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La Feria, los libros, los lectores

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La venta de libros y publicaciones seriadas ocupó su espacio en la Biblioteca Central de la Universidad de La Habana. Foto: Cinthya García Casañas./ Archivo

Cada año, la convocatoria a la Feria devuelve su protagonismo al libro y la lectura. Como este evento existen y se multiplican otros en muchos lugares del mundo, con propósitos comerciales, en tanto la ocasión es propicia para negociar contratos según las normas de un mercado cada vez más transnacionalizado.

La nuestra, sin embargo, se propone dar vida a un acontecimiento de alcance popular acompañado de fuerte carga simbólica. Emergió con fuerza, no podemos olvidarlo, cuando en medio de ásperas circunstancias económicas, Fidel planteó la necesidad de salvar la cultura. Portador de ella, el pueblo, con plena conciencia, tenía que seguir siendo sujeto de la historia.

Mientras transcurre la Feria el libro adquiere presencia relevante en los medios, tanto en la prensa plana como en la radio y la televisión. No siempre, sin embargo, la divulgación se realiza con la puntería requerida para motivar a un destinatario asediado ahora por eficaces estímulos audiovisuales.

En los años que precedieron a la era digital, la Revolución construyó un inmenso público lector. Desarrolló un diseño gráfico de primerísima calidad que favorecía la rápida identificación de algunas colecciones. Propagó, a la vez, la inolvidable colección Huracán, con sus enormes tiradas en papel gaceta y precario pegamento. Se deshojaban desde la primera lectura, pero entregaron enormes tiradas a numerosísimos lectores para el disfrute de los clásicos de todos los tiempos.

En la actual coyuntura, el objetivo ha de centrarse en la preservación y rescate del hábito de lectura mediante acciones que comprometan al conjunto de la sociedad representada por la escuela, las instituciones culturales y los medios de comunicación. Corresponde a estos últimos llegar al destinatario de manera sistemática y en términos concretos.

Con espíritu festivo, los reflectores iluminan las jornadas de la Feria, pero el libro debe proseguir formando parte del acontecer cotidiano durante todo el año. Cada publicación constituye acontecimiento relevante para el lector potencial, disperso y múltiple, que demanda información acerca de cada suceso novedoso.

En el terreno de la literatura, de la historia, de las ciencias sociales, de la divulgación científica más rigurosa, se necesita saber quién es el autor, su jerarquía, así como los datos fundamentales sobre el contenido. Informar con inmediatez, eficacia y precisión es condición indispensable para despertar curiosidad, interés y motivación. Es el modo de asegurar la continuidad de hábitos de lectura que nacen, se forjan y maduran en dosificación progresiva a través del trabajo del maestro en el aula.

En este sentido, el desafío es enorme, porque del mero reconocimiento de la letra hay que pasar a la conquista de una lectura fluida, comprensiva, analítica, entrenada en la percepción de los matices para llegar a una producción creativa, sustentada en el diálogo participativo con el texto.

Sometidos a un brutal y acelerado cambio de época, no podemos perder de vista algunos rasgos característicos de tan compleja etapa. Con base científica y algún grado de sofisticación, el poder de las finanzas utiliza la cultura con fines de manipulación política y de construcción de un proyecto humano programado para la subordinación a los intereses de un mercado laboral precarizado.

Hipnotizados por la alianza seductora entre el consumismo avasallante y la invasión mediática, nos dejamos arrastrar por la desmemoria, por la castración de pasado y porvenir en un presente efímero, por el acomodo a la ley del menor esfuerzo, por la renuncia al ejercicio crítico y creativo del pensar. Abandonamos una tradición humanista, integradora del conocimiento para la que, teniendo en cuenta nuestra condición y naturaleza, nada humano debería resultarnos ajeno.

Desde los tiempos más remotos la humanidad procuró preservar la memoria en registros imperecederos de su quehacer cotidiano. Los chinos inventaron sus ideogramas. La antigua Mesopotamia imprimió en barro su escritura cuneiforme. Para una élite ilustrada, los egipcios diseñaron jeroglíficos. A los griegos debemos el más remoto origen de nuestro alfabeto, nombrado así por las dos primeras letras del suyo.

Manuscrito primero, impreso más tarde, dotado ahora de novedosos soportes, el libro registra aconteceres y conocimiento. Es depositario y fuente viva de la palabra, máxima conquista de la creación humana, vía de comunicación que no puede reducirse al reclamo de las necesidades primordiales, destinado tan solo a saciar hambre y sed. Su caudal de riqueza pone a nuestra disposición los más complejos adelantos de la ciencia, interviene en el reconocimiento del mundo que nos rodea, constituye instrumento del pensar, favorece la comprensión mutua, alienta en momentos difíciles, acompaña la soledad y comparte la alegría, afina la sensibilidad.

Mediante la seducción de la palabra, Scherezada salvó la vida durante mil y una noches, contó historias que traspasaron los tiempos y han llegado a nuestros días. Bienvenido el convite anual de la fiesta del libro, siempre y cuando una vez apagados los reflectores nos entreguemos de lleno a la implementación de programas orientados al rescate del hábito de lectura. En ese andar a contracorriente, habrán de converger esfuerzos múltiples.

La validación de experiencias internacionales útiles podrá servir de complemento, teniendo en cuenta las demandas de nuestro contexto específico. Debemos acrecentar la divulgación a través de todas las vías a nuestro alcance, entrenar a los niños desde la enseñanza elemental y trabajar intencionadamente con maestros, bibliotecarios y libreros. Constituyen acciones impostergables para preservar el reino de una palabra cautivante y seductora.

(Tomado de Juventud Rebelde)

Se han publicado 6 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Salems dijo:

    A mi me gustaría decir algo. ¿COMO es posible que los libros bonitos y bien hechos de la feria cuesten tan caro? Un simple librito de colorear, de unas 5 paginas... ¿3 cuc? Y otros para aprender... ¿10 cuc?...
    Ah, tambien que no entiendo porque si ya pagabas para entrar a la feria tenías que volver a pagar si querías ir a la parte de la bisutería. ¿Eso no es parte de la feria acaso? Y un cactus, pequeñito... 6 dolares!!
    Y por que habían guardias impidiendo el paso en los caminos directos, haciendo que tubieses que hacer un largo rodeo para ir por donde querías ir?
    ¿La feria sigue siendo para el cubano de a pie?

  • Sissi dijo:

    La feria más cara no puede estar y para colmo este año la pusieron en una fecha que de los que trabajamos en este país casi nadie ha cobrado pero bueno ya sabemos que del salario no se vive, eso es un hecho. Seguimos en combate.

  • Jose dijo:

    Es lamentable decirlo pero es más una Feria de la Gastronomía que del LIbro, suciedad por todas partes, libros caros, maltas en reventa, comida cara, bullicio en las salas de conferencias y talleres, indisciplinas por doquier, etc., mediocridad.

  • ed dijo:

    la feria da vergüenza, que hábito de lectura puede tener una persona cuando un libro te puede costar el 50% del salario básico o más, pero sobre ese tema no se hacen bellos escritos. Cuba es un país muy desigual por donde quiera que lo mires, mientras unos gastan 100 cuc en 3 libros, otros no tienen tanto dinero ni para comida y ropa, peroes mejor criticar que la gente ya no lee ni compra libros, sin decir el "¿por qué?"

    • Salems dijo:

      USTED HA DADO EN EL CLAVO. 100% DE ACUERDO
      (Ups, dejé el Caps Lock activado....)

  • Yahima Morales dijo:

    La feria del libro es una posibilidada de inculcar en la juventud y los niños la cultura literaria, pero nos choca a veces que los precios no son los mas acequibles, y existen literaturas muy buenas , pero muy costosas, un libro de 10 cuc, casi un salario de un trabajador. si fueran un poco mas moderados, se venderían más, y tuvieran mas demanda en la población, tambien la litertura infantil, esta cara, ya casi no puedes encontrar un librito de cuentos o colcorear, de menos precios.

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Graziella Pogolotti

Graziella Pogolotti

Crítica de arte, ensayista e intelectual cubana. Premio Nacional de Literatura (2005). Presidenta del Consejo Asesor del Ministro de Cultura, vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y presidenta de la Fundación Alejo Carpentier.

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