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La pugna por la energía

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En Estados Unidos  está surgiendo preocupación por el creciente consumo  de electricidad y la insuficiencia para poder satisfacerlo. En la actualidad el 50%  de la energía proviene del carbón, el 20% es de origen nuclear, otro 20% es hidroeléctrica y 10% se genera con gas.  Solamente la creciente industria de la informática da lugar a  demandas impresionantes. 

Para crear, mover o guardar dos megabytes en una computadora se requiere la energía equivalente al consumo de una libra de carbón. Y en Estados Unidos hay en este instante 50 millones de computadoras en los hogares y 150 millones en oficinas  y establecimientos comerciales.  De esos equipos 20 millones están conectados a Internet. En 17 millones de hogares existen, al menos, dos computadoras.  Cuando funcionen mil millones de computadoras, (fecha no muy distante  si se tiene en cuenta que ahora hay 200 millones en acción)  se necesita! rá duplicar la actual generación de electricidad.

Pero hay que tener en cuenta la energía que absorbe la transportación.  Un coche pequeño consume cuatro litros de gasolina cada cien kilómetros pero  hay modelos que gastan hasta el doble de esa cantidad. En la segunda mitad de este siglo la población mundial se ha duplicado y esos seres humanos requieren calefacción, aire acondicionado, congelación de alimentos  lo cual también  demanda ingentes cantidades de energía.

En los últimos cincuenta años han nacido  tantos seres  como desde la creación de la especie humana hasta la fecha. En todas partes existen poderosas fuentes de energía que no se utilizan, como caudalosos ríos y poderosas cataratas, pero para ponerlas en acción se requieren enormes inversiones. 

La energía solar ha sido abandonada, en parte, por el alto costo de su generación.  La energía atómica es cada día más cara por los costos de la seguridad ambiental, pero cuando dejen de ser útiles habrá que enterrarlas, como se hizo en Chernobyl, y serán unos mausoleos de concreto que costarán más caros que la erección de esas centrales atómicas.

La eliminación de las barreras aduanales necesita una continuada elevación de la capacidad productiva y ello requiere un cuantioso consumo de energía.  El Estado pudiera  acopiar los capitales necesarios para hacerle frente al incremento de las capacidades de producción. No es necesario entregar un medio nacional, y un renglón estratégico de la economía, a la iniciativa privada.

México siempre ha cuidado mucho la propiedad nacional de sus recursos naturales. Desde la Revolución de 1910 se puso considerable énfasis  en la administración estatal de las riquezas del suelo patrio. La nacionalización del petróleo fue una confirmación de esa política que ha sido, desde entonces,  un baluarte de las  doctrinas económicas emanadas del proceso revolucionario.

El esquema neoliberal, aplicado a la región determinó alzas en los niveles de miseria.  El actual modelo se nos vendía como una especie de entrada al paraíso.  Hemos saltado del período de las estatizaciones a la moda de las privatizaciones. Hemos pasado de la centralización absoluta de la economía a la dependencia casi absoluta de la iniciativa privada como herramienta fundamental para movilizar el desarrollo. 

El pasado siglo veinte fue una era de feroces enfrentamientos, desde las últimas guerras coloniales en África y el Oriente hasta los conflictos motivados por las ideologías y la Guerra Fría. Gran parte de estos conflictos estuvieron motivados por el control de la energía. La invasión de Irak y su proceso colonizador obedece a los mismos motivos.

La Segunda Guerra estalló por la necesidad de desarrollo de dos sistemas: el nacional socialismo alemán y el expansionismo imperial nipón. Uno en Europa, otro, en Asia. Ambos igualmente expeditivos en sus métodos. Los apetitos territoriales iban apoyados, esta vez, con fuertes sistemas ideológicos. Tras la pugna: el control de la energía.

Una de las consecuencias más importantes de la guerra fue el afianzamiento del modelo Occidental de economía de mercado y democracia llamada representativa que hasta entonces había sido de aplicación limitada. Churchill proclamó en su famoso dicurso de Fulton, Missouri, el descenso de una Cortina de Hierro que separaría a Europa en dos mitades. Pero esto no impidió la emancipación de los pueblos coloniales, el desmembramiento del poderío victoriano.

La formación de dos bloques ideológica y económicamente opuestos, al terminar la II Guerra, estimuló una pugna de hegemonismos que degeneró en la Guerra Fría, que a veces no fue tan fría, como se demostró en Corea y Vietnam. En el fondo, el control de la energía.

gotli2002@yahoo.com

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.