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En duda, la decencia del ejército británico

En este artículo: Iraq
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Un gran escándalo provocaron las fotografías que trajo de Irak un soldado británico cuando llevó el rollo a revelar, el año pasado. Una fotografía mostraba a un prisionero de guerra amordazado, atado y envuelto en una red, la cual colgaba de un trascabo, a cuyo volante iba un soldado. Otras mostraban a miembros del escuadrón practicando actos sexuales cerca de los prisioneros iraquíes.

Es comprensible, aunque no excusable, que al calor de la batalla los soldados no siempre toman en cuenta la dignidad y los derechos de los prisioneros. Pero el ejército ahora enfrenta acusaciones por malos tratos a detenidos civiles, varios de los cuales murieron bajo custodia mucho después de que se declaró oficialmente el fin de la guerra.

Pronto pueden levantarse cargos por el caso de Baha Mousa, de 26 años, quien murió luego que él y siete de sus compañeros que trabajaban en un hotel de Basora, fueron arrestados por soldados británicos del Regimiento Real de Lancashire, en septiembre. Los uniformados les ponían capuchas a los ocho hombres, les ataban las manos a la espalda y los golpeaban durante largo rato, al grado de que uno de los prisioneros dijo que los soldados los usaban para practicar kick-boxing.

Mousa hizo saber repetidas veces a sus atacantes británicos que tenía dificultades para respirar. El padre de Baha, Daoud, y su hermano, Alaa, visitaron en el hospital a otro de los arrestados, Kifah Taha, cuando aún no sabían que Baha había sido asesinado.

"Kifah casi no parecía humano por lo golpeado que estaba", dijo Alaa. "Cuando le preguntamos por Baha, aseguró que no sabía qué había sido de él. Después dijo: 'Espero que Dios no le muestre a ningún ser humano todo de lo que yo fui testigo'."

Daoud Taha señaló que los soldados ponían a los detenidos nombres de futbolistas. Paradójicamente, la práctica de poner nombres falsos a los prisioneros que son maltratados o torturados es común en las prisiones árabes. En Irak se ponían nombres falsos a los prisioneros durante las sesiones de tortura, para interrogarlos, y en Egipto con frecuencia les daban nombres de mujer antes de golpearlos.

El padre de Mousa, un coronel de la policía iraquí que estuvo presente durante el arresto, vio que dos soldados británicos robaban dinero de la caja fuerte del hotel. Reportó este hecho al comandante de las tropas, quien reprendió a los uniformados en el lugar y les confiscó sus armas. El policía iraquí cree que la consecuencia de esto fue que lo eligieron como objeto de venganza.

Un vocero militar confirmó la semana pasada que ese día se encontró una fuerte cantidad de dinero iraquí a un soldado. Recibió una severa amonestación de su comandante, quien recordó a sus hombres cuáles son sus deberes en Irak.

El ejército británico investiga 37 muertes de civiles iraquíes ocurridas desde el final de la guerra. En 19 casos se trata de "insurgentes", y se considera que en ellos se observaron las reglas de combate. El Ministerio de Defensa señala que tres de las otras muertes fueron por accidentes de tránsito y otras nueve, una de ellas la de un niño de 14 años, se debieron a disparos durante manifestaciones.

Seis de las muertes ocurrieron bajo custodia británica, y hay un séptimo caso ocurrido justo antes de que se declarara el fin de la guerra. Sin embargo, existe preocupación por la tardanza de estas investigaciones.

Los nombres de los siete que murieron bajo custodia ya han sido publicados por el Ministerio de Defensa, pero en la mayoría de los casos no se proporcionan detalles sobre edad, sexo, ocupación o causa de la muerte. El primero fue Ather Karen al Mowafakia, fallecido el 29 de abril. Se determinó que Radhi Natna murió por causas naturales el 8 de mayo, tras sufrir un ataque cardiaco. Pero su familia afirma que no tenía ningún padecimiento del corazón y hay dudas sobre el trato que recibió al estar bajo arresto.

Abd al Jubba Mousa, de 53 años, era director de una escuela y lo golpearon repetidas veces con culatas de rifle cuando lo arrestaron. Murió el 17 de mayo. Nada se sabe sobre la muerte de Ahmad Jabber Kareem, el 8 de mayo; la de Said Shabram, el 24 de ese mes, o la de Hassan Abbad Said, el 4 de agosto.

En total, 22 ministros han pedido una investigación independiente de la muerte de Mousa. El ministro laborista Harry Cohen dijo que debe hacerse extensiva a todas las muertes ocurridas bajo custodia británica, haciéndose eco del llamado de Amnistía Inernacional, que señala que el ejército no debe llevar a cabo las investigaciones.

La directora de la división británica de AI, Kate Allen, señaló: "Debe hacerse justicia y vigilarse que se haga justicia. Amnistía Internacional ha hecho un llamado a las fuerzas de ocupación para que investiguen todos los casos de muertes de civiles provocadas por sus tropas. Creemos que es un imperativo que todas las investigaciones en torno a acusaciones de violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas armadas se realicen desde el ámbito civil y bajo supervisión".

El representante por Plaid Cymru, Adam Price, quien ha presentado numerosas preguntas sobre este asunto al Parlamento, señaló: "Esto parece un desastre. Por cada terrorista que matamos, matamos también a un civil inocente".

Hasta Navidad, todos los detenidos británicos eran llevados a la prisión de Campo Bucca, cercana a la ciudad portuaria sureña de Um Qasar, a 112 kilómetros de Basora. El campamento es controlado por estadunidenses, pero los británicos manejan una unidad "segura y discreta" dentro de las instalaciones.

Tres reservistas estadunidenses fueron dados de baja del ejército el mes pasado luego de ser encontrados culpables de cometer abusos contra los prisioneros iraquíes en mayo pasado. Los detenidos habían sido pateados y golpeados en la entrepierna, la cabeza y el abdomen.

En su defensa, los soldados afirmaron que la moral estaba baja dentro de las tropas y el liderazgo era pobre.

Uno de estos soldados escribió a su familia un correo electrónico que decía: "Hemos sido testigos de un par de motines en la zona. Nos atacaron con piedras. Tuvimos que disparar contra dos prisioneros durante el motín. Esto ocurrió el Domingo de Ramos. Cuatro días más tarde hubo otro levantamiento; les disparamos a otros dos prisioneros. Uno murió porque trató de matar a un policía militar con el poste de acero de una tienda".

Los ex prisioneros hablan de motines diarios y de pésimas condiciones. Rahad Naif, de 31 años, fue liberado de Campo Bucca en septiembre y declaró: "Las protestas ocurrían casi a diario en Bucca. A veces atacábamos a los estadunidenses con los postes de la tiendas de campaña. Los estadunidenses respondían protegiéndose con escudos antimotines, disparaban balas de goma y pistolas eléctricas. No podíamos combatirlos, sabíamos que ganarían".

Agregó que los prisioneros se amotinaban debido a los malos tratos y las condiciones del campamento. Tenían que compartir el piso de tierra del desierto con alacranes y serpientes. Por las noches, con temperaturas bajo cero, sólo se les daba una cobija. Durante el día, la temperatura ascendía a 48 grados centígrados.

© The Independent

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Robert Fisk

Robert Fisk

Periodista inglés. Corresponsal para el Oriente Medio del diario británico "The Independent".

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