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EL ÚLTIMO VUELO DEL CONDOR

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Al proclamar la doctrina Monroe: "América para los americanos", Estados Unidos delimitó su traspatio y puso orden en el caos provocado por las mezquinas rivalidades de las oligarquías criollas. Las guerras en América Latina, perdieron vigencia, excepto las promovidas por Estados Unidos.      

Los hitos de la ruta están descritos. Primero fue proclamada la plataforma ideológica del panamericanismo que en 1890 sirvió de base a la creación de la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, la misma que en 1910 se convirtió en la Unión Panamericana y 1948 en la OEA.

Al alcanzar la independencia por medio de guerras de liberación y no mediante procesos políticos, en América Latina se registró una falla de origen. El factor militar prevaleció sobre el fuero civil y la elite castrense sobre la política.

Aquellas anomalías y otras de orden socioeconómico impidieron el normal desarrollo de las instituciones civiles y jurídicas, propiciando que el espacio político fuera copado por la oligarquía, asentada en un trípode de fuerzas conservadoras formado por los latifundistas, el clero y el ejército.

Aquellas malformaciones estructurales, incompatibles con la modernidad  dieron lugar a una nefasta desviación ideológica según la cual, las instituciones armadas y no la ley fueron garantes de la democracia. Es inexacto que Pinochet haya inventado la democracia tutelada. Todas lo fueron siempre.

Aquellos antecedentes explican por qué, al aplicarse el diseño del mundo de posguerra pactado entre Roosevelt, Churchill y Stalin, proceso en el que explícitamente se certificó la Doctrina Monroe, la coordinación a nivel militar concretada en el Pacto de Río de Janeiro, también conocido como Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR) adoptado en 1947, precedió a la concertación política alcanzada con la OEA en 1948.

Desde entonces y hasta hoy, la Junta Interamericana de Defensa, la Escuela de las Américas y el Comando Sur, cobijadas bajo la sombrilla de la hegemonía norteamericana han sido las verdaderas instancias de concertación.

Los gobiernos, la OEA e incluso la ONU y más recientemente las Cumbres de las Americas, más bien por necesidades jurídicas y de relaciones públicas de Estados Unidos, se utilizan para legitimar los acuerdos y las estrategias, adornándolas con algunas proyecciones civiles.

En materia militar y de seguridad, América Latina es como una provincia norteamericana que asume como propias las preocupaciones y las necesidades de los Estados Unidos para quien los ejércitos latinoamericanos son dependencias a las que paga y exige.

Además de legitimar el ego de los militares y justificar el militarismo, por medio de los créditos, la asistencia y las acciones comunes, el suministro de armas, la formación de los mandos superiores en sus escuelas y academias, Estados Unidos paga la factura militar y los privilegios de la casta militar. De tener que asumir los gastos militares y de seguridad, los países latinoamericanos se las arreglarían con un par de batallones.  

Las coordinaciones para la defensa y la seguridad, institucionalizadas por el TIAR y la Junta de Defensa Interamericana, se tensan cuando la lucha de masas se desmadra, aparece un líder respondón o que no se somete, estilo Sandino o Lázaro Cárdenas, un atrevido como Arbenz, una promesa como Farabundo Martí, un populista como Perón, un revolucionario como Fidel Castro o un socialista como Salvador Allende.

En esas circunstancias la coordinación política sufre una mutación y deviene complicidad. Los asuntos se dejaban en manos de los represores y de los militares asesorados por la CIA.

En el siglo XX, cuando el status quo de dominación política, exclusión y explotación de las mayorías, imperante en América Latina, se tornó política y conceptualmente indefendible, por el simple hecho de que los pobres son pobres, no idiotas, la represión de maximilizó y devino, no un recurso más, sino el único recurso.

Cuando el capitalismo funciona como un factor de progreso como ocurre en los países desarrollados, la explotación, como diría Marcuse, se torna "placentera" y la cohesión social se alcanza convirtiendo la ideología burguesa en dominante, las luchas obreras y las demandas sociales se adecuan al entorno y se requiere un mínimo de represión policial.

Comparado con lo que ocurre en el capitalismo desarrollado, en América Latina hoy se lucha por menos que por migajas. En ningún país desarrollado se puede poseer un perro si no se le vacuna, los mendigos tienen alto el colesterol y la sociedad se preocupa por el stress de las ballenas y las focas. En Suecia no hay dictadura porque no la necesitan.

No ocurre lo mismo cuando se gobierna a partir de la súper explotación que priva a las mayorías del mínimo vital y las excluye del progreso, circunstancia en las que la represión no es un recurso de la gobernabilidad, sino el sostén del sistema. Cuando como ha ocurrido en América Latina, la explotación y la exclusión son globales, también  lo es la represión.

La concertación represiva de las dictaduras latinoamericanas, a la que Contreras, para ser más perversos bautizó con el nombre de una ave majestuosa, digna e incluso sagrada, no es un artificio caprichosamente añadido, sino un rasgo esencial que emana de la necesidad de la oligarquía, que no tiene patria ni aliados sino intereses y cómplices.

Esa es la génesis del Plan Cóndor, que tal vez debió llamarse Gringo. Un Cóndor no devora a otro, no mata a sus crías y nunca hace sufrir a su madre.

El Plan Cóndor no es una anomalía fruto de las mentes perversas de Pinochet, Contreras y Kissinger, sino una expresión de la alianza oligárquico-imperial en estado práctico, un resultado lógico de la comunidad de intereses de las clases dominantes y un producto de la concertación ideológica. El Cóndor no es una alteración de la regla, sino es la regla misma.

El pájaro voló en 1934 cuando impunemente Somoza asesinó a Sandino, se elevó cuando la X Conferencia Interamericana, la OEA aprobó la resolución de Estados Unidos que abrió las puertas a la invasión mercenaria de Castillo de Armas y planeó en 1962 sobre Punta del Este donde fue expulsada Cuba.

En la década de los 60 la concertación Cóndor, con otros nombres se lanzó sobre Cuba a la que todas las oligarquías, excepto la mexicana,  hicieron la guerra, llegando incluso a prestar su territorio, como hicieron Guatemala, Nicaragua y Honduras para alistar la invasión de bahía de Cochinos.              

En los setenta, sin necesidad de actas constitutivas, sólo con las directivas norteamericanas, los ejércitos, los cuerpos de inteligencia, las organizaciones policíacas y políticas de la derecha se concertaron para enfrentar el auge del movimiento de liberación nacional y en nombre de Dios, Patria y Libertad, con el auspicio de Estados Unidos, establecieron las dictaduras.

El imperialismo y la oligarquía vieron claro el peligro de la insurgencia global que se les venia encima, impulsada por el jalón histórico que significó la Revolución Cubana. Percatado del riesgo, Kennedy, intentó neutralizarlo por vía pacifica y concibió la Alianza para el Progreso y los Cuerpos de Paz.

Lo  mataron porque para frenar la revolución inspirada en Cuba, tendría que hacer otra que inevitablemente lesionaría a la oligarquía y al imperio.

A Kennedy lo mató la ultraderecha americana, la mafia, la oligarquía y los contrarrevolucionarios cubanos. Orlando Bosh que no sabe disparar, pudo estar entre los cerebros y Posada Carriles, un cazador, experto con la mirilla telescópica, pudo Jalar el gatillo. Todo se sabrá. De hecho, el asesinato de Kennedy fue una operación del Cóndor que también consume carne blanda.   

El Cóndor moderno, es decir la transnacional de las dictaduras, el "MERCOSUR" del terrorismo, creado para globalizar la represión mediante operaciones conjuntas de las dictaduras, para suprimir a la oposición, eliminar a la izquierda, impedir que los perseguidos encontraran asilo, permitir a los cuerpos represivos de unos países operar en otros, siguió vivo después de las dictaduras y llega hasta hoy.

La impunidad, las operaciones de salvamento a los terroristas tipo leyes de punto final, obediencia debida, caducidad, el perdón presidencial a Orlando Bosh y el intento de asilar en Estados Unidos a Posada Carriles, son acciones del Cóndor como mismo las operaciones para ocultar a los nazis, fueron operaciones de los nazis.

El encuentro antiterrorista de La Habana, al comenzar a derribar las murallas de la impunidad, le cortó las alas al Cóndor.

El  Comandante Fidel Castro, conversando con Renán Castro, del diario ¡Por esto! lo advirtió. La raposa puede atacar todavía y de hacerlo se decidirá por las criaturas más débiles y aisladas: periodistas, intelectuales, académicos y mujeres a los que hay que proteger con la movilización de la opinión pública mundial.

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Jorge Gómez Barata

Jorge Gómez Barata

Periodista cubano, especializado en temas de política internacional.