Diálogo light
Daniela Pujol Coll tiene 25 años y es profesora de lingüística en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Ahora mismo, se encuentra dirigiendo un equipo de voluntarios en el hospital de campaña que, desde abril de 2020, radica en la residencia estudiantil de la casa de altos estudios enclavada en el reparto Bahía, Habana del Este. Esta es su cuarta rotación por un sitio de estos.
Roly y Daniel, también muy jóvenes, son médicos y han coincidido con Daniela, indistintamente, durante su trabajo en centros de aislamiento. En el caso del doctor Daniel, tiene una “doble vida” como músico urbano. Yankiel, por su parte, tiene 20 años y es estudiante de medicina; ahora funge, al igual que Daniela, como personal de apoyo.
–Pues yo lloro por cualquier cosa –me comenta Daniela.
–La Guerrilla no tendría sentido sin las lágrimas –le respondo.
–Eso creo. He pensado bastante en eso entre ayer y hoy. No en eso exactamente, pero por ahí. Aquí hay gente que está muy mal y es increíble que esto siga funcionando para que no se pongan peor.
–¿Mal de salud?
–Sí. Y de lo demás también. Hay personas que se quedan mirando al techo y yo no sé cómo vivirán ahí afuera. Anoche fue terrible. Me quedé con uno de los muchachos esperando para bañarnos y pasar para acá y veíamos a Roly ir de un lado para otro, dando salticos, como camina él, con su buen ánimo, con la perra oscuridad que había, con el calor, con el “disinfle” que nosotros teníamos en una tarde-noche y la alegría que mostraba él. Empecé a llorar desconsoladamente aprovechando la careta. Espero que el que estaba conmigo no se haya dado cuenta, pero debía estar pensando boberías también.
–Es bueno llorar.
–Sí, pero no irse en lágrimas. Tengo que aprender a controlar un poco eso. No puedo llorarle así a cualquiera.
–Roly no es cualquiera.
–No, y Yankiel tampoco, pero hasta ayer no lo conocía y ya en la noche le estaba llorando.
–¿Cómo va el domingo?
–Así amanecí –me dice y envía una foto junto al doctor Daniel.
–¿Cantando reguetón?
–No. Aunque en la noche sí lo oí cantando romántico en algún momento.
–Ese tipo es un clásico.
–¿Sabes lo que me dijo cuando nos vimos?
–¿Qué?
–Yo estaba forrada en zona roja y le dije: ¡Doctor Daniel…! Se me quedó mirando y se le aguaron los ojos. Me dijo que no se acordaba de cómo me llamaba pero que sabía quién era debajo de todos esos trapos, que le daba mucha tranquilidad ver mis ojos aquí. Y cuando salió de la guardia pasó por el comedor y nos tomamos la foto.
–Qué lindo eso.
–Sí. Yo también sentí mucha tranquilidad al verlo.
–Yo sabía que no era un reguetonero cualquiera.
–No. Es el “Capitán Daniel”, médico-reguetonero. Nuevamente me aguó los ojos delante de los “niños”. En fin…
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El doctor Daniel es un excelente médico y cantante. Sabe llevar sus dos aficciones dando un poco de música y alegría a sus pacientes. Tu familia te respeta, admira y quiere mucho. Felicidades cuñi. Sigue siendo el mejor médico cantante que puedes ser
Impresionan estos jóvenes...que entrega..que solidaridad...que espíritu de sacrificio por el bien de todos...no buscan nada material solo entregan amor...son un gran espejo donde mirarse y buscar respuesta ante tantas faisedades y egoísmo. Mis respetos.
Felicidades a la profesora por su gran aporte en la lucha contra la Covid-19.
EDr. Luis Daniel Delis Maturell, joven santiaguero que ha dado su aporte en Madruga, Mayabeque y ahora en Habana del Este. Desde que comenzó la Covid-19 en Cuba ha trabajado en zona roja y cuida con mucho amor y dedicación a sus pacientes a los que juntos el Dr. y el músico le ponen melodia a los dias de sus pacientes en esos momentos tan angustiantes.
Felicidades por su valentía
Saludos
Tengo el gusto de conocer a Daniela desde que nació pues sus padres son muy queridos amigos y su mama particularmente como la hermana que no tuve y han sabido inculcar en ella muy lindos valores que han cosechado esa vocación altruista y desinteresada de ayudar que en esta época de Pandemia no ha cesado de demostrar con los riesgos asumidos en esas batallas. Todos ellos muy valiosos ejemplos que hay que divulgar más pues son universitarios que su formación no está vinculada a la salud.
¡Que relato más lindo!. Somos cubanos, no podemos ser diferentes. Felicidades muchachos, patriotas, Manises de hoy.
Los admira, sin conocerlos.
Pedro Luis, otro patriota, ya viejo de pero patriota.
Mambses de esta época
Mi profe Daniela tierna como.nadie, delicada como una flor, ha sido a pesar de su juventud la mejor profesora que he tenido, que orgullo menha dado esta noticia
Que orgullo haberla conocido, no precisamente en un centro de aislamiento, sino cuando éramos libres y no sabíamos cuánto. Que ser humano tan admirable, tan sincero, tan bondadoso, cómo esas almas escapadas de los cuentos. Que el tiempo pase y comprobar que sigue siendo la misma persona, que siendo tan joven llegó a impartirnos clases con esa dulzura pero con esa constancia, deja un sabor agradable. Gracias profe, por ser esa persona extraordinaria, por seguir dando el paso al frente en uno de esos lugares donde más se necesita ayuda y al que tanto temor se le tiene.
Gracias a todos los trabajadores de ese centro, estuve ingresada en mayo en esa residencia y me llevé un buen recuerdo , a pesar de, que estaba enferma , no es fácil esos momentos, pero le agradezco de por vida a todos, aunque no les pude ver la cara, gracias y mil gracias, felicidades, valientes, son un ejemplo a seguir.
Mis amigos Luis Daniel y su grandiosa esposa, ejemplo de solidaridad pura y hermosa; y la valiente Daniela, demostrando en sus lágrimas y accionar la invaluable labor diaria del mundo universitario en éstos tiempos de enfrentamiento al Covid en Cuba.
El diálogo solo tiene de "Light" el título, lo demás es tan profundo como la creación. Gracias Mario, recordé leyéndote las cuatro veces que he pasado por zona roja desde abril de 2020.