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La ex candidata presidencial, que fue rehén de las FARC durante seis años, afirmó que hay que aprender a confiar esta vez en el grupo guerrillero en el marco del proceso de paz que lleva a cabo el gobierno. "Tenemos que aprender a confiar. La confianza no es algo que nazca con uno, sino que es una decisión y propósito.

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La excandidata presidencial colombiana y rehén de las FARC durante más de siete años y medio, no entiende la campaña de descrédito que organizan algunos sectores en su país contra Piedad Córdoba, la mediadora ante esa guerrilla para la liberación de secuestrados. "Veo lo que ella hace y no entiendo el odio contra ella. Es el colmo y no lo entiendo. Se necesita un intermediario. Ayudémosle, apoyémosla (...) es una persona que lucha para liberarlos", dice Betancourt en una entrevista que publica hoy la revista Bocas.

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La liberación de Ingrid Betancourt podría ejercer un efecto muy benéfico en el relanzamiento del camino cuesta arriba para lograr una solución política al conflicto armado en Colombia que inicie por reconocer sus hondas raíces sociales. No es razonable el apresuramiento para dictar sentencias definitivas contra ella haciendo abstracción de su amarga y traumática experiencia de los últimos seis años y del show mediático a que fue arrojada horas después de concluir su cautiverio; démosle al menos el beneficio de la duda.

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La perseverancia del presidente venezolano Hugo Chávez en conseguir la liberación de los rehenes colombianos tuvieron éxito. El 10 de enero de 2008, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) procedieron de manera unilateral e incondicional a la liberación de Consuelo González y Clara Rojas, dando muestra de su voluntad de lograr un acuerdo humanitario con el gobierno colombiano de Álvaro Uribe y de poner fin al mismo tiempo al calvario que padecen los 44 rehenes todavía detenidos por la guerrilla –entre ellos Ingrid Betancourt– y los 500 prisioneros políticos que se hallan en las cárceles gubernamentales.