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Necesidad y voluntad política

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Quinta Cumbre de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA)

Acaba de concluir, en Barquisimeto, Venezuela, la Quinta Cumbre de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), una idea del presidente Hugo Chávez que fue inmediatamente apoyada por el presidente cubano Fidel Castro. Se fundó por estos dos países en el año 2002 como una respuesta al Área de Libre Comercio de las Américas propugnada por el gobierno norteamericano. Con posterioridad, en el 2006, ingresó Bolivia y, en el presente año, Nicaragua.

Ahora, a esta Cumbre, asistieron el presidente de Haití, Rene Preval, la canciller ecuatoriana, María Fernanda Espinosa, y algunas delegaciones de países del Caribe, que todavía no son miembros de la entidad, pero estudian la posibilidad de pasar a formar parte de este nuevo tipo de integración entre los pueblos y gobiernos. Ecuador estudia la idea de ingresar al ALBA, mientras que Haití, la nación más pobre del hemisferio, recibe ya una sustancial ayuda por parte de Cuba y Venezuela, en especial en la atención a la salud.

En el discurso inaugural de la Cumbre, el presidente Chávez sentenció que el ALBA "es un proyecto político, estratégico y de poder, que en su corta existencia puede blasonar de haber alcanzado realidades concretas y definiciones antineoliberales y antiimperialistas". Al analizar el cumplimiento de los planes de este nuevo tipo de organización, el presidente subrayó su amplitud e hizo especial énfasis en su aspecto humano.

Tiene razón. El ALBA abarca desde el Banco del Sur; la construcción del gasoducto del sur, el gasoducto andino y PetroCaribe; la construcción de refinerías de gas y petróleo en Bolivia, Brasil y Nicaragua; los planes conjuntos agrícolas e industriales; hasta la Operación Milagro, que ha devuelto la vista a más de 600 mil personas de diversas nacionalidades latinoamericanas; la creación de centros oftalmológicos en Venezuela, Ecuador y Bolivia; la formación de 200 mil médicos integrales en 10 años en Cuba y Venezuela.

En la actualidad, 22 677 jóvenes, procedentes de 33 países de América Latina y el Caribe, estudian medicina en Cuba en la Facultad Latinoamericana de Medicina y en sus filiales en todo el país. El pasado mes de abril quedó abierta otra Facultad Latinoamericana de Ciencias Médica en Venezuela, con una matrícula inicial de 800 alumnos. 

Parte del ALBA son los planes Barrio Adentro I y II, con la participación de médicos cubanos en Venezuela; la apertura de centros asistenciales en Bolivia y Ecuador, también con médicos cubanos; y la alfabetización de más de un millón de personas en Venezuela con el método cubano Yo Sí Puedo y la asesoría de personal especializado de ese país. Ese método de alfabetización se aplica ahora en Bolivia, donde existen más de 700 mil analfabetos y próximamente a Nicaragua, que tiene más de un millón de habitantes que no saben leer ni escribir. 

Es evidente que, al margen del desarrollo económico, el ALBA ha priorizado la solución de los problemas sociales más urgentes, esos que son parte de la enorme deuda social que se ha acumulado a lo largo de siglos entre los pueblos latinoamericanos, como la falta de atención médica, la educación y la seguridad social. Al mismo tiempo, ha tratado de hallar soluciones al alto desempleo que afecta a la mayoría de las naciones miembros, con la excepción de Cuba.

La solución de esos problemas, sobra decirlo, tiene un alto costo económico que ha sido asumido por los gobiernos de Cuba y Venezuela, principalmente. No reditúa ganancias, pero es infinitamente humano y justo. Y ese es el objetivo, no otro.  

En lo que respecta a los planes de desarrollo económico, algunos apenas rebasan el nivel de proyectos, pero se van implementando, pues constituyen una necesidad impostergable, tanto para los miembros del ALBA como para los que no lo son. Solo Cuba y Venezuela tienen algunos avances en el plano agrícola e industrial.

A finales de este año, por ejemplo, entrará en funcionamiento la refinería de petróleo pesado de Cienfuegos, en el centro sur de la Isla. Al mismo tiempo avanzan los planes de desarrollo de la industria azucarera en Venezuela, mediante la siembra de caña y la instalación de 11 destilerías de alcohol, de las cuales ya hay 6 en construcción. A pedido del gobierno de Nicaragua, Cuba y Venezuela instalaron plantas eléctricas nuevas, de bajo consumo, que resuelven la mitad del déficit eléctrico que padece ese país.

El ALBA, pues, exhibe ya grandes resultados  en lo que respecta a la justicia social y, en menor medida, en el aspecto económico. Ese siempre demora más. Por tanto, no era posible esperar a que marcharan de forma paralela. Sería ideal que el resto de las naciones miembros participaran en los programas sociales del ALBA, pero sus gobiernos, hasta el presente, no han dado ese paso.

Las razones para esa actitud son de variado tipo. La principal, en mi opinión, la falta de voluntad política para separarse de los esquemas neoliberales y de las estructuras de poder que han caracterizado a las sociedades latinoamericanas, en unos casos, y en otros simplemente no pueden o su ideología se los impide.

Brasil, por ejemplo, a pesar de sus enormes necesidades sociales (70 millones de personas viven en la pobreza), participa en lo relacionado con el gasoducto del sur y la construcción de refinerías de petróleo y gas. Pero, luego de haber anunciado que ingresaría en el Banco del Sur, se negó a hacerlo y dijo que estudiaría más a fondo el tema. Argentina forma parte del Banco del Sur y de los planes energéticos, pero no así de los programas sociales del ALBA, a pesar de que los necesita.

Paraguay y Uruguay, para terminar con los miembros del MERCOSUR, forman parte del gasoducto del sur, pero han dado la callada por respuesta al Banco del Sur, a pesar de la invitación a que lo integren. Del mismo modo no forman parte de los planes sociales del ALBA, aunque Paraguay ha sido beneficiada con la presencia de médicos cubanos y cientos de paraguayos han recibido las bondades de la Operación Milagro.

El resto de las naciones suramericanas: Colombia, Perú y Chile, tienen tratados de libre comercio con Estados Unidos y, al parecer, esperan resolver sus problemas sociales y de desarrollo por esa vía. Es lástima que el ejemplo de México evidencie exactamente lo contrario.

En el caso de los gobiernos progresistas que han cambiado la imagen de América Latina, es importante tener en cuenta tres elementos a la hora de evaluar su actitud con respecto al ALBA:

1) Los movimientos progresistas que llegan al gobierno mediante elecciones, heredan la estructura de poder de las clases dominantes. Su capacidad de movimiento y cambio se ve restringida.

2) En ocasiones --por no decir en la mayoría de los casos--, llegan al gobierno luego de haber adquirido compromisos que les impiden desarrollar una política acorde con las necesidades de sus pueblos.

3) El neoliberalismo no es solo un modelo económico. Es también una ideología que está en la mente de las oligarquías y burguesías  y de sectores obreros y de izquierda. Es el famoso papel del mercado como elemento básico del desarrollo económico y social. En ese sentido es bueno tener en cuenta que el neoliberalismo tiene un profundo sentido neomalthusiano, pues divide a la humanidad en ganadores y perdedores.

Cabría agregar otros elementos, pero esos tres me parecen los más importantes y trascendentes. Sin embargo hay otro elemento totalmente contrario a los anteriores que me parece importante tener en cuenta: la fuerza del ejemplo. La Operación Milagro ha devuelto la vista no solo a venezolanos y bolivianos. Decenas de miles de ciudadanos de otros países han sido beneficiados. Hasta norteamericanos hay.

La ayuda médica cubana gratuita, ahora con la cooperación de Venezuela, se extiende por casi toda América Latina. Cada vez son más los países que sienten la obligación de incrementar el nivel cultural de su población. Hasta organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, instrumentos imperiales, hablan de esa necesidad. Venezuela ya lo hizo, ahora lo hacen Bolivia y Nicaragua, todos miembros del ALBA.

Ese es un ejemplo difícil de ocultar y puede conducir a que los pueblos exijan sus derechos. Y de ocurrir, se habrá ganado una importante batalla por la justicia social. El saldo de la Quinta Cumbre del ALBA es positivo. Avanza la integración de nuevo tipo entre pueblos y gobiernos de América Latina.

Solo falta que otros gobiernos tengan la voluntad política para adherirse a una forma de integración que garantizará la independencia y soberanía de esta América nuestra frente a las ambiciones imperiales de dominación, y el lugar que le corresponde en el "concierto de naciones" de que hablara Martí. Los pueblos preteridos y explotados siempre están dispuestos.

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Eduardo Dimas

Eduardo Dimas

Periodista cubano, especializado en temas de política internacional. Falleció en La Habana en 2008.