Imprimir
Inicio »Opinión  »

EEUU refuerza el bloqueo...contra sus ciudadanos

| +

  Orlando Oramas, Periodista de Prensa Latina  

El bloqueo de Estados Unidos contra Cubano mantiene su vigencia y  se refuerza con sanciones adicionales, como las recién anunciadas por el secretario del Tesoro, John Snow, las cuales están dirigidas contra la industria turística de la isla, precisamente su mayor fuente de divisas.

Mejor no pudo ser el escenario y el auditorio ante el cual el alto funcionario de la Casa Blanca dio a conocer acciones punitivas contra 10 agencias de
viajes y empresas vinculadas a la Isla, cuyo delito es promover el intercambio y  destino turístico cubano.

En Miami, ante un centenar de empresarios y dirigentes de organizaciones contrarrevolucionarias de origen cubano, Snow reiteró la decisión de la Casa Blanca de
dar un nuevo apretón de tuercas al bloqueo, refrendado por su frase: "la cosa va en serio".
Firmas registradas en Canadá, La Habana (Corporación CIMEX, Havanatur, Cubanacán y Tiendas Universo), Santiago de Chile, Buenos Aires, Londres y Nassau, son algunas de las que ahora se suman al largo listado de empresas perseguidas por las leyes y disposiciones del cerco a la isla.

Washington arremete así contra la economía cubana, pero en particular incrementa las medidas de persecución a los ciudadanos estadounidense, a quienes prohíbe visitar la mayor de las Antillas.

Según el secretario del Tesoro, estas empresas han estado facilitando el acceso a Cuba a personas que optan por violar las leyes estadounidenses. Se refería así a miles de ciudadanos norteamericanos que, haciendo valer sus libertades ciudadanas, viajaron a la isla.

El castigo implica el congelamiento de cualquier propiedad de esas compañías que estén en posesión de personas sujetas a jurisdicción de EEUU, así como la intercepción de transferencias bancarias o giros monetarios por vía electrónica,  afirman medios de prensa desde ese país.

Según Snow, "muchas de estas empresas se valen de Internet para hacer propaganda y venden turismo cubano al público estadounidense". La cacería de brujas se extiende ahora a las autopistas de la red, en otra expresión del carácter extraterritorial de las legislaciones y disposiciones que dan soporte al bloqueo.

Claro que el objetivo del nuevo garrotazo sigue siendo intentar doblegar a Cuba. Pero  ahora el blanco principal son los propios estadounidenses, muchos de los cuales  fueron castigados con elevadas multas e incluso empresarios de terceros países, entre quienes algunos recibieron condenas de cárcel.

Y si el presidente George W. Bush anunció un día a sus compatriotas la creación del Departamento de Seguridad Interna, con la misión principal de protegerlos de peligros externos, ahora esa entidad recibe la encomienda de perseguirlos y reprimirlos.

Bajo razones electorales, y en el afán de renovar sus compromisos con las organizaciones
contrarrevolucionarias de Miami, que bien le sirvieron en su dudosa conquista de la Casa Blanca, el mandatario dispuso nuevas restricciones a los vínculos entre ambos pueblos, en particular los vuelos.

El Departamento del Tesoro informó que desde entonces más de 500 vuelos entre Estados Unidos y Cuba fueron sometidos a revisión antes de despegar hacia la isla, con más de 44 mil pasajeros inspeccionados.

La pesquisa es mucho peor en el regreso. Más de mil vuelos estuvieron bajo escrutinio y alrededor de 51 000 pasajeros estuvieron sometidos a  registro corporal y del equipaje.
Como resultado, a 275 personas se les prohibió hacer el viaje y las autoridades de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) ejecutaron 376 confiscaciones. Otras 264 personas continúan bajo investigación de la OFAC y están sujetas a sanciones.
Tres de esos viajeros están recluidos en dependencias federales para someterlos a investigación criminal.

Esta ofensiva es la respuesta de la administración Bush a los reiterados esfuerzos que han tenido lugar en los últimos años en el Congreso, para levantar la prohibición de viajes a Cuba y las restricciones al comercio.

Sobre todo en este año electoral en que, a despecho de la política oficial, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado fueron aprobadas iniciativas al respecto, luego abortadas por el contubernio de la cúpula legislativa con el ejecutivo.

Antes, la Administración Bush confrontaba a sus ciudadanos que visitaban  Cuba a su retorno al país. Ahora la persecución puede comenzar desde el momento en que un norteamericano contacte con esas agencias de viajes y empresas relacionadas con La Habana,  incluso por Internet.

Cualquier método pudiera ser válido para reprimir los vínculos con el "enemigo", tal y como Washington califica oficialmente a la vecina nación, de apenas 11 millones de habitantes.
Y como se anuncian las cosas, el gobierno estadounidense podría recurrir a métodos nada
convencionales para "hacer prevalecer la ley". Así lo demostró con la intercepción de los teléfonos y correos electrónicos de varias misiones diplomáticas ante la ONU, previo a la votación en el Consejo de Seguridad sobre la agresión contra Iraq.

El bloqueo fue instaurado hace más de cuatro décadas para rendir a la revolución cubana. La paranoia llega al extremo de que unas leyes del Congreso van en contra de otras. La Ley Torricelli, aquella que estipulaba un segundo carril con intercambios culturales y académicos, en el afán de subvertir por la vía de la penetración, prácticamente ha quedado en desuso.

Con Bush la táctica ha sido cerrar cualquier canal, y es por ello que a músicos y artistas cubanos nominadosy premiados con los premios Grammy el Departamento de Estado les negara las visas en los últimos años. Así ocurrió ahora con Manuel Galbán e Ibrahim Ferrer, dos laureados este año.

En la medida en que el tiempo se ha encargado de demostrar el fracaso de la obstinada política de cerco, y cuando concita un extendido rechazo en sectores de la sociedad estadounidense, más se empeña la Casa Blanca por endurecerlo.

Así, hasta el punto en que se ha convertido en un instrumento de represión para el pueblo
norteamericano, el único en todo el planeta al que su gobierno le prohíbe viajar a Cuba. De esta forma, Bush pretende convertir las 99 millas que nos separan en un profundo abismo, sobre el que se erige para cortar el paso a sus ciudadanos.

Haga un comentario



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Orlando Oramas León

Orlando Oramas León

Periodista cubano, subdirector del diario Granma.