Cubadebate

OPERACIÓN
Te propongo, mujer, sin lastimarte,
Aislarte el corazón de la cabeza,
Y que entonces gobierne la firmeza,
De tu frágil corazón, y pueda amarte.

A tu cabeza, mujer, sin operarte,
Debes renunciar por su torpeza,
Por andar dudando con flaquezas,
De todo el amor, que puedo darte.

¡Yo quiero huir!, dice la cabeza,
¡Quisiera quedarme!, grita el corazón.
Y de este modo, la mera discusión,

Te oprime el alma y aturde la cabeza.
Pues, ¡fuera entonces!, fuera la cabeza,
Que gane esta lucha, el tierno corazón.

Fantasma
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Alguien me buscará algún día y no podrá encontrarme. Alguien, cuando ya mi tiempo de vivir haya pasado, intentará devolver la consistencia en vano a un cuerpo atravesado por el aire, torcido por el aire, reducido a mínimas partículas de polvo, que habrían sin embargo de humedecer los ojos extraviados en la distancia enorme del espacio.
Alguien intentará lo que no se pudo nunca, pero ya no tendré labios para acariciar sus labios, ni corazón que lata junto al suyo…
Alguien me amará y no sabré corresponderle, aun cuando su piel erice con mis espectrales manos.

Gracias CUBADEBATE por la propuesta ....

"AÑORANZA"
Todo lo teníamos bajo control, o así lo creíamos y en el mayor secreto organizamos la fiesta sorpresa. Disimuladamente (hasta donde nos permitía una instalación militar), movimos los suministros como una gran conspiración, bebidas, dulces, la tarta de chocolate con relleno de remolacha (preferida del homenajeado), las 48 velas, el ponche especial (surtido de frutas con mí componente alcohólico secreto) y la selección musical (inicio con jazz y algo de rock and roll para más adelante). Además, montamos los adornos de colores, la gran pancarta “Felicidades Cor. Patterson” y la piñata (idea de un colega chicano) con forma de platillo volador. No dejamos nada al azar, incluyendo el momento y lugar. Era el lapso de tiempo después del cambio de guardia, cuando el coronel y otros oficiales de la base, tenían su tradicional tertulia en la sala de conferencias.
Como el jefe “Patt” era muy apreciado, estaban desde mucho antes en el improvisado salón de fiesta los comprometidos con la “encerrona”. Empleados de casi todos los departamentos o al menos algún representante que sus responsabilidades les permitieran liberarse por un tiempo. ¿Qué coñ* hacía Bill aquí en medio su guardia?, ¿Ese muchacho está loco?, en la primera oportunidad lo llamo al orden.
Finalmente todo estaba listo, apagamos la luz y comenzó la corta espera antes de que apareciera la “victima”. Sentimos ruido en el pasillo, un prolongado trasteo en el manillar de la puerta principal (¿se nos quedaría el cerrojo puesto?), finalmente esta se abrió suavemente y una pequeña sombra se perfiló en el piso.
―¡Sorpresa!, gritamos entusiasmados al encender la luz … y así comenzó el desastre. El recien llegado no era el homenajeado, ni siquiera otro oficial o la encargada de la limpieza, para nada. Ante nosotros estaba en su verde esplendor con apenas 4 pies de altura, tambaleándose en sus cortas extremidades y aun acostumbrándose con sus grandes ojos al brusco cambio de iluminación … el sujeto experimental Xfc-4 (el Extraterrestre que “atendíamos” nosotros). Miré con reproche a Bill, quién trago en seco y apartó rápidamente la mirada.
―No pasa nada, todo está bien, ― grité tratando de calmar a los presentes mientras intentaba avanzar hacia el “visitante”, y casi logro evitar el inminente caos. Imagino que ayudó a la parálisis inicial la compartimentación existente en el trabajo con la información clasificada. Pocos conocían lo que hacíamos realmente en la base, así que en los primeros segundos parecía (para la mayoría) que algún gracioso había colado en la sala una marioneta o muñeco simulando un marciano, hubo hasta algunas sonrisas veladas. El problema fue cuando el “muñeco”, después de un giro antinatural de la cabeza puso un “pie” sobre una silla y trató torpemente, de escalar una ventana. Solo entonces inició la sorpresa general, seguida de la confusión y luego, bueno las chicas se pusieron histéricas (y algunos chicos). En fin mí llamado a la tranquilidad fracasó (¿alguna vez funciona?), con los gritos la mayor parte de los invitados empezaron a correr y empujarse para escapar del peligro de la supuesta invasión alienígena. Huir, era algo casi imposible, pues las puertas laterales estaban cerradas y la única salida libre (la principal) estaba “tomada” por la criatura, por cierto inofensiva. En la estampida, volaban los vasos y adornos, los cubiertos y platos yacían pisoteados y la tarta herida, sangraba remolacha sobre la alfombra. Bill y un servidor pasamos al plan B, tratar de recapturar al intruso. Mi ayudante lo arrinconaba con lo que quedó de la piñata espacial (si el platillo) mientras yo intentaba (entre empujones) apresarlo con una improvisada trampa hecha de un mantel festivo. En ese momento, se volvió abrir la puerta principal y esta vez sí apareció el Coronel Patterson en persona seguido de otros oficiales, asumí que los gritos y el alboroto ahora llegaban a gran parte de la instalación. Nuestro jefe abría los ojos con estupor y miraba indistintamente a la multitud, a nosotros y al E.T.
En fin, qué más puedo agregar, se activó (como era de esperar) la alarma de accidente de seguridad biológica nivel I (incluyendo aviso a nivel presidencial). De la nada apareció el grupo especial de control de contingencias que nos rocío indiscriminadamente con gases desinfectantes y recapturaron en un santiamén al “intruso”. Todos los participantes de la fiesta incluyendo nuestro homenajeado terminamos bien embalados y en cuarentena. Los artículos que pudieran haberse “contaminado” durante el incidente, cubiertos, mobiliario y un largo etcétera que lamentablemente incluyó el tocadiscos y la selección de música, fueron envasados y destruidos por incineración o esterilizados con el uso de autoclaves y radiaciones. La misma sala de conferencias se mantuvo cerrada un tiempo hasta que quedó libre de potenciales “riesgos” para la salud.
El acontecimiento le costó el puesto a Bill (pobre muchacho, nunca más lo he vuelto a ver), por abandono injustificado de su posición en el área de control especial 2-A lo que facilitó la huida del “experimento”. Como su superior, aunque no tuve responsabilidad directa, me tocaron 6 meses con salario reducido (el querido Coronel “Patt” supervisó personalmente la medida). A todos nos inundaron con un paquete de nuevos protocolos y medidas de seguridad para evitar la repetición del suceso. La mayoría del personal implicado en la fiesta tuvo que soportar indistintamente, sesiones de ayuda terapéutica y amenazas personales por si revelaban lo ocurrido. Incluso algunos involucrados en el fallido onomástico fueron trasladados por cuestiones de seguridad, a otras instalaciones militares. Por el contrario, los miembros del grupo de contingencia que respondió eficientemente a la alarma fueron los únicos beneficiados al ser recompensados por haber “salvado” al mundo de un “peligro mortal”.
Así y todo pienso (contrariamente a la mayoría), que a pesar de su corta duración e infortunadas consecuencias, este fue el cumpleaños más entretenido que tuvimos en el sector especial del área 51, en la base de la Fuerza Aérea de Edwards en Nevada. Créanme, un lugar usualmente aburridísimo.

Escribiste Te AMO como respuesta a un regalo literario, lo aderezaste con suspiros culpables por no corresponder gestos. Dijiste te amo y sabemos que nadie tiene que sentirse amenazado, dijiste te amo y no sonaba como el te amo de la gente q en realidad se ama de amor, de querer olerse, acostarse junto o regalarse cosas cada mes, aunque no descartemos esa posibilidad aún, ese es un te amo pequeño para cómo suena este que me escribes, porque siento que no amas al hombre, amas la idea q representa, amas que él ame que tu existas, amas que sea un nuevo y orgulloso miembro de la corta lista de los hombres de tu vida, que van contigo al frío, al bunker, o a tu inmenso monedero, amas que el sienta ganas de estar triste solo porque tú lo estás, incluso que olvide sus propias y no pocas tristezas para ayudarte con las tuyas, por eso le voy a hacer una foto a esas 5 letras y un espacio...ya nunca podrás decir que no te has enamorado de un poeta, ya jamás podrás decir que sin tocarte nadie te ha tocado...

La Malandra
La guagua se desvió de su ruta, el grupo enardecido de la calle levantó alarma entre los pasajeros “Malandros” , “ Carajo un atraco…” Me fijé en una moto que aceleraba justo al lado de mi ventanilla, una bella muchacha abrazaba la cintura de un hombre moreno de pañuelo en la cabeza. El chofer tras una maniobra paró en seco y la hermosura de la moto entró como un bólido pistola en mano. ”No quiero gritos… andando, bajen de esta vaina ya“. Había oído de asaltos, pero era mi primera vez en algo parecido. Recordé a mi padre y su miedo en Angola a las cobras y las fieras anunciadas que jamás vio en 25 meses. Yo tenía la esperanza de perderme el advertido “atraco”, pero aquí estaba. Metí la billetera en la media y me dispuse a esperar. La decepción fue el absurdo de verme en medio del entierro de un joven muerto a tiros en una guerra entre bandas. En la guagua “secuestrada” viajaban los ancianos de la familia y el resto levantaban el cadáver al ritmo de un rap loco. A mi lado una voz: “Chamo…¿Tú no eres el médico cubano?.” “Ssssi” fue mi nerviosa respuesta” “Andate que esto no es para ti “ . Aquellos ojos verdes tan de cerca me impresionaron, no la había visto desde que nos bajó a punta de pistola. El suceso permaneció en mi mente y quizá lo hubiera olvidado de no ser por la dichosa segunda vez. Ahora en un mar de llanto. “Se muere mi vieja doctor” su nueva carga sangraba de un costado. De pronto se abarroto la pequeña consulta. Esta vez sin nervios cargué a la anciana hasta la camilla y rasgue su ropa. Era el doble agujero de un disparo de bala de donde manaba demasiada sangre para una mujer con tantos años y tan pocas libras. Limpié la herida mientras la joven sacaba en silencio toda aquella gente. En segundos el cirujano la examinó: “Esto no puede quedarse solo, dale tu pal hospital con ella, hay que operar urgente”. Una mano cálida se me posó en el hombro. “Panita no deje morir a mi abuela”. Por el camino en la ambulancia me contó que una bala perdida la había alcanzado. “.¿No va a morir verdad?” la tranquilicé: “Parece que no afectó órganos vitales es la sangre que ha perdido”. En el hospital, explicaciones y camilleros lograron llevarnos al quirófano. Podía haber regresado, pero decidí acompañarla, parecía otra, más bella y desamparada. Resulta que aquel “muertito” era su novio que por “cosas así” se había visto envuelto en una cadena de violencia, “eso sí él nunca mató, pero quitarse aquí no es fácil, aquellos no se olvidaron de la venganza”. Recordó que desde entonces me veía pasar con vergüenza de saludarme: Yo tendría el peor criterio de ella. Le pregunté si estudiaba: “A veces pué” y me confesó con algo parecido a una sonrisa que hubiera querido ser médica. La operación duró una hora, en la intermitencia de puertas pasaba el frío del salón y pude verla frotándose las manos. “Vivimos solas, mi padre murió en el Caracazo y no hemos logrado más que trabajitos, le debo todo. Dicen que Chávez va a arreglar esto, pero a nosotras no ha llegado aún” me dijo mostrándome los callos de las manos. La viejita quedó ingresada y una mulata de andar felino entró llorando, le pidió a la nieta un crucifijo, le susurró algo y la apretó en un rezo interminable; luego salió dejándonos solos. Era un pajarito indefenso aferrado a la cama. La abuela balbuceaba las primeras palabras de su regreso a la vida como quien continua una conversación interrumpida: “Yayi esto no va a parar, vámonos del barrio…” . Había detrás de la ternura de aquellas verdes miradas miedo y conjura. Mi presentación fue una disculpa mirando la hora. “Deee noche es peligroso andar solo por Caracas”. Me despidió en la puerta con un espontaneo beso en la boca que me turbó. El aire frío de la noche me reprendía: ¿Por qué no indagaste un teléfono, una dirección, nada?: Yayi,..., ni el nombre siquiera “Veeeerraco” . Ya en la casa quitándome la bata cayó al suelo el mismo crucifijo prestado a la mulata piadosa. Al voltearlo vi tres iniciales: YFP. Desperté con una idea fija. Cuando terminara en el consultorio iría a ver a mi paciente herida. Al llegar a la sala frente a la cama vacía pregunté. La respuesta de la enfermera fue tajante: “Estos malandros no respetan nada, se la llevó en contra de todos, dijo algo de que peligraban aquí”, Fue entonces que me di cuenta que me había enamorado de un misterio. No la volví a ver.
Por fin ante la traspapelada lista de los alumnos que llegan de la ELAM el joven profesor los recibe desde una mesa a la entrada de la sala de cirugía: “Tranquilos ya encontré la lista, la primera: Yyyyamila Fernández Padín de Venezuela “ No podía ser, claro es una casualidad, cinco años son demasiado tiempo. No debía acordarse, sin embargo aquellas iniciales… ¿YFP?”... .Al subir la vista unos ojos muy verdes le miraban sorprendidos.

Décima DEDICADO A MELENA DEL SUR Y A MUCHOS DE SUS HIJOS QUE DESAFORTUNADAMENTE, HOY SE ENCUENTRAN LEJOS DEL AMADO TERRUÑO.

Melena la visité
Siendo apenas un niño
Y con amor y cariño
Ya nunca más la olvidé
Años después regresé
Creo que enamorado
Desde entonces no he dejado
De volver a este rincón
Que por extraña razón
Hoy me tiene cautivado

Cuando yo escriba, Jesús
Las memorias de mi vida
Melena tendrá cabida
Con un espacio de luz
No será como el de Ormúz
Será ancho, infinito
En este pueblo bendito
Vino al mundo la mujer
Que dio extensión a mi ser
Con mi tan querido hijito

Entre mis grandes afectos
Cuento algunos Meleneros
Hombres joviales, sinceros
Con virtudes y defectos
Casi todos son adeptos
Al verso y al gallo fino
Prefieren el ron al vino
Y en una canturía
Casi los sorprende el día
Sin que haya un desatino

Un silencio sepulcral
Enluta su madrugada
Que se siente desolada
Sin el ruido del Central
Que pérdida tan fatal
Que dolor en el Batey
Yo se de un hombre de ley
Que nació junto al Ingenio
Que casi llora de genio
A la sombra de un Jagüey

Con mi décima, Melena
Quiero hacerte un homenaje
Aunque algún verso no encaje
Y sienta alguna pena
Una distancia serena
Hoy me separa de ti
Pero cuando vuelva allí
Y pueda besar tu Playa
No importa que yo me vaya
Porque de nuevo viví

Provisión de silencio Carlos Luis Alvarado Chávez
Hoy, se dice la mujer en medio de una exhalación amplia, de relajamiento, exonerándose del hartazgo, llegó cansado, su prosopopeya de costumbre le viene en pulsaciones, el hilo del fluir sin interrupciones, aguardas, de las palabras, pareciera un horizonte de mar en calma chicha, la luna nítida en su redondez, sus claroscuros, su perfil, reflejada cabal en el espejo del agua, tal cual lo estamos escuchando: mi marido hablando como siempre y sin tregua alguna, pero, a diferencia de lo cotidiano, ahora a parrafadas, separándolas por un instante apenas perceptible, se creyera recuperando raudo el aire; el discurso de continuo, en tanto nadie se lo arrebate, todavía como el de esta mañana, ajeno a este, intermitente. No en balde la conocencia del marido por más de dos décadas; se supondría mutua, por ese carácter axiomático, de inercia costumbrista aquí y allá, sobre la cual les da por construir las más de las veces falacias acerca de la convivencia, de donde se destaca la matrimonial; también es el caso, en virtud de que el santo varón es proclive por naturaleza, a la inobservancia y sordera de casi todo cuanto le rodea y le llagara a los oídos, arrobado como es y se la pasa desde sus años adolescentes, en primerísimo lugar, que igual desconsidera siquiera una remota cercanía del segundo y último, pero sí existente, en expeler palabras, verbosidad o verborrea rampante, le diagnosticó en forma coloquial un psiquiatra consultado en secreto entonces por la madre, valoración la cual, a unos cuantos meses del casorio, le confirmó el primo de su reluciente esposa, a esta, especializado en asuntos del lenguaje, aunque con tecnicismos, tan socorridos también por estos profesionales de la medicina, por una parte, en ánimo de mostrarse deíficos y recibir de los clientes, concédase pacientes, las liturgias y veneración que a bien ganado pulso merecen y, por otra parte, el cripticismo que supone cualquier secta que se respete: el perfil de tu marido colinda, sin que esto quiera decir que entrará de lleno en estas categorías, es más fácil y viable que continúe así por siempre, con la logorrea, locuacidad incoherente, quizás igualmente con la clásica afectación en el área de Wernicke, relacionada con la comprensión de lenguaje, así como con la tampoco común jergafasia, que propicia la emisión no intencional de sílabas, palabras o frases; despreocúpate, mujer, es más una cuestión de afanes escénicos, de ser visto y escuchado, egocéntrico y lenguaraz el hombre; ponlo a trabajar de locutor o político, ganaría un dineral. Fíjate que no andas lejos, ya mero le atinas, es motivador de una empresa transnacional. ¿Motivador?, ¿qué es eso? Bueno, se la pasa ofreciendo dice él que conferencias magistrales a cuantos crédulos muerden el anzuelo, caen en el garlito del ahora tan de moda crecimiento de las potencialidades personales: amas de casa ociosas, burócratas empedernidos, jovencitas y jovencitos de esos que ni estudian ni trabajan anhelantes de descubrirse sus virtudes y alcanzar el manido éxito, vendedores de cualquier cosa, profesionales de medio cachete, empleados administrativos al por mayor, gente, pues y en general, de esa con muchas ganas de escuchar fórmulas que la rescaten de la mediocridad, reivindicadoras de la ignorancia ante lo que la compañía y los medios de difusión han vendido como inteligencia emocional, suscribirse a los varios programas intensivos de dizque superación interna del individuo, y de comprar todos los fetiches que ahí se les ofrezcan: desde libros, videos, retiros de introspección, viajes de auto conocimiento y meditación trascendental, intercambios regionales e internacionales con seres de cosmogonías afines, y toda esa parafernalia muy similar a las liturgias eclesiásticas, hasta, lo mismo y para no quitar el dedo del renglón, suscripciones a tal o cual revista, calcomanías, llaveritos, gorras, camisetas, chamarras, artículos de escritorio o para la casa; la fuerza de la pertenencia para el ascenso del yo, es el lema de más reciente cuño que, casi con marcador para ganado, les introyecta el negocio en la cabeza a quienes caen bajo su férula; yo lo veo como otra religión, esa necesidad o apetencia del gentío por lo gregario, mejor si se da dentro de una cúpula protectora de una identidad igual. Cuando él y yo nos conocimos, y precisamente por esa su compulsión por hablar, en las mañanas se dedicaba a vender de puerta en puerta aparatos eléctricos para la cocina, y en las tardes iba a la facultad de psicología de la universidad, donde éramos condiscípulos. Ahí, pese a que por esa su característica locuaz le colgaban apodos y sambenitos al por mayor, nunca le dio por ser siquiera representante de nuestro grupo, formar otro, o meterse a la grilla estudiantil; nada, si he de hacer lo que sea, será lejos de aquí, me repetía de vez en vez, y sin que nada tenga que ver con la politiquería, demagogia vil, se intentaba distinguir del resto, aunque sin descubrirse nunca como agente de ventas o asesor, tal cual le gustaba saberse.
Intríngulis que el hombre sólo había hecho del conocimiento, de manera explícita y sobra decir que excedida en suficiencia, de sus más próximos afectos, así como de los muy contados conocidos, en particular de los de por rumbo, donde se sentía a gusto y sin ser señalado por razón de sus modos hablantines; circunstancia semejante ocurría con los vecinos del edificio de apartamentos en donde desde entonces vivía, pues para la gente tanto de la compañía en la cual de inicio trabajó, como en su actual oficina, de común constituyeron ninguna novedad, rodeado como estaba de especímenes similares, abocados a equivalente labor merolica, promotora o de difusión, conforme la óptica con la que se le viera. Con aquellos de las cuadras aledañas a su casa, su relación guardó siempre y por necesidad, un carácter incidental, fortuito aunque de cierta familiaridad, como ocurre con los habitantes peculiares de un mismo barrio durante mucho tiempo.

Hola!

Me gustaría hacerles una sugerencia. Por qué no se le habilita un Me Gusta a cada quien. Así el que más Me Gusta obtenga sería el premio de la popularidad, jajaja.

Na, no lo digo solo por ello, lo digo porque están tan buenos, tan originales que uno siente deseos de aplaudir, y como no se puede, al menos cliquear sería una opción para decirles: Bravo!

“Labios amargos”
Tus amargos labios en mi espalda,
Tus dulces besos en mi boca…
Esos dulces besos que brotan
De tus amargos labios.
Llevaré para siempre
Prendidos en mi cuerpo
Los recuerdos de una noche en tus brazos,
En tus brazos, que son de otra.
Noche infinita,
Noche, negra como tus ojos,
Cómplice de mil locuras,
Donde te lo di todo
Sin pedir nada,
Solamente un poco
De tu amarga dulzura.