en 1966 tras arduas luchas de las fuerzas progresistas del país preocupadas por el uso represivo del secreto por parte del gobierno.Escándalos como el de Watergate y los provocados por las revelaciones de la Comisión Church que investigó el programa de contrainsurgencia interna conocido como Cointelpro, vinieron a reforzar la necesidad de controlar esta faceta de la información a los ciudadanos.. Dicha ley obliga a las agencias gubernamentales a poner a disposición del ciudadano que lo solicite los documentos secretos desclasificados de su interés, exceptuando aquellos que podrían afectar la seguridad nacional. De esta manera, una ley que reduce en algo el secreto que caracteriza desde siempre la política nacional e internacional de los gobiernos de ese país, está en vigor, no como expresión del carácter democrático del sistema, sino como resultado de luchas denodadas de sus ciudadanos enfrentados a los mecanismos más antidemocráticos del mismo.

FOIA ha resultado esencial para que los historiadores puedan descubrir qué realmente ocurrió. Pero no nos engañemos, una ley como esta, nociva para las fuerzas que dirigen el país desde las sombras, y que son, por definición y naturaleza profundamente alérgicas al escrutinio de la opinión pública, y al control ciudadano sobre su actuación, fue aprobada a regañadientes en un momento de debilidad del establishment , pero se sabe que deberá resistir, y está resistiendo, todos los embates posibles para ser derogada o, en la práctica, al menos mediatizada hasta reducir su eficacia a niveles simbólicos.

El pasado 30 de junio una nota emitida por la Coalition of Journalist for Open Goverment alertó acerca de que, en el 2005, las peticiones denegadas de desclasificación de documentos a agencias gubernamentales en los Estados Unidos, realizadas bajo el amparo de FOIA, habían crecido en un 20%. Para fines de ese mismo año, sólo en 22 agencias y departamentos gubernamentales se contabilizaban 148 603 solicitudes sin respuesta, para un 31% del total solicitado. La denuncia consideró alarmante que en el 56% de los casos en que la denegación de acceso a documentos termina ante una corte, hayan resultado vencedoras las agencias gubernamentales. Para cerrar la caracterización de un panorama sombrío para el derecho de los ciudadanos a solicitar y recibir información bajo el gobierno de Bush, se supo que en este mismo período las solicitudes aumentaron en un 21%, disminuyó en un 23% el número de empleado gubernamentales dedicados a esta tarea, lo cual hace el cumplimiento de la ley más lento, y aumentó en un 6 % la erogación que deberán hacer los solicitantes por cada solicitud.

En resumen, nos encontramos ante una administración de neoconservadores, conspiradores natos, amantes del secreto y cultivadores de la política esotérica como coto cerrado para un pequeño círculo de iniciados y cabales, seguidores de los preceptos de Leo Strauss, el filósofo sionista de origen alemán, tan del gusto de Paul Wolfowitz, Richard Perle, Dick Cheney, Fukuyama y otros. Es de suponer que su odio hacia FOIA se concrete en hacerla, como la han hecho, más restrictiva, más lenta, y más costosa, o sea, menos peligrosa y más decorativa. Con astucia maquiavélica mantienen en la población la ilusión de que puede llegar a saber, y en consecuencia, incidir sobre la marcha de los acontecimientos, sobre la acción gubernamental, sobre el futuro de la nación, y a la vez, mediante una refinada burla en los procedimientos, se crean las condiciones para que el cumplimiento de la norma termine siendo un remedo y beneficie a la menor cantidad posible de ciudadanos.

El pasado año las agencias gubernamentales que más tenían que ocultar, y en consecuencia, denegaron en mayor medida el acceso a sus documentos fueron, entre otras, Energía (35%), Homeland Security (30%), Interior (42%) Secretaría de Estado (40%) y la CIA (34%). Los trámites de FOIA, no obstante, costaron al contribuyente norteamericano, que al final, no recibió más ni mejor información que en el 2004, más de $234 millones de dólares, lo cual representa más de $56 millones de lo gastado por el mismo concepto en el año 2000. Sólo los litigios que generan las denegaciones de acceso a documentos en el marco de FOIA costaron algo más de $14 millones de dólares, en el 2005.

Las cifras de solicitudes denegadas amparadas por las nueve excepciones que la propia FOIA establece son también interesantes. La tendencia, si comparamos el 2000 y el 2005, ha sido la de un incremento notorio. Las excepciones más socorridas han sido la 2 (41 170 negativas amparadas en que revelarían prácticas internas de los departamentos), la 5(55 105, por tratarse de cartas o memos internos de las agencias), la 6 (48 443, porque violarían la privacidad de otros ciudadanos), la 7C (44 840, porque violarían la privacidad de las fuerzas del orden), y la 7E (19 161, porque revelaría técnicas y procedimientos de las fuerzas del orden)

A pesar del santo celo con que los funcionarios de la administración norteamericana intentan bloquear el acceso de sus ciudadanos a documentación desclasificada, lo cierto es que no son totalmente exitosos en esa tarea. Los historiadores solemos toparnos con verdaderas joyas cuando recorremos los sombríos sótanos virtuales del poder imperial, y hallar respuestas para innumerables enigmas no resueltos o completar la visión que teníamos acerca de sucesos del pasado.

Por ejemplo, un reporte secreto de fines de la década del 40, del siglo XX, elaborado por un comité Ad Hoc formado por representantes de la CIA y los departamentos de inteligencia del Departamento de Estado, el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, reconocía que antes de 1950,…"la URSS dispondría de la capacidad militar para ocupar sin mayores dificultades los países de Europa, con excepción de Gran Bretaña, y todo el Medio Oriente, hasta El Cairo, en un período relativamente breve", por lo cual se recomendaba a los países occidentales, en ese caso, "la toma de inmediatas acciones de respuesta, incluyendo el empleo masivo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y, por último, el uso de bombas nucleares contra objetivos soviéticos."

Otro documento desclasificado de la CIA dedicado a analizar "el apoyo soviético al terrorismo internacional" a fines de los 70 e inicios de los 80 es también sumamente interesante. Entre los "puntos para emitir juicios" propuestos en este estudio se encontraba la afirmación, por ejemplo, de que "la política soviética tendiente a brindar apoyo a las diferentes variantes de violencia revolucionaria, beneficia los intereses globales de esa potencia, a bajo costo y con bajos riesgos, sin causar daño considerable a su prestigio, por lo que se estima continuará…El extendido fenómeno de la violencia revolucionaria es el problema más significativo y complejo para la política exterior de los Estados Unidos, más, incluso, que el de su componente terrorista per se . La gran inestabilidad que existe en muchos países del Tercer Mundo ha alcanzado un nivel crónico, y no será fácil de derrotar, incluso, persistirá de muchas maneras independientemente de la URSS."

Queda claro que lo que estos documentos muestran no es, precisamente, lo que nos cuentan hoy los voceros y académicos imperiales cuando intentan mediatizar el pasado, o fundamentar su visión acerca de los Estados Unidos y sus vínculos con la realidad de los países del Tercer Mundo, incluso, con el fenómeno del terrorismo. Sus propias agencias de inteligencia eran capaces de diferenciar la verdadera lucha revolucionaria de otros métodos que abogaban por el uso indiscriminado de la violencia. También reconocían, al menos en sus documentos secretos, que sin resolver las causas profundas de las desigualdades sociales, el subdesarrollo y la dependencia, no habrá posibilidad para erigir una paz duradera entre los hombres, más allá de las rivalidades entre potencias o bloques.

Por estos días, en La Habana, los máximos representantes de 116 países se reunirán para intentar encontrar soluciones al drama que viven quienes habitan más de las dos terceras partes del planeta. La URSS será apenas, un lejano recuerdo de lo que algún día fue un proyecto esperanzador, pero fallido. Los Estados Unidos se encuentran atrapados en un pantano tercermundista, tras sus invasiones a Afganistán e Irak. Su proclamada "guerra contra el terrorismo" ha activado una oleada de violencia letal, y no precisamente revolucionaria. El hambre, el desempleo, la miseria, la exclusión galopante no presagian tiempos apacibles para la Humanidad, pero en América Latina baten aires renovados de integración y solidaridad, de cambios revolucionarios y de un nuevo socialismo. Por eso adquiere un perfil tan prometedor la cita de La Habana.

Las sesiones de la Cumbre de Países No Alineados de La Habana ya han dado inicio. Forzar los cerrojos tras los cuales el imperio oculta sus vergüenzas es también una faena liberadora, integradora, revolucionaria, un deber tercermundista, un aporte, por modesto que sea.

Recordar que la doctrina socialista, el marxismo redentor adquirió fundamentación científica, calado intelectual, y densidad invencible gracias también a los servicios de los ceremoniosos, silenciosos y eficientes bibliotecarios británicos que facilitaban polvorientos legajos, libros olvidados, folios apolillados con estadísticas que pocos revisaban a un investigador de ancha barba y ojos brillantes al que llegaron a identificar como "el Dr. Marx" por los pasillos de la British Library.

 

Haga un comentario



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Eliades Acosta Matos

Eliades Acosta Matos

Filósofo y escritor cubano. Es el autor del libro "El Apocalipsis según San George".