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El diario de René: Inicia el combate entre McKenna y Basulto

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Martes 13. Ni te cases, ni te embarques, ni de tu familia te apartes, dicen por aquí. No sé si Basulto se habrá persignado ante la fecha considerada fatal para muchos, cuando por la mañana salió de su casa. Tal vez lo hizo y, si no lo hizo, debió hacerlo. La sala llena incluye a los invitados especiales del ocupante del potro del tormento: Tito Fufú, el especialista de radio de Hermanos al Rescate, las ineptas Sofía Powell Cossío y Silvia Piñera; Rita y Maggie, esposas de José Basulto y Billy Shuss respectivamente; el temible gladiador Mr. Clayman, el mismo que, junto a su esposa y el gato de la casa, creara la organización Vigilancia Judicial de tan egregia memoria en la Pequeña Habana. En fin, que el pobre de mi hermano está rodeado de la crema y nata de la sociedad miamense, aunque en esta ocasión tiene la suerte de ser acompañado por nuestros tíos Papín y Nena y nuestro primo Sergio. Así que tenemos a nuestro amigo nuevamente, bajo la protección de cuatro abogados, una turba y tres fiscales, cuando se enfrenta a Paul McKenna en este segundo round, un aciago martes 13.

La sesión comienza con el vuelo sobre La Habana del 13 de julio y la imagen de Basulto pronunciando su arenga: “Esto es un acto de desobediencia civil y sabemos lo que estamos haciendo. Asumimos la responsabilidad...” y, etc., etc. Pregunta McKenna:

—¿Usted se refería a alguna conmemoración en ese video?

—Tal vez.

A continuación el abogado toma el boletín oficial de Hermanos al Rescate y se detiene en un artículo escrito por Jorge Lares. Kastrenakes objeta, esto provoca que McKenna tenga que justificar la introducción del artículo.

Pero primero Basulto debe leer el periodiquito completo para «asegurarme de que no me preguntan nada fuera de contexto». Tras examinar detenidamente cada letra, el testigo hace un intento por echar la culpa a Lares. Pero McKenna le hace reconocer que es el boletín oficial de la organización de la que él, José Basulto, es el presidente:

—¿No expresa sus puntos de vista el boletín de Hermanos al Rescate?

Y al testigo no le queda más remedio que admitirlo.

“Nuestro vuelo sobre La Habana le demuestra al pueblo de Cuba que, si nosotros entramos a la ciudad, ellos se pueden levantar”, lee McKenna en el panfleto. El abogado muestra el boletín, que ofrece las fotografías del avión de Basulto sobre la capital cubana a dieciséis dólares cada una, y el preclaro pacifista se bate en retirada diciendo que ese era el costo de las fotografías.

McKenna recorre la aventura de Basulto cuando lanzó proclamas sobre la punta de Maisí, tras haber despegado de la base de Guantánamo en noviembre del 94; y le pregunta si no estaba molesto porque no se le permitió ver a los refugiados y si eso lo decidió entonces a realizar su provocación. El acus..., digo, el testigo, protesta y dice que no, que su padre creció allí y por eso él sintió la nostalgia de sobrevolar el lugar. Entonces Paul enarbola una carta de Basulto a Ileana Ross, donde le da las quejitas de que la Navy no lo había dejado ir a ver a sus balseros.

De nuevo se repasa la historia de las pruebas con municiones a partir de tuberías plásticas, que algunos de los compinches de Basulto estuvieron haciendo; y este se vuelve a defender echando la culpa a Roque:

—Nosotros estábamos construyendo un artefacto para que los balseros hicieran señales, y Roque nos quiso manipular para que lo convirtiéramos en un arma. Entonces hicimos una prueba para ver si ellos podían cazar pájaros o defenderse de los tiburones.

El abogado le pregunta si había recibido una visita del FBI y Basulto responde diciendo que lo querían convertir en un delator.

—Esos que ahora son llamados violadores de la ley son patriotas, y yo los apoyo, a pesar de que mis métodos son otros. Yo soy seguidor de Martin Luther King. Inclusive la asociación Martin Luther King nos está apoyando a nosotros –se defiende Basulto, para de paso engañar a los miembros del jurado con la supuesta ayuda de dicha organización.

McKenna lee en el reporte del agente del FBI que entrevistó a Basulto, en el año 95, las respuestas de este: “Basulto dijo apoyar las actividades de quienes luchan contra Castro aun cuando violen las leyes”. Ahora objetan al mismo tiempo Kastrenakes y el tes... ¿O debo decir ahora acusado? El último se impone al fiscal para elevar una plegaria:

—Hermanos al Rescate y yo estamos siendo los acusados en este juicio, en lugar de estos señores que...

—Señor Basulto –le interrumpe la jueza–, usted está aquí para responder preguntas y esos comentarios no son apropiados. Por favor, limítese a contestar lo que se le pregunta.

—Yo soy un pacifista –protesta el aludido.

Mientras Paul sigue a la carga:

—¿Usted probó el invento de las tuberías plásticas con municiones dentro?

—Sí.

—¿Le puso municiones de cartucho de 20 milímetros?

—Sí.

—¿No trató de comprar un avión a reacción checoslovaco L-39 que se usa para entrenamiento militar?

Ahora el testigo no recuerda y Paul enarbola una carta que le envió el fabricante del avión, como respuesta a su solicitud, donde le brinda los datos técnicos del aparato y otra información de interés para adquirirlo. De nuevo Roque paga la cuenta:

—Ese fue el espía castrista Juan Pablo Roque, que me quería meter en asuntos de terrorismo para anotarse puntos con sus superiores en Cuba. Él fue quien me insistió para que comprara el avión y seguro mandó a pedir esas instrucciones del fabricante.

—Y las instrucciones fueron enviadas a su dirección, ¿no?

—Bueno, seguro que él les envió el sobre con mi dirección. —¿Y la respuesta fue enviada a su casa? ¿Y cómo se supone que Roque accedió a ella?

—Bueno –se defiende desesperado el acusado, que ya lo es–, tal vez Roque dio la dirección de mi casa y se robó la respuesta del buzón.

Paul quiere introducir la carta como evidencia, aunque tiene que arrollar a Kastrenakes que no para de objetar. Mientras, ya la carta está en manos del jurado. El fiscal sigue gimiendo en tanto McKenna pasa a otras minucias en las que Basulto ha empleado su tiempo, todas dedicadas a la consumación de sus ideas pacíficas.

—¿Usted no discutió con Freddy Flaker la adquisición del Mig-23 que estaba en Opa-locka por el año 94?

—¿Usted no fundó la iniciativa Encuentro 95 para acercarse a los militares de la Isla?

—Sí, pero era una iniciativa pacífica.

—¿Usted no viajó a Cancún en el año 95 para tantear al hermano de un alto militar cubano?

—Sí, pero fue en un viaje de placer.

—¿No fue en el N2506?

—Sí.

—¿No tuvo en su poder un plano de la red eléctrica de Cuba y discutió la posibilidad de realizar un sabotaje a una torre de alta tensión cerca de San Nicolás de Bari?

—¿No estudió la posibilidad de un sabotaje a la refinería de Cienfuegos?

—¿No fue a México a reunirse con militantes del PAN? –fustiga McKenna. Y Basulto pierde la paciencia:

—Señor McKenna, ¿usted está haciendo el trabajo de la Inteligencia cubana?

Paul pone una moción para borrar el comentario y pide una instrucción al respecto para el jurado. El panel deja la sala y la jueza se encara a Basulto para reprenderlo severamente por ese comentario inapropiado.

Cuando dan las 11:05, nos vamos a un receso. Al salir de su puesto, Basulto se acerca a McKenna en un acto teatral para pedirle disculpas y este se lo quita rápido de encima con un gesto despreocupado que da a entender que sus disculpas han sido aceptadas y, de paso, que puede seguir su camino si le place.

De regreso a las 11:25, Paul se dirige a la jueza para pedirle que dé una instrucción más fuerte al jurado. Joaquín se lanza en apoyo de su colega y plantea que este es el tipo de cosas que se temieron durante la moción para cambio de sede.

—Esto llega al extremo –explica Joaquín–. Le manda un mensaje al jurado en el sentido de que si no hallan culpables a los acusados de todos los cargos, serán catalogados de comunistas.

Kastrenakes asume nuevamente su papel de defensor de Basulto en el tono plañidero que a esta hora resulta el único adecuado para defender a su pupilo. El comentario de Basulto fue inapropiado, pero todo lo necesario se ha hecho. La Corte debe ser imparcial. Basulto ha sido tratado como un testigo hostil y sus comentarios fueron solo una reacción. Además, el bueno del testigo acaba de excusarse con Paul.

McKenna explica que no está tan preocupado por Basulto como por la reacción que pueda tener el jurado, pues su credibilidad ante el panel puede sufrir con la insinuación de que él pueda estar trabajando para la Inteligencia cubana.

Lenard da la razón a los abogados y a las 11:44 pasa el jurado para que ella les dé la instrucción. Les explica que todo acusado tiene derecho a una defensa vigorosa, que McKenna está haciendo su trabajo y que los comentarios de Basulto fueron infundados. Ya ha terminado la andanada de McKenna en relación con las travesuras bélicas de Basulto, todas reportadas a Cuba por Roque y un servidor; y podemos seguir disfrutando de los videos con que ha adquirido fama de guapo en la sagüesera.

El abogado le pregunta sobre su aventura del 17 de abril de 1994, y Basulto no recuerda; pero insta a Paul a que le refresque la memoria, este lo hace con mucho gusto mostrándole el video tomado ese día. McKenna detiene la imagen en la variante militar O-2 del Cessna Skymaster, e introduce las fotografías anteriormente mostradas al “desexperto” en aviación del gobierno. Pero el testigo solo recuerda haber usado ese avión hasta el año 1992 y se hace el japonés en cuanto a las siglas de la USAF, al panel de armamentos, a si el avión participó en el show maleconero del 94 y a las otras marcas militares del aparato: «Yo no era el dueño y Hermanos al Rescate solo alquilaba ese avión de vez en cuando».

McKenna enfrenta a Basulto con los dos discursos políticos que dedicaran por radio a esa aventura, y lo abofetea con sus propias palabras de ese día: “Instamos al pueblo cubano y a las Fuerzas Armadas a derrocar al régimen de Castro”. A continuación el abogado se refiere al Mig:

—¿Usted ignoró al Mig?

—No, hablé con él.

—¿El Mig estaba dando vueltas a su alrededor y usted no se alejó?

—Bueno, luego nos alejamos.

—¿Usted no tenía miedo a los Mig?

—Bueno, a mí me preocupaba su presencia.

—Entonces qué. ¿Quería que lo filmaran hablando con ellos?

—Bueno..., yo hablé..., pero me fui..., o no me fui, pero tampoco me quedé..., o sea, que cuando me fui no me largué, pero tampoco permanecí, y cuando hablé me quedé y entonces permanecí y me fui... ehhhhh, usted me entiende..., yo me fui pero me quedé..., pero en definitiva me fui... y estoy aquí.

Paul recorre el resto de las violaciones que Hermanos al Rescate ha cometido y que han sido reportadas por el gobierno de Cuba, pero él evidentemente no va a aceptar ninguna que no haya sido documentada, y se resiste a admitirlas. Paul puntualiza las violaciones, cuando se penetró en el área peligrosa al norte de La Habana, y el acusado repite la mentira de que era activada para evitar sus vuelos de rescate. Por supuesto, reitera que tampoco entró al espacio aéreo de Cuba en enero del 96. Paul le hace repasar su experiencia como piloto, así como las características del equipo de navegación a bordo del N2506 para establecer que difícilmente se podía haber perdido, ese día, dentro del espacio aéreo cubano:

—Dicho sea de paso, ¿fue también Roque quien lo convenció de hacer ese vuelo en enero del 96? –le pregunta McKenna irónico. El abogado, a continuación, quiere exhibir la obra de arte donde los bravos panfleteros del aire anticipaban que se volverían unas Magdalenas si eran obligados a aterrizar en Cuba durante su vuelo de enero; pero Kastrenakes se opone y provoca un side bar.

A las 12:47 regresan los abogados y me entero de que la jueza decidió que el video previo al vuelo del 13 de enero del 96 se proyecte.

De esa manera, a la 1:15, después de haber tomado un merecido descanso de veintiocho minutos, estamos de nuevo en nuestras privilegiadas butacas para disfrutar otra vez del video donde Arnaldo no guiñará, Billy sí guiñará y Basulto se giñará, si eran capturados en Cuba.

La obra comienza con Basulto diciendo que esta es una misión de derechos humanos que será ejecutada fuera de Cuba y, si los capturan, seguro serán forzados a hablar contra su voluntad. Por lo tanto dejan este documento histórico para que quede como constancia. Arnaldo dice que la misión es de solidaridad, y que como todo el mundo sabe que él se la pasa guiñando los ojos, si llega a ser capturado, drogado, sopapeado, maltratado, vilipendiado y zarandeado, hará un esfuerzo extraordinario para mantener sus ojos quietos, dando a entender de esta manera que todo lo que está diciendo al mundo es mentira. Billy Shuss dice que él nunca en su vida ha guiñado y que, por lo tanto, cuando le hayan hecho también todo lo que le harían a Iglesias, hará lo que Iglesias siempre hace, que es guiñar; y así todo el mundo sabrá que él está diciendo mentiras. Por su parte Roque –espía castrista al fin– suena más enigmático que la sonrisa de la Mona Lisa y dice que la misión es no violenta. Que si lo agarran, quienes lo quieren deben recordar que no ha cambiado sus ideas. Cualquiera diría, con el beneficio de la retrospección, que tenía unas ganas de que lo cogieran del cará. «A ver si de a una me quedo en Cuba y se acaba la guanajería esta».

Paul inquiere sobre la necesidad de ese video antes de una misión y Basulto responde que era por si les hacían aterrizar en Cuba; pero reitera que, en esa ocasión, ellos no violaron el espacio aéreo de la Isla:

—¿No era el video una coartada preparada por si una vez en Cuba los hacían aterrizar y, en ese caso, iban a presentarlo para defenderse diciendo que habían sido capturados en aguas internacionales? ¿Pero por qué hacerlo en esa ocasión? ¿Habían sido forzados ustedes alguna vez a aterrizar desde aguas internacionales?

Y Basulto se defiende genialmente:

—Bueno. Siempre hay una primera vez para todo.

Ambos recorren los lanzamientos de volantes, primero el del 9 de enero y después el del 13, una vez ajustado el sistema que apenas les había permitido lanzarlos en la primera fecha. Paul le pregunta si conocía de las tensiones en Cuba, entonces Basulto se para en el cajón de bacalao:

—Siempre hay tensiones en Cuba y la culpa es de Castro.

Respecto a la especificación de su plan de vuelo, en el que dijo ir en una misión de búsqueda y rescate, usó como excusa el no querer que Cuba supiera el propósito del vuelo de antemano.

—No querían ustedes engañar a la FAA? –pregunta Paul, y su víctima responde que solo querían engañar a Cuba.

Ya se está acabando el día cuando Paul propone presentar la grabación original del programa de Radio Martí del 15 de enero, así como su transcripción al inglés. Kastrenakes objeta. Pero ya es la 1:53 y no hay tiempo para más. Se acabó el segundo round del combate estelar de la cartelera, Paul ha dejado a Basulto al borde del knock out. Nos vamos de la sala jubilosos, nuestra única queja sería por lo rápido que se puede ir el tiempo a veces.

Ya la prensa está mostrando desesperación. Es evidente sobre todo en los noticieros televisivos y algunas estaciones de radio que participan activamente del negocio del anticastrismo. No les queda más remedio que aceptar que el juicio ha cambiado de acusado, aunque evitan abundar en los detalles. El Canal 23 de televisión, en una entrega pésima bajo la firma de Bernadette Pardo –cosa rara, ¿no?–, entretiene a la audiencia desviando la atención hacia el hecho de que nuestros abogados son puestos por la Corte y pagados con el dinero de los contribuyentes. Atrás han quedado los días en que con deleite repetían, una y otra vez, la grabación de los Mig, y para reproducir en las pantallas buscaban con microscopio en la evidencia que la Fiscalía iba presentando, cualquier palabrita, guion o punto y coma que sirviera para estigmatizarnos.

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René González Sehwerert

René González Sehwerert

Héroe de la República de Cuba. Uno de los cinco jóvenes revolucionarios que se infiltró en grupos terroristas que desde la cuna de la mafia anticubana, Miami, organizan impunes sus ataques criminales contra el territorio cubano. Fue condenado a 15 años de prisión. Su causa contó con una enorme solidaridad internacional. Regresó a Cuba en el año 2013.

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