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El pensamiento revolucionario

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Foto: Roberto Chile.

Desde Aristóteles hasta Hegel, todos los filósofos que elaboraron sistemas de pensamiento integrales trabajaron en un ambiente propicio a la reflexión y el ejercicio del magisterio. El pensamiento revolucionario se ha ido haciendo impregnado por el fragor del combate.

Carlos Marx se sumergió en los archivos para acopiar la información necesaria para su estudio del capital, atento siempre a la participación en los debates que amenazaban con fracturar la unidad de la Internacional. Buena parte de la obra de Lenin se produjo al calor de las interrogantes planteadas al sentar las bases constitutivas de la Unión Soviética. Antonio Gramsci esbozó en la cárcel algunos de sus textos de mayor alcance.

La historia del pensamiento revolucionario no puede circunscribirse, sin embargo, a las ideas formuladas en el primer mundo desarrollado. Muy vigente en la actualidad, el proyecto emancipador encontró terreno fértil en los países históricamente sometidos al colonialismo. Teniendo en cuenta el antecedente bolivariano, José Martí comprendió la necesidad de emprender una segunda y verdadera independencia de América Latina, a la vez que advertía en Estados Unidos las señales del naciente imperialismo.

En el siglo XX se consolidó la alianza entre las oligarquías nacionales y el imperialismo en expansión. La violencia social y económica se complementaba con la multiplicación de las dictaduras. Para América Latina se hacía apremiante el llamado a una segunda y definitiva independencia, único modo de instaurar una auténtica justicia social.

El conocimiento de las ideas de Marx ofrecía el instrumental idóneo para analizar nuestras realidades específicas y elaborar plataformas programáticas que no constituyeran calco de modelos surgidos de otras realidades.

A contracorriente, venciendo obstáculos de toda índole, prosiguió la elaboración de un pensamiento revolucionario. El peruano José Carlos Mariátegui indagó acerca de los problemas de su país. Difundió sus ideas a través de Amauta, una publicación con nombre quechua que significa sabiduría.

El cubano Julio Antonio Mella, fundador de la FEU, del primer Partido Comunista y de la Universidad Popular José Martí, tendió puentes entre la tradición martiana y el pensamiento marxista. En su cuerpo atlético, dotado de poderosa energía vital, anidaba una inteligencia preclara. Fue asesinado en plena juventud por esbirros enviados a México por el tirano Machado. Se tronchaba así la existencia de un conductor capaz de mover montañas.

Según reiterada confesión personal, Fidel se hizo revolucionario en la Universidad. Tras la simbólica escalinata, en la entonces llamada Plaza Cadenas, se mantenía viva la memoria de la lucha antimachadista. Allí, el intercambio entre estudiantes de distintas facultades se imbricaba con el de maestros que habían participado en aquellos acontecimientos.

Leyó intensamente sobre historia de Cuba. Entró en contacto con los clásicos del marxismo. Se acrecentó su cercanía a la obra de José Martí. Se inició en la práctica de la política. Vivió en Bogotá la reacción popular ante el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.  Fueron jornadas intensas que le permitieron pulsar de manera directa la realidad latinoamericana. De ese aprendizaje emanó la sustancia de una visión estratégica y de un pensamiento dialéctico que articulaba los problemas de la Isla con los del mundo, desde una perspectiva descolonizadora y antimperialista.

Después del triunfo de la Revolución siguió acudiendo a la Universidad. Aparecía sorpresivamente. Al saber la noticia, la muchachada llegaba en tropel desde todas partes. En el diálogo informal, los jóvenes planteaban inquietudes e interrogantes. Fidel transmitía sus ideas, a veces muy audaces. Volvió al Aula Magna al cumplirse medio siglo de su ingreso en la Facultad de Derecho. Su discurso en esa ocasión propone una reflexión atemperada a los desafíos de los tiempos que corren.

En México, durante una larga noche de conversación, se produjo el encuentro entre Fidel y el joven médico argentino Ernesto Guevara de la Serna, quien había tocado con las manos los males de nuestra América y vivido los dramáticos sucesos del bombardeo y la invasión a Guatemala.

Combatiente heroico, encargado de importantes responsabilidades después del triunfo de la Revolución Cubana, el Che produjo una imprescindible obra intelectual. En Pasajes de la guerra revolucionaria afincó la mirada en los rasgos humanos de los combatientes. Convencido de la necesidad de profundizar los aspectos teóricos planteados por la construcción del socialismo, estimuló el debate sobre temas económicos, advirtió con lucidez las fisuras existentes en el proceso soviético y sometió a un riguroso análisis crítico los manuales de Economía Política elaborados en aquel país.

A no dudarlo, los textos de Fidel y el Che, dispersos muchos de ellos en discursos y apuntes, nacidos al calor de una práctica concreta, son portadores de contribuciones de primer orden a la historia del pensamiento revolucionario y conservan dramática vigencia en los momentos actuales.

Fidel nos convoca a tener plena conciencia del momento histórico cuando en todas partes se manifiesta la presencia de agrupaciones de inspiración fascista, entre ellas las que realizaron el muy notorio asalto al Capitolio, matizado por el ejercicio de la violencia a partir de una plataforma xenófoba, misógina y racista. Su extrema peligrosidad se proyecta hacia el dominio del universo, socava la soberanía de los pueblos y, como lo denunciara Fidel, sus efectos depredadores amenazan la supervivencia de la especie.

Por otra parte, la aplicación de políticas neoliberales ha producido estallidos en los países que bordean el costillar andino de nuestra América. En ese contexto, la resistencia antinjerencista de Cuba sitúa a la Isla, una vez más, en el fiel de la balanza para el equilibrio del mundo.

(Tomado de Juventud Rebelde)

Se han publicado 4 comentarios



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  • Rafael Emilio Cervantes Martínez dijo:

    Muchas gracias infatigable abanderada de las ideas revolucionarias. Nos entrega éste homenaje al pensamiento transformador que tiene los exponentes que destaca siempre comprometidos con la lucha por lo que se cree. La doctrina emancipadora que arranca con Marx y Engels y tiene en Lenin un desarrollador extraordinario, y no ha dejado de enriquecerse en temas y latitudes, con independencia de los meandros contaminados que siempre acompañan a las grandes causas sociales. En Cuba una cima de luz llamada Fidel sintetiza una rica tradición nacional revolucionaria ejemplarmente implicada en la lucha. Desde ésa herencia estamos llamados a fertilizar con pensamiento revolucionario la marcha de la Revolución.

  • ynk dijo:

    Excelente!! Maestra siempre oportuna su manea de desnudar realidades inminentes. Gracias

  • Enrique Cortés dijo:

    Saludo Graziella.

    Este análisis sociológico, sobre la dialéctica del pensamiento revolucionario en AL, nos permite comprender y extraer varias facetas de tan complicada obra. Países como Cuba, México, Chile, etc., son ejemplos concretos de ese batallar, en nuestro caso Nicaragua con Darío, Sandino y Carlos Fonseca se puede hacer este tipo de aproximación sociológica, quizás con mayor precisión histórica social y científica. Gracias.

    Sociólogo y Docente Universitario.

  • HECTOR Y EL HERMANO dijo:

    El necesario debate con otros puntos de vistas, clave para POTENCIAR LA COMUNICACIÓN SOCIAL que nos pide nuestro presidente. Estratégico asunto profesora que debe profundizarse científicamente buscando esas claves triunfadoras comunes en esos referentes históricos como fortalezas humanas necesarias para un pensamiento revolucionario superior. Una nanotecnología de las claves comunes entre ellos en el campo de las emociones como punto de partida para un pensamiento superior valido para todo contexto. Se trata de penetraren el estudio científicamente de las emociones de esos referentes, como el origen o génesis de un comportamiento humano que derivó en una actitud y un pensamiento revolucionario. Centrándonos en formar una ACTITUD como lo primero, estaríamos siguiendo ese camino como solido cimiento para un pensamiento revolucionario. Lo primero está en cultivar las emociones de cada individuo desde sus primeras edades y a partir de ellas formar esa actitud. Ahí está lo moderno, lo innovador, la prioridad en un sistema educacional, UNA ESCUELA PARA INICIAR UN LARGO CAMINO CULTIVANDO LAS EMOCIONES COMO PUNTO DE PARTIDA DE TODO, FORMADORA DE UNA ACTITUD, camino para formar al hombre nuevo que exige una sociedad nueva.
    La actual contemporaneidad tecnológica exige una conceptualización diferente del sistema educacional, más centrado en las emociones, en el interior del individuo como punto de partida de ese proceso educacional. Oliver Wendell Holmes expreso a principio del siglo XIX; “Lo que está delante de nosotros y lo que está detrás es poco importante comparado con lo que reside en nuestro interior.” La clave es adentrarnos en cada activo por medio de las emociones al INICIAR ESE PROCESO DE FORMACION potenciando como objetivo una nueva ACTITUD. Desde ese solido punto, la nueva actitud, el individuo estaría más preparado al poner en marcha su propio timón automático en el logro de objetivos superiores, en especial un consecuente pensamiento revolucionario. Es básico INICIAR ESE PROYECTO de desarrollando desde las PRIMERAS EDADES centrándonos en esas mismas cualidades comunes que caracterizaron las emociones en Martí, Fidel, Mella y el Che y dieron origen a un pensamiento revolucionario superior, se trata de concentrarnos en ese punto de partida en aquello que es lo fundamental en la fortaleza humana; la automotivación, el autocontrol, la paciencia, la intuición y la empatía, claves por donde toda obra humana empieza, cimiento para un pensamiento y una actitud revolucionaria. Una nueva actitud, preámbulo lógico y natural para un pensamiento revolucionario.

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Graziella Pogolotti

Graziella Pogolotti

Crítica de arte, ensayista e intelectual cubana. Premio Nacional de Literatura (2005). Presidenta del Consejo Asesor del Ministro de Cultura, vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y presidenta de la Fundación Alejo Carpentier.

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