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El Palacio de George W en la caliente Zona Verde

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No les bastó el Palacio Republicano de Saddam Hussein, que rodearon de millas de barreras de concreto desde que tomaron Bagdad y establecieron allí la embajada estadounidense. Ahora, se construye todo un complejo de edificios-fortalezas junto al río Tigres para albergar su sede diplomática, la mayor de todo el mundo, con un tamaño semejante a la Ciudad Vaticano, pero con propósitos infernales.
El nuevo complejo se comenzó a construir a mediados de 2005 y esperan tenerlo listo en junio de 2007. El lugar, cuya propiedad fue transferida en octubre de 2004 por el "gobierno" iraquí, es secreto, pero Bagdad entero puede señalarlo por las enormes grúas utilizadas en la construcción y los edificios que van creciendo, dejando enana a cualquier sede diplomática en cualquier lugar del planeta y de cualquier país del mundo.
Por ejemplo, será seis veces mayor que la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York y podría ocupar dos tercios del área del Mall de Washington, es decir la zona que ocupan prácticamente casi todas las instituciones de gobierno de Estados Unidos en su capital.
Para ser exacta podemos describirla como un enorme compuesto de 21 edificios, posado como ave de rapiña al acecho sobre 42 hectáreas de una de las zonas más turbulentas de Bagdad, por eso tendrá la población de un poblado pequeño, sus propias fuerzas defensivas, una muralla de concreto de tres metros de espesor para garantizar la seguridad, y abastecimiento propio de agua, de energía y facilidades para el tratamiento de las aguas.
Y aquí llegan las paradojas que traen de la mano a las iras.
Un corresponsal en Bagdad del diario The Times, asegura que hay una pregunta que abarca un misterio y encoleriza a la ciudad: ¿cómo es que los norteamericanos no pueden lograr que haya más de dos horas continuas al día de electricidad en Bagdad, y pueden administrar la construcción de la mayor embajada de la tierra?
Ellos, los bagdadíes, tampoco tienen agua corriente desde hace tres años, cuando Estados Unidos inició la masiva invasión de su país para "liberarlos" de Saddam Hussein y sus palacios. Se abastecen con pipas y a duras penas, pero los nuevos predios estadounidenses tendrán la mayor piscina de toda Iraq, también canchas de tenis, gimnasio, cinematógrafos, restaurantes con todas las delicadezas de las cadenas de alimentos de EE.UU. y el infaltable American Club enriquecerán los predios.
En las calles y corrillos de la ciudad al gigante de la anti-diplomacia -porque allí trabajan y trabajarán docenas de agentes del FBI junto a cientos de militares, poniendo en entredicho las funciones del complejo que supera a cualquiera de las residencias husseinas-, le llaman "el Palacio de George W". Y circula otra pregunta: ¿La entrega de los bienes raíces sobre los que se asienta fueron a cambio de una oferta monetaria, como correspondería, o simplemente Estados Unidos se apoderó del terreno por "donación" del "gobierno" iraquí?
A tiempo completo son los trabajos de construcción y a un costo de 592 millones de dólares aprobados por el Congreso; sin embargo, los estimados originales son de mil millones de dólares. ¿Cómo se pagará la diferencia? ¿A costa de que otras obras de "reconstrucción" de Iraq, quizá de las escuelas o de los hospitales destruidos por las bombas?
Y cuidado, todavía hay una amarga pregunta adicional en un país donde las cifras de desempleo son enormes: ¿Por qué el contratista kuwaití -First Kuwaiti Trading & Contracting-, al igual que otras cinco compañías estadounidenses de nombre clasificado, solo han empleado personal extranjero en los trabajos fundamentales y apenas algunos iraquíes para las obras? Algunos alegan, razones de seguridad…
Muchas preguntas y pocas respuestas. Mucho edificio y poca diplomacia. Todo para demostrar "grandeza" y "poder" del imperio.

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Juana Carrasco Martín

Juana Carrasco Martín

Periodista cubana y jefa de la página internacional del diario Juventud Rebelde.