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Peor que el terrorismo

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¿Puede considerarse la lucha contra el terrorismo la tarea de mayor prioridad en el presente año?

A juzgar por la desenfrenada propaganda de los dirigentes, funcionarios y medios de comunicación de Estados Unidos no hay nada más importante que esa tarea, aunque la humanidad enfrenta amenazas que son peores.

El calentamiento de la tierra es una de ellas. Para la administración Bush, que se negó a suscribir el protocolo de Kyoto diciendo que el efecto invernadero es algo que  debe investigarse más antes de imponer impuestos a las industrias que emiten dióxido de carbono y otros gases a la atmósfera, el tema no es prioritario. ¿Ignorancia?, ¿desprecio? o, quizás, defensa a ultranza de los bolsillos de los grandes propietarios de industrias que piensan más en los incentivos del mercado que en la necesidad de adoptar medidas para preservar el medio ambiente.

Los científicos de diversos países, en cambio, consideran el peligro del cambio climático como el problema más grave con el que se enfrenta el planeta en la actualidad. Si no se actúa inmediatamente, dijo recientemente el científico inglés David King, principal asesor del gobierno de Londres,  "las inundaciones, las sequías, las hambrunas y enfermedades como la malaria, afectarán a millones de personas en todo el planeta".

Se estima que la atmósfera terrestre se calentará en 5,8 grados centígrados y el nivel del mar aumentará casi medio metro para el 2100. No queda otro camino que adoptar hoy las medidas oportunas para frenar tal peligro.

No es un lenguaje alarmista y exagerado. El pasado 3 de enero en el Teatro Karl Marx, en la velada por el aniversario 45 del triunfo de la Revolución, Fidel dedicó varios de los pasajes de su discurso a exponer la pasividad de aquellos que tienen altas responsabilidades políticas en el mundo actual sobre el tema del calentamiento global, no obstante los llamados de alerta hechos en distintas reuniones internacionales por científicos y ecologistas, entre ellas la Cumbre de Río de Janeiro, efectuada hace diez años.

Allí en Río de Janeiro -dijo el Presidente cubano-fui testigo de la inquietud y el temor de los que representaban a las pequeñas islas del Pacífico y a otros países amenazados por el riesgo de quedar sepultados por las aguas de forma parcial o total debido al cambio de clima. Es triste. Los primeros en sufrir las consecuencias de la afectación del medio ambiente son los pobres... Sobre ellos caen directamente los efectos de las grandes emanaciones de dióxido de carbono causantes del calentamiento de la atmósfera y el efecto pernicioso de los rayos ultravioletas que atraviesan el deteriorado filtro de la capa de ozono. Cuando se enferman, bien se sabe que no existen para ellos y sus familiares hospitales, médicos ni medicamento alguno.

El medio ambiente está muy relacionado con la salud del hombre y del reino animal en general. El 60 por ciento de las infecciones agudas de las vías respiratorias, el 90 por ciento de las enfermedades diarreicas, un 50 por ciento de las respiratorias agudas y un 90 por ciento de los casos de paludismo podrían evitarse mediante la aplicación de simples medidas relacionadas con el medio ambiente.

Los cambios en la ecología traen consigo, según aseguran muchos científicos, oportunidades para el desarrollo o evolución de los microbios que atacan al hombre y a los animales.

Virus desconocidos en el pasado, como el de inmuno deficiencia humana  (el sida) o el del síndrome respiratorio agudo, han infectado a la población mundial en los últimos año, se han convertido en una verdadera pesadilla y han llevado a la tumba a millones de seres humanos. La degradación del medio ambiente, sin duda, ha tenido mucho que ver con el desarrollo o evolución de tales enfermedades.

Los animales también son afectados por virus hasta hace poco desconocidos. Se desatan epidemias como la de las "vacas locas" en el ganado o " la gripe del pollo", un misterioso virus avícola, que ha obligado a sacrificar en países asiáticos en las últimas semanas a cientos de miles de pollos. Y eso afecta al hombre en su alimentación porque pone límites al consumo de carnes para evitar que los virus presentes en el mundo animal se propaguen a la especie humana.

Como regla, el apetito consumidor sin precedentes que se evidencia en muchas partes del mundo contribuye a degradar las condiciones ambientales. En Estados Unidos, por ejemplo, hay más automóviles que personas con permiso para conducirlos. Esos vehículos son causantes de una permanente contaminación en ciudades y pueblos. La expansión del consumismo provoca, asimismo, que bosques, tierras agrícolas y territorios vírgenes desaparezcan para dar paso a parqueos de automóviles, centros comerciales, edificios de oficinas o industrias. Similar cuadro se reproduce en todo el mundo industrializado. Todo eso, a la larga, deteriora el clima.

 Hay otros muchos peligros para la existencia de la especie humana, peores que el terrorismo. El uso, por ejemplo, de las más modernas  tecnologías para una mayor  producción y desarrollo de las armas nucleares. O el hecho de que el poder de decisión sobre su empleo esté en manos de unas pocas personas, como ocurre en Estados Unidos, donde el Presidente tiene tal omnipresente facultad.

A lo dicho anteriormente podríamos agregar otros muchos problemas, similares o peores que el terrorismo. Entre ellos, la inmensa y cada vez más creciente brecha entre ricos y pobres, lo que trae como consecuencia que las dos terceras partes de la humanidad viva en la miseria, el hambre, la insalubridad, el analfabetismo, el desempleo y sea víctima principal de las enfermedades.

Todo eso, y mucho más, se lo debemos al desorden mundial que ha impuesto el sistema económico y social del imperialismo, cuyo egoísmo, soberbia y prepotencia le impiden dar pasos que favorezcan los intereses de la mayoría de la humanidad. Y esto también, sin duda alguna, es peor que el terrorismo.  

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Juan Marrero

Juan Marrero

Periodista cubano, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba