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Bachelet a la presidencia: Chile se acopla a la ola progresista en Latinoamérica

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La elección de Michele Bachelet a la presidencia de Chile implica que el alargado país sudamericano ha entrado en la onda progresista que invade el continente. Gobiernos con preocupación por el bienestar popular, alejados de la sumisión incondicional al imperio, con respeto por su propia independencia y devoción hacia su soberanía. Los gobiernos retrógrados y dóciles, como el de Fox en México o las satrapías centroamericanas, han quedando aislados y son un fenómeno teratológico en vías de extinción.
Michelle Bachelet no es Robespierre con faldas como han intentado satanizarla sus enemigos. Ha dicho que el mayor peligro para Chile consiste en la pobreza de los desamparados, en el narcotráfico, en la falta de integración de las minorías indígenas. Ha anunciado treinta y seis medidas para comenzar su gobierno entre las cuales se encuentran estabilizar la inversión privada, establecer la disciplina fiscal y  concentrarse en mejorar la salud, la educación, la seguridad pública y aumentar las fuentes de empleo. De otra parte está muy interesada en garantizar la equidad de género, o sea, proteger los derechos femeninos.
Bachelet era estudiante cuando el artero golpe de estado de Pinochet y vio el bombardeo  del palacio de La Moneda desde la universidad. Su padre, el general de brigada Alberto Bachelet, murió en prisión como consecuencia de las torturas sufridas durante el pinochetismo. Ella perteneció a la Juventud Socialista, fue detenida por la siniestra DINA y estuvo en prisión en la espeluznante Villa Grimaldi. Partió al exilio y tras vivir en Australia y Alemania regresó a Chile en 1979, graduándose en medicina en 1982. Fue asesora del Ministro de Salud Pública y más tarde asesora en el Ministerio de Defensa en 1994. Del 2000 al 2002 fue Ministra de Salud y ulteriormente Ministra de Defensa. Es madre de tres hijos, separada de su esposo y se ha confesado agnóstica, pese a ser Chile un país abrumadoramente católico. Bachelet se une a la tradición de  mujeres que han ejercido el poder, entre ellas Margaret Thatcher y Golda Meir, a Violeta Chamorro y a la noto! ria cleptómana Mireya Moscoso. 
La tarea a que se enfrenta no es fácil. Aún están vivas las huellas de la más salvaje y atroz dictadura que haya padecido el hemisferio sur. Tras las reformas de Allende el régimen militar aplicó el tratamiento de choque recomendado por el grupo de economistas chilenos sobrenombrados los Chicago Boys, dirigidos por el norteamericano Milton Friedman. El resultado inmediato fue que los sectores más pobres vieron reducidos sus ingresos a la mitad y el desempleo aumentó a un millón de parados. 
Pinochet devolvió a los latifundistas las tierras que habían sido expropiadas por la reforma agraria de Allende. La producción agrícola se volcó a la exportación y fue nece! sario importar a un alto costo los alimentos básicos. Se disolvió la Central Única de Trabajadores y se prohibieron los sindicatos.  Tampoco se permitió la negociación de los contratos colectivos de trabajo. Se prohibió la enseñanza de sociología en las universidades  así como de todas las asignaturas de ciencias sociales.
Se restringió el acceso de la juventud a la enseñanza superior y la matrícula en la Universidad de Chile cayó de 80 mil estudiantes a 25 mil. El 40% de los chilenos consumía las tres cuartas partes de las calorías mínimas necesarias para sobrevivir. Se desmontó la industria chilena y el país quedó en manos de doce grandes grupos financieros a los cuales el pueblo llamaba "las pirañas". Pinochet canceló todos los programas de beneficio social.  y privatizó las minas de cobre que Allende había nacionalizado.
Estados Unidos realizó un enorme préstamo de veinte mil millones de dólares a la tiranía. Era consecuente con sus intenciones previas, pues fueron Nixon, Kissinger y la CIA quienes urdieron e incitaron la conspiración militar y la represión subsiguiente. En aquellos años se organizó la aviesa DINA, los escuadrones de la muerte y se torturaba y desaparecía a todo aquél sospechoso de un pensamiento liberal.
Bajo intensa presión popular la dictadura no tuvo más remedio que efectuar elecciones  en 1989 que dieron la presidencia a Patricio Aylwin, demócrata cristiano, pero Pinochet no quiso abandonar la jefatura de las fuerzas armadas ni sometió el ejército a la jurisdicción civil. En 1993, otr! as elecciones llevaron al poder a Eduardo Frei hijo. Lentamente los gobiernos civiles han ido desmontando algunas de las  barbaridades de la tiranía.
En América Latina las políticas neoliberales han fracasado. Los tratados de libre comercio no han producido los resultados pronosticados por los amos. Es necesario desarrollar las fuerzas productivas de manera soberana. De ahí el surgimiento de manera poderosa e incontenible  de  una corriente progresista, democrática, de auténtica raíz popular, pese a que gobierne en Washington el gobierno más derechista, represivo y neofascista que haya tenido el país del norte en el último siglo.
gotli2002@yahoo.com

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.