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Recordatorio al señor Matsuura

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Un fenómeno, el de la mentira organizada de los grandes medios o terror mediático tan acentuado en nuestros días, fue advertido hace más de veinte años por las organizaciones internacionales y regionales de periodistas, las que aprobaron un código internacional de ética periodística en reuniones celebradas en Praga y París. Fue la culminación, en el marco de la UNESCO, de todo un decenio de combates en favor del Nuevo Orden Internacional de la Información y la Comunicación (NOIIC), movimiento surgido en la V Cumbre de los Países No Alineados, celebrada en Argel en 1973.

 Los principios contenidos en el código son contundentes acusaciones contra lo que ocurre cotidianamente, a todas horas y universalmente, mediante el dominio de las transnacionales imperialistas y sus filiales locales. Ese documento es la denuncia permanente de la política del engaño de alcance internacional y representa la posición de la mayoría de los profesionales de la prensa del mundo con respecto al secuestro que el gran capital ha hecho de la cacareada libertad de prensa.

 El Derecho del pueblo a la información verídica, la Adhesión de periodista a la realidad objetiva, la Responsabilidad social del periodista, el Acceso y participación del periodista, el Acceso y participación del público, el Respeto a la vida privada y de la dignidad del hombre, el Respeto del interés público, el Respeto de los valores universales y la diversidad de las culturas, la Eliminación de la guerra y otras grandes plagas que la humanidad afronta y la promoción de un Nuevo orden internacional de la información y la comunicación, son los títulos de los diez principios.

 Cada uno está fundamentado ampliamente y es como la conciencia crítica de prácticas que deshonran la función de los medios y comprometen por extensión a sus periodistas. Cualquiera que seleccionemos podría bastar para la comprobación de que es violado reiteradamente. Veamos los ejemplos de dos principios:

 "El derecho del pueblo a una información verídica: El pueblo y las personas tienen el derecho a recibir una imagen objetiva de la realidad por medio de una información precisa y completa; y de expresarse libremente  a través de los diversos medios de difusión de la cultura y la comunicación".

 "La eliminación de la guerra y otras grandes plagas a las que la humanidad está afrontada: El compromiso ético de los valores universales del humanismo previene al periodista contra toda forma de apología o de incitación favorable a las guerras de agresión y la carrera armamentística, especialmente con armas nucleares, y a todas las otras formas de violencia, de odio o de discriminación, especialmente el racismo".

 Respecto al primero, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) considera que su aplicación es un atentado a la libertad de prensa e hizo una campaña internacional contra su inclusión en la Cumbre Iberoamericana, celebrada en Isla Margarita, donde hubo un párrafo  con ideas parecidas en el documento central, el número 38, que fue aprobado. La SIP, como engendro de la CIA refundada en 1950 en New York, no acepta el concepto de la libertad de prensa como un derecho colectivo, de la sociedad, a la que deben rendirle cuenta los medios.  Prefiere y dice que la mejor ley es la que no existe, al igual que sus socios, los de las poderosas publicaciones de Estados Unidos, Canadá,  América Latina y el Caribe.

 Sobre el segundo, puede afirmarse que nunca como hoy se ha llegado al grado de complicidad por parte de los medios con todas y cada una de las  mentiras inventadas para justificar la agresión y el crimen. Tanto la guerra como los demás problemas señalados son la realidad terrible de la que es víctima la inmensa mayoría de la humanidad. La impunidad en el asesinar y mentir caracterizan a este horrendo comienzo de siglo y son los medios dominantes parte integrante de los ejércitos de ocupación. Sin arriesgar  el pellejo, por supuesto. Hace algunos meses un prestigioso periodista norteamericano, Seymor Hersh, ofreció una conferencia a los estudiantes de periodismo de la Universidad de Columbia y dijo: "Me gustaría ver periódicos controlando a un gobierno como éste,  me gustaría que criticaran a una administración capaz de llevarnos a una guerra por unas armas que no existen, y me gustaría que escribieran que no hay armas de destrucción masiva en Irak. Son malos tiempos para la prensa. Siento dejaros un mundo como éste."

 Por defender un periodismo digno, alrededor de setecientos periodistas latinoamericanos han sido asesinados en los últimos veinticinco años. Es, nuestra región, la que más mártires aporta y se ha convertido en la profesión más peligrosa. En el primer trimestre de este año ya han caído  seis colegas. Salvo Cuba, donde ningún periodista ni ninguna otra persona está en esas listas, el ejercicio del periodismo representa correr riesgo mortal y se ha incrementado esta situación en los regímenes de la "democracia" neoliberal.

 Sería interesante conocer las razones del actual Director General de la UNESCO, señor Matsuura, para silenciar la violación de los principios éticos de la organización que dirige. ¿Será que no los conoce, debido al poco tiempo que lleva en el cargo? De una u otra forma, considero un buen contenido de trabajo que dedique algún tiempo a defender los acuerdos más importantes de la UNESCO en el campo del periodismo, además de crear algún sistema en defensa de la integridad de los profesionales de la prensa, los que son realmente periodistas y los que son verdaderamente agredidos. Denunciar esos crímenes, por ejemplo, sería  un buen comienzo

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Ernesto Vera

Ernesto Vera

Periodista cubano. Presidente de honor de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).