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Cuba va

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Con 5 por ciento de crecimiento económico en 2004, Cuba continúa la recuperación sostenida desde 1994 después de la crisis provocada por el derrumbe soviético. El turismo, la producción de petróleo y de níquel han crecido exponencialmente desde entonces; la inversión estatal y extranjera han permitido reanimar muchas industrias y crear nuevas. La economía cubana ha sido capaz de rescatar y perfeccionar los sistemas de educación y salud, así como de posibilitar el arranque de decenas de nuevos programas sociales como la municipalización de la universidad, cursos de especialización para jóvenes desvinculados del trabajo y la atención a las personas de la tercera edad. Entre ellos destaca la apertura de dos nuevos canales de televisión educativa que, además de apoyar la labor del maestro en el aula, dedican horas de su programación a difundir películas y materiales de cultura general. En este periodo se dio mantenimiento o se construyeron miles de escuelas, y en la actualidad se hace lo mismo en todos los hospitales del país. Los planes de extensión cultural en la comunidad y de impulso a la actividad artística y literaria se expanden año tras año. El logro de una mortalidad infantil de 5.8 en 2004 -únicamente superada por Canadá en América- se ubica entre los resultados sociales más sobresalientes.

Quedan pendientes otros problemas como el déficit de vivienda, que fue objeto de un pormenorizado análisis en la sesión de fin de año de la Asamblea Nacional, y el equipamiento de un sistema de transporte colectivo eficiente. En economía la tarea por excelencia es lograr la indispensable correspondencia del salario con el aporte individual y otorgar al peso cubano mayor fuerza liberadora. En esa dirección la reciente desdolarización ha sido un paso importante que habrá de ser seguido de otros. El desafío es dar solución en los próximos años a un grupo de problemas de incidencia social, lo cual fortalecerá el gran consenso logrado por la revolución en un ambiente en que no existen contradicciones políticas de fondo entre el gobierno y la inmensa mayoría de la población.

En este contexto, los acuerdos firmados con Venezuela y China a finales de 2004 y el descubrimiento de un importante yacimiento de crudo en aguas al norte de La Habana se convierten en palancas promisorias para salir definitivamente de la crisis creada por el desplome soviético. Los acuerdos con Caracas, además de suministrar a precios fijos y preferenciales el combustible que no aporta la producción nacional, abarcan prácticamente todos los rubros de las dos economías nacionales tomando en cuenta las asimetrías respectivas y sientan un precedente para que otros países de América Latina se rijan en sus intercambios por sus principios de solidaridad y fraternidad, que subordinan el mercado al ser humano. Ellos se inscriben en el espíritu integracionista de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), iniciativa del presidente Hugo Chávez, en contraposición con los objetivos recolonizadores del ALCA. Los acuerdos con China incluyen el otorgamiento de un crédito blando por 500 millones de dólares para la construcción de una empresa mixta de producción de níquel, más otros créditos y posposiciones en el pago de préstamos anteriores a bajo interés.

Estos acuerdos y un crédito otorgado por Brasil ponen de relieve la quiebra de la unipolaridad estadunidense, inclusive en lo relativo a Cuba. No obstante, también subrayan el incremento de la agresividad de la política de Washington hacia La Habana. Un ejemplo claro es la provocación montada por su oficina diplomática en la capital cubana, que entre los adornos navideños desplegados el pasado diciembre en sus jardines colocó un aro que aludía a sus 75 colaboradores sentenciados por los tribunales cubanos a distintas penas de cárcel. A esto el movimiento estudiantil y otros sectores de la sociedad respondieron con mítines de repudio en las afueras de la representación yanqui. Las realizaciones de Cuba en 2004 van acompañadas del colosal esfuerzo adicional que ha requerido su logro bajo el efecto de grandes desastres naturales y de un incremento sustancial del precio del petróleo, a los que se añaden el acoso económico y político imperial durante décadas y la amenaza de una agresión militar directa que exigen una cuantiosa inversión en recursos humanos y financieros.

aguerra12@prodigy.net.mx

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Angel Guerra Cabrera

Angel Guerra Cabrera

Periodista cubano residente en México y columnista del diario La Jornada.