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Cuba en "El País" de Falsimedia

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Acompañando e impulsando a la Fundación "Encuentro de la cultura cubana" y a la revista del mismo nombre, El País se ha lanzado, desde el comienzo del verano, a una campaña desaforada contra Cuba que anticipa la que va a tener lugar en los próximos meses.

Dentro de la compleja estructura funcional de Falsimedia, que en su conjunto manipula y orienta estratégicamente la información para vaciar a la opinión pública, convertirla en "sentimiento público" y situarla en la senda del "consenso de Washington", el periódico El País cumple cada vez más un trabajo vinculado al control del imperio sobre América Latina. La manipulación en el inicio de esta campaña contra Cuba ha sido extremadamente grosera en cuanto a la distancia entre la información y los hechos, pero ha utilizado técnicas muy depuradas por experiencias próximas -la más sistemática fue la incorporación plena del diario al fundamental componente mediático del largo y todavía muy activo proceso de golpe contra el gobierno democrático y popular de Venezuela- y adaptadas con precisión a los reflejos condicionados que el propio periódico ha creado en sus lectores.

Dos objetivos inmediatos

En esta fase de la campaña se están cubriendo dos objetivos tácticos: uno el lanzamiento público de la Fundación Encuentro y la plena identificación de El País con ella; el otro la determinación, fijación e integración en un esquema sencillo y fácilmente divulgable, de la "información- basura" que va ser necesaria en la larga y sucia guerra mediática contra Cuba.

Se trata de atacar a la revolución cubana consagrando la revista Encuentro y falseando desvergonzadamente la naturaleza de esta publicación. Al mismo tiempo se reafirma el discurso elemental contenido en la proclama: "Carta abierta contra la represión en Cuba", y se consolida el instrumento informativo para la campaña contra Cuba en cuya articulación El País ha tenido un papel fundamental.

Encuentro total

La primera falsedad es la calificación de Encuentro como revista cubana. En realidad es un instrumento diseñado y financiado por el gobierno de los EEUU y por el gobierno español a través de organismos estatales o fundaciones interpuestas: la Fundación Ford y la NED (National Endowment for Democracy) son los instrumentos de Washington, y el Instituto de Cooperación Iberoamericano el de Madrid. El producto informativo de esta alianza entre Bush y Aznar -aparecida fugazmente con ocasión del golpe de abril en Venezuela, y consolidada como fidelidad servil durante la pasada primavera- tiene la misma credibilidad que el que utilizaron en la justificación de la guerra contra Irak.

La segunda falsedad es la afirmación de que Encuentro reúne a los intelectuales de dentro y fuera de la isla. Cabría decir -interpretando fielmente a El País- a todos los intelectuales cubanos. La formulación que le ha dado el periódico a ese increíble "milagro de fraternidad" ha sido ejemplar en cuanto a su intención manipuladora: "Lugar de reunión para los intelectuales de aquella isla que viven tanto dentro del país como en el exilio" (31.7.03). Así pues, no hay intelectuales cubanos fuera del muy peculiar corralito político-cultural vallado por Encuentro.

El "Encuentro" del que nos hablan los profesionales a las órdenes de Polanco tiene -según sus patrocinadores económicos y sus aliados mediáticos- un carácter absolutamente "universal" en cuanto al pensamiento cubano. De la misma manera y con el mismo grado de falsedad, proclamaron hace algunos meses que los periodistas cubanos estaban representados en su totalidad por la insignificante minoría que ejercía el doble papel de "periodistas" -la mayoría no lo eran- y de "disidentes" dentro del organigrama desestabilizador que había establecido James Cason, jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba.

Encuentro-Verdad

Una vez que el órgano de propaganda de la NED -y de la CIA- ha sido presentado como el pensamiento global de Cuba, es prioritario establecer de manera inmediata su identificación con la Verdad. Por eso El País afirma categóricamente la cuidadosa objetividad de la revista: "El informe -se refiere al que ha publicado Encuentro sobre 'la represión en Cuba'- es cronológico y aséptico, y narra los últimos episodios del régimen castrista".

Esta definición de la objetividad y rigurosidad atribuidas a Encuentro enmarca dentro de la información de El País (30-7-03), dos afirmaciones absolutamente tendenciosas y notoriamente falsas de la revista de la NED que reproduce el diario. En ellas, Luis Manuel García, Jefe de Redacción, afirma que las tres condenas a muerte lo fueron con la acusación de "traición a la patria por intento de abandonar la isla" y también que "se condenó a 75 personas por pensar distinto". La supuesta "indiscutibilidad" de unas afirmaciones tan mendaces como esas sirve para establecer como axioma indiscutible esa medida de la represión en la isla y del carácter de su "régimen". El País define, con palabras de Encuentro, los "lugares comunes" básicos que servirán de soporte a la próxima información sobre Cuba.

A esa labor de legitimación de la revista Encuentro -en realidad un instrumento y un discurso reglamentados y definidos en la Ley Helms Burton- colaboraron intensamente todos los intelectuales, artistas y políticos siervoyanquis, que firmaron, semanas atrás, la primera gran colaboración entre los dos medios de comunicación: la "Carta abierta contra la represión en Cuba".

A la caza de intelectuales "críticos"

La campaña se ha estructurado para facilitar, en las primeras fases, la vinculación de aquellos "intelectuales", mucho más gregarios que críticos, que no se hacen demasiadas preguntas. Otorgar a los "disidentes" que actúan de la mano de la administración Bush el carácter de "pacíficos", vincular la "disidencia" cubana nada menos que a una aspiración de "soberanía", autodefinirse como "intelectuales, artistas y políticos del mundo democrático", o responder a iniciativas de El País o de Encuentro sugiere mucho más que un despiste transitorio. Sugiere un considerable grado de conformismo con la realidad y de servilismo ante el poder, combinados con ignorancia irresponsable o con pura desvergüenza.

Una vez hecho el primer enrolamiento se utilizan métodos más sucios. En caso necesario se miente en relación con la participación en los manifiestos anticubanos de determinados intelectuales simbólicos, o sobre el grado de participación de algunos otros que se ven incorporados contra su voluntad a colectivos que les son ajenos y a escaladas que no comparten. El caso más flagrante de falsificación total de las posiciones hechas públicas ha sido el de Mario Benedetti, y el de incorporación tramposa a dinámicas que han ido mucho más allá que sus desacuerdos con los procesos judiciales en Cuba, el de José Saramago. La campaña, iniciada con un brevísimo discurso aparentemente dirigido a la denuncia de las últimas condenas en Cuba, ha sido rápidamente definido con planteamientos mucho más extremos a los que han quedado vinculados aquellos pocos intelectuales que sin calcular las gratificaciones han mordido el anzuelo.

Mientras desenmascarar a El País -que justificó la guerra contra Iraq en el momento clave de las intervenciones de Powell en el Consejo de Seguridad, y participó plenamente en el golpe fascista contra Chávez en Venezuela- se ha convertido en una tarea fundamental del pensamiento crítico, algunos intelectuales se han dejado cazar por el cálido y protector abrazo de Polanco.

La negación de la agresión exterior

La campaña de la fundación-revista Encuentro que está catapultando El País tiene un eje prioritario: aislar los sucesos de Cuba de su contexto fundamental que es la agresión exterior.

La evidencia, cuando descalabra un discurso político, se convierte en el primer objetivo a demoler. Se repite aquí, en relación con Cuba, la estrategia de ocultamiento que se realizó con rotundo éxito durante la larga campaña de preparación de la guerra contra Irak. Las causas fundamentales que conducían a la guerra por decisión inexorable de los EEUU, permanecieron ocultas o apenas fueron mencionadas. Fueron sustituidas por otras, absolutamente espurias, articuladas sobre documentos falsificados, que a pesar de ello polarizaron todos los debates en los medios y también las "representaciones de la crisis" que se hicieron en el Consejo de Seguridad.

Los últimos sucesos en Cuba -las detenciones y los procesamientos- estarían absolutamente desvinculados de agentes y acciones exteriores. Una de las frases que hace referencia a los "motivos" de tales procesamientos, repetida reiteradamente, ha sido que las condenas son la manifestación de una "represión agravada con ocasión del comienzo de la guerra de Irak", o con más claridad todavía: "aprovechando la conmoción internacional generada por la guerra en Irak". El gobierno cubano se serviría de la guerra, como situación que polariza la atención y propicia el ocultamiento, para incrementar la "represión política".

La coincidencia a que se refieren El País-Encuentro, entre la guerra de destrucción y ocupación de Irak, y las detenciones y juicios en Cuba no es, desde luego, casual. La simultaneidad es muy significativa, pero no se produce por las razones que señala la campaña contra Cuba sino por otras completamente distintas.

La feroz reactivación de la estrategia de desestabilización externa contra Cuba, considerada como otra etapa de la "guerra universal antiterrorista" del presidente Bush, ha sido tan evidente como pública, tras la inmediata y aparente "victoria" de EEUU en Irak. Ésta es la "crónica" de hechos que oculta cuidadosamente el "relato, cronológico y aséptico", que publica Encuentro y certifica El País.

La intervención contra Cuba ha sido abiertamente anunciada -en plena euforia guerrera- por los miembros prominentes de la administración de los EEUU y por las organizaciones contrarrevolucionarias de Miami, y descaradamente realizada con las actuaciones desestabilizadoras de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana. Esto último ha sido ampliamente documentado por el gobierno cubano ante los medios de comunicación y presentado por la fiscalía ante los tribunales de justicia.

El silencio sobre la amenaza que pende sobre Cuba, la coartada de la desvinculación entre los procesos en la isla y la intensificación de la guerra de "baja intensidad" de los Estados Unidos, descalifica a todos los intelectuales firmantes del manifiesto. No es posible el menor compromiso con la verdad cuando no sólo se olvidan más de cuarenta años de agresion continua contra Cuba, sino que esto se hace en un momento en el que la intervención militar ilimitada de los EEUU se ha convertido en un procedimiento habitual para el dominio del mundo, cuando la política imperial de conquista y saqueo ha alcanzado niveles de ruptura total de todo el orden internacional.

En contradicción flagrante con la realidad, el núcleo del esquema ideológico de El País es el de la existencia de un creciente conflicto interno, cuya respuesta sería el incremento despiadado de la represión. Nada de lo que ocurre en Cuba tendría que ver con una agresión desplegada durante más de cuarenta años, con el desarrollo actual de la "guerra global antiterrorista", ni con el proyecto de dominación por la fuerza que tan detalladamente describe la "Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos".

La violencia de Bush es paranoia de Castro

En un esquema ideológico que insiste en la ausencia de factores exteriores significativos en la aparición, organización y lanzamiento publicitario de una "disidencia interna", se hace necesaria una denuncia cínica del bloqueo -no en cuanto al sufrimiento que provoca en el pueblo cubano, eso parece traerles sin cuidado, sino en cuanto sirve de "coartada" del "régimen" para explotar una situación de "país sitiado" y aumentar la represión-.

Una parte de la "cultura cubana" representada en Encuentro va todavía más allá en los niveles de cinismo. Estratégicamente vinculada a todas las formas y momentos de la agresión norteamericana contra la revolución, pero incapaz -en pleno intento de ampliar las alianzas externas contra Cuba- de justificar públicamente algo tan brutal y tan ilegítimo como el bloqueo, llega a hablar de la existencia de guiños de complicidad entre Bush y Fidel en relación con ese bloqueo.

Ahora bien, a pesar del enmascaramiento en una retórica de democratización, en el extremo del discurso ideológico aparece su naturaleza extremadamente reaccionaria y su complicidad con el nuevo fascismo de los EEUU. Un ejemplo claro es cuando atribuyen algo tan evidente como la percepción de la agresividad de Bush a la paranoia del "régimen" o del propio Fidel Castro.

Después de su descarado apoyo orgánico y sistemático al continuado intento de golpe fascista en Venezuela, y de su apuesta primaria a favor de la intervención militar en Irak para "eliminar el riesgo de las armas de destrucción masiva", El País -órgano principal de Falsimedia en España- ha reiniciado la defensa de sus intereses empresariales y la colaboración estratégica con los Estados Unidos en la campaña contra Cuba.

Otros encubrimientos

La desvinculación de la situación de Cuba de las agresiones y amenazas de los Estados Unidos no es el único ocultamiento grosero.

El principal silencio de El País es el que encubre la verdadera naturaleza diferencial, política, económica y social, de Cuba, su larga y gigantesca lucha por la igualdad, por la efectividad de todos los derechos humanos básicos, la dignidad personal, la protección social de todas las personas, y la integración efectiva de todos los ciudadanos en un proyecto humano solidario y colectivo.

Tampoco aparecerá jamás en los análisis del País el enorme papel internacional de Cuba en la construcción de un discurso y una práctica antagónicos a los del capitalismo neoliberal, como elementos necesarios de resistencia ante una globalización que está ocasionando auténticas catástrofes humanas, y como factores imprescindibles de la organización popular para la conquista de los derechos humanos básicos demolidos por el mercado.

Claro que la vida digna como exigencia de todos y para todos, la humanidad entendida como solidaridad, y la búsqueda de un futuro libre de desigualdades y marginaciones escandalosas queda fuera de la cultura y el pensamiento de los dos "encuentros": el de la Cultura de la contrarrevolución cubana, y el de "los intelectuales, artistas y políticos" que firmaron la "Carta abierta contra la represión en Cuba".

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Antonio Maira

Antonio Maira

Dirige el diario digital InSurgente y es uno de los editores principales de la publicación Cadiz Rebelde. Vive en Cádiz.