Cubadebate

New York Daily News

Oh sí, es un magnifico plan.  Puede que la Casa Blanca no haya sido capaz de saber cuanto es dos más dos en el caso Irak, pero lo tiene todo resuelto cuando se trata de Cuba.  Si usted lo duda, ¿quien puede culparlo?  Después de todo, la política estadounidense hacia la Isla caribeña, ya tiene más de 50 años de fracasos y desvergüenzas para complacer a los extremistas de la comunidad Cubano-Americana.
Sin embargo, el nuevo "Informe al Presidente" de junio de 2006, de la llamada Comisión de Ayuda para una Cuba Libre, ha devenido en algo así como el plan maestro para el destino de Cuba.  Imagínese.
"[El Informe] es fruto de la idea de que Washington sabe mejor que el pueblo cubano las decisiones que deben tomarse en cuanto al tipo de gobierno, la economía y la sociedad civil que Cuba debe tener", dijo Sarah Stephens, editora de Cubacentral.com, publicación que promueve los viajes libres a Cuba.
No es buena idea, como pudiera decirle cualquiera que tuviese un mínimo de conocimientos sobre la historia de orgulloso nacionalismo del pueblo cubano.
El Informe conmina a Bush a destinar 80 millones de dólares para ponerle fin al gobierno comunista de Cuba.  Plantea que los Estados Unidos deben estar listos para intervenir una vez que Castro muera.
Washington, según el documento, debe prepararse para dirigir una rápida transición hacia "la democracia y la libertad política" en Cuba.  Los Estados Unidos tienen que asegurarse que no haya "sucesión", sino "transición".
En tanto que Washington espera que el viejo león barbudo estire la pata, ¿cómo debería prepararse?  Interviniendo un poco más, por supuesto.
Sin embargo, el informe repite en varias ocasiones que son los cubanos, y no Washington, los que deben decidir el futuro de su país, lo que hace que nos preguntemos ¿porqué es necesario incluir en ese documento un "anexo" secreto, que obviamente contiene planes encubiertos para derrocar al Gobierno cubano?
La existencia de tal comisión, creada por Bush hace tres años y presidida conjuntamente por la secretaria de Estado Rice y el secretario de Comercio Carlos Gutierrez, cubano-americano, muestra que la lección de Irak no ha hecho mella en la Casa Blanca.
Sin embargo, la lección es clara: las naciones independientes no aceptan fácilmente los conceptos de "democracia y libertad política" establecidos por otro país y e impuestos a la fuerza por el muy antidemocrático método de la intervención extranjera.
En mayo último, el secretario general de la Organización de Estados Americanos, el chileno José Miguel Insulza, formuló una pregunta obvia: ¿Por qué Bush creó una oficina para coordinar la transición en Cuba?
Al referirse a Bush, Insulsa expresó: "No hay transición [en Cuba] y ese no es su país". ¿Quién es usted, le preguntó al Presidente, para proponer una transición en un país que no es el suyo?
"[Esa] política pretende negarle al pueblo cubano su derecho a la autodeterminación y a la soberanía, al inferir que Estados Unidos debe desempeñar un papel principal en la determinación del futuro de Cuba", expresaron 100 prominentes intelectuales, escritores y artistas cubano-americanos, 11 de ellos provenientes de Nueva York, en una carta abierta, el pasado mes de abril.  "El presente y el futuro de Cuba deben ser determinados por el pueblo cubano, no por los Estados Unidos, añadió la carta.
Que Estados Unidos necesite una nueva política hacia Cuba no está en dudas.  Pero sin intervenciones ni conspiraciones para derrocar al gobierno.
En cambio, Washington debería levantar el fracasado embargo económico de casi 50 años, cruel e hipócrita política que castiga al pueblo cubano en vez de ayudarlo como se propone.  Además, debería estimular la "democracia y la libertad política" dejando atrás la mentalidad anacrónica de la Guerra Fría y fomentando los viajes libres y el libre comercio.
Hagamos caso omiso de la intervencionista Comisión de Ayuda para una Cuba Libre y de su contraproducente informe, y esperemos que Washington finalmente conciba una política justa hacia Cuba.