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Patrimonio cultural: Una reflexión necesaria

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Declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1982, La Habana Vieja, es el reflejo de una mezcla de estilos arquitectónicos y el testimonio de diferentes épocas. Foto: Abel Padrón Padilla / ACN

El cronograma legislativo de la Asamblea Nacional prevé la actualización de las normas jurídicas que habrán de garantizar la protección del patrimonio cultural.

Debemos a la Revolución Cubana la temprana adopción de medidas destinadas a conceder primordial importancia a la salvaguardia de bienes que, sometidos a la especulación financiera capitalista, desaparecieron irremediablemente en virtud de una malentendida acción modernizadora.

Así ocurrió con espléndidas edificaciones coloniales, dotadas de valiosísimos artesonados de origen mozárabe y concebidas en armonía con las exigencias de nuestro clima tropical, atendiendo a la circulación del aire, a la suave caricia de las brisas a través de patios y portales. El modelo había venido de España, pero adquirió sello propio en el contexto específico de nuestro país. El reconocimiento de esos valores se convierte en conciencia colectiva durante la conmemoración, cada año, de la fecha fundacional de nuestras principales ciudades.

Cercano a todos, porque conforma nuestro vivir cotidiano en la vivienda, en el andar por las calles, en la búsqueda de lo necesario para asegurar la supervivencia; porque ofrece sombra acogedora ante los embates del sol tropical y define la singularidad de nuestras ciudades, el legado de la arquitectura y el urbanismo ocupa un espacio fundamental de nuestro patrimonio cultural.

En La Habana, convocados regularmente por las rutas y andares que animara Eusebio Leal, hemos aprendido a disfrutar el área fundacional de la capital, agrupada junto al puerto, punto de encuentro de las flotas que tomaban el camino de la Corriente del Golfo para garantizar el intercambio cultural entre el acá y el allá del Atlántico. Pero el crecimiento de la urbe no se detuvo en aquellos remotos días. Sus calzadas se abrieron hacia los fértiles territorios de Vuelta Abajo —evocados por Cirilo Villaverde— y hacia el emporio azucarero de Mayabeque.

Con el paso del tiempo se expandió hacia el señorío de la Calzada del Cerro, allí donde José de la Luz y Caballero dejó la huella de su magisterio. Más tarde surgió el Vedado, primer conjunto urbano concebido de manera integral, sujeto a la obediencia de regulaciones claramente definidas.

Muy deteriorado por el paso de los años y, sobre todo, por intervenciones constructivas que contravienen su concepción original, sigue constituyendo una de las joyas de La Habana, requerida de urgente rescate y preservación.

Centro económico y administrativo del país, la capital se expandió hacia el sur y el oeste. En cada etapa, la arquitectura y el urbanismo siguieron configurando su imagen en diálogo creativo entre modernidad y tradición. Así prosiguió este proceso que nunca se detiene en un ayer indeterminado, al que se incorporan valores significativos correspondientes a la etapa revolucionaria.

En su amplio significado, el concepto de patrimonio incluye los testimonios documentales, registro tangible de nuestra memoria histórica. Algunos se conservan en archivos, pero su riqueza mayor se encuentra en la red de bibliotecas. En ellas hay que preservar, en lucha constante contra el desgaste del paso del tiempo y la agresividad de un clima húmedo y tórrido, la obra de los escritores, de los historiadores, de los científicos e investigadores de lo que somos y hemos sido, todos constructores del imaginario múltiple que nos identifica.

Con su excepcional clarividencia, Eusebio Leal no se limitó a emprender la restauración de La Habana colonial y a establecer modelos para la implantación de similares oficinas de conservadores en otras ciudades del país. Comprendió también que el concepto de patrimonio incluía el rescate de los saberes acumulados a través del tiempo, tanto aquellos dotados de alto reconocimiento intelectual, como los más modestos y, sin embargo, decisivos para el adecuado hacer en la obra de cada día y contrarrestar así la chapucería, la improvisación y el despilfarro que nos invaden.

Tradujo ese concepto en práctica concreta al refundar escuelas para el aprendizaje de oficios que habían alcanzado entre nosotros un altísimo nivel en la albañilería, la ebanistería y en la elaboración de los preciosos enrejados, muchos de ellos desaparecidos en la actualidad por el abandono, la subestimación y hasta el pillaje.

Por esa vía queda mucho por hacer con el propósito de reivindicar, como fuente viva de aprendizaje valedero, el saber acumulado en el plano de las ideas, nuestra mejor tradición pedagógica y el desarrollo de la historiografía desde que el fundador Arrate empezó a definir el perfil del criollo, hasta llegar a todos aquellos que indagaron en las claves de las deformaciones estructurales de una economía dependiente, se adentraron en el estudio de los componentes de la sociedad y en las raíces de la formación de prejuicios y arquetipos que sobrevivieron a la abolición de la esclavitud.

En el ámbito inconmensurable de los saberes patrimoniales desempeña un papel decisivo la relectura productiva de nuestro pensamiento revolucionario que, por su alcance, sobrepasa nuestras fronteras y requiere, además, una eficaz comunicación social.

Por su dimensión, el tema no puede abordarse en el breve espacio de esta columna. En ella, intento tan solo provocar una reflexión inclusiva de sus numerosas aristas.

Sin embargo, no quiero terminar estas líneas sin subrayar la relevancia de un componente de nuestro patrimonio que, por cotidiano y familiar, solemos olvidar. Se trata, nada menos, que del idioma que todos compartimos, portador de una rica tradición forjadora de arquetipos como la Celestina, Don Juan y el Quijote de un lugar de la Mancha, cuyo nombre el autor desea olvidar. Padece en la actualidad un acelerado descuido, acrecentado por el empleo obsesivo de los teléfonos celulares. Es vía de comunicación con gran parte de América Latina, con importantes minorías instaladas en Estados Unidos. Es, en suma, una de las lenguas con más alto número de parlantes en el mundo. No hay más que escuchar las frecuentes entrevistas transmitidas por los medios para observar el empobrecimiento del léxico, el descuido en la articulación de las palabras, a lo que se añade la proliferación de los errores ortográficos.

Luchar por su preservación y rescate es tarea que incumbe a la sociedad en su conjunto y, en particular, al sistema nacional de Educación y a los medios de comunicación masiva. Se impone diseñar programas de acción al respecto porque la defensa del patrimonio en todas sus dimensiones constituye registro de memoria histórica, afirmación de identidad y construcción de conciencia ciudadana.

(Tomado de Juventud Rebelde)

Se han publicado 5 comentarios



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  • HECTOR Y EL HERMANO dijo:

    Excelente articulo profesora, reflexiono proponiendo soluciones desde otro ángulo. Debemos aceptar lo complejo y nuevo del actual contexto tecnológico, estamos ante un parte de aguas. El desarrollo social está marcado definitivamente por la dimensión digital de su desarrollo. Un desarrollo social diferente para las nuevas generaciones, que ahora surgen invariablemente marcadas por esa dimensión digital, una realidad que debemos asumir como un reto paran todo incluida la cultura, un fenómeno que no podemos ignorar.

    Mientras más desarrollo hoy existe, mas podría ser de automatizado nuestro futuro, mucho más posible seria convivir con un robot, o que este nos arrebate nuestro actual empleo, no se trata de pura ciencia ficción, es una realidad en desarrollo. Los progresos de la tecnología van tan rápido que sus posibles efectos sobre la cultura, los sistemas de enseñanza o el mercado laboral no nos da tiempo para asimilarlos y prepararnos científicamente para armonizar con ellos, una preocupación que ha acompañado a la sociedad durante siglos a lo largo de su evolución, lo que ahora esos cambios se producen a una velocidad tan rápida nunca visto. Los avances tecnológicos han crecido exponencialmente en los últimos años con innovaciones increíbles, como la robótica o la inteligencia artificial, un “tsunami tecnológico” que es un reto tanto para la cultura, el aprendizaje de conocimientos como el empleo laboral, estamos profesora ante un posible desierto de respuestas ante tal gigantesco abismo provocado por el cambio tecnológico.

    Defiendo una tesis, una solución efectiva para enfrentar cualquier reto o revolución tecnológica. Es necesario una reingeniería de conceptos en los actuales sistemas de enseñanza, centrándolos en esta era internet en más del 70% en formar actitudes. La actitud como el salvavidas de las futuras generaciones en medio de este océano tecnológico. Una nueva y superior actitud como dirección principal, mucho más importante y estratégico que sembrar conocimientos. La actitud como el vehículo moderno y científico de transporte para que el individuo llegue a esos conocimientos. La clave es dotar a ese ser humano hijo de la tecnología de ese vehículo para que pueda enfrentar agresivamente esos retos que le propone un indetenible desarrollo tecnológico. Por ahí evitamos que esos individuos se conviertan en veletas que mueve líbreme el viento en cualquier dirección.

    Formar actitudes como la clave para que cada uno pueda descubrir y hacerlo suyo por sí mismo, ese infinito universo que nos rodea, no pretender ingenuamente mostrar algo imposible de resumir, incluido la cultura. La clave es preparar mejor al hombre nuevo, bien para socializar y analizar a las personas, dotándolo de la capacidad de la persuasión efectiva, evitando la manipulación mental. Por ahí por ese camino de formar actitudes, aprendería mejor la comunicación, dominando los diferentes tipos de lenguajes, como el lenguaje corporal, clave en nuestra comunicación que representa el 55% de nuestra comunicación, un lenguaje determinante para poder lograr objetivos. Sería un grave error no profundizar primero en todos los mecanismos que entran en juego a la hora de intentar analizar a las personas, creando fuertes lazos relacionales, cambiar la percepción o el comportamiento de los demás utilizando las mejores técnicas de la psicología del comportamiento propias de una formación de una nueva actitud, por eso es necesario comprender hoy en medio de este nuevo contexto tecnológico de cómo funciona la mente humana, y prepáranos para estar a esa altura.
    Debemos preparar y dotar más y mejor al ser humano en aquello que lo hace invencible, su ACTITUD. El resto en esta era internet es relleno.

  • Jorge R Ibarra Guitart dijo:

    Estimada Dra. Pogolotti:

    Creo que una construcción que necesita con urgencia su rescate arquitéctonico es el Palacio de Aldama, no sólo por su valor como patrimonio nacional, sino también porque atesora importantes colecciones de documentos y prensa que forman parte del Instituto de Historia de Cuba. El Palacio de Aldama también fue donde sesionaron las tertulias de Domingo del Monte y adonde quisieron desquitarse los voluntarios españoles cuando lo asaltaron y causaron destrozos en represalia por la protesta de los criollos en el teatro Villanueva a poco de haberse iniciado la gesta independentista.

    Hace más de un año se produjo un derrumbe parcial que pudo haber sido desastroso para algunas de sus colecciones de documentos más revelantes pero la suerte y la rápida acción de los trabajadores de ese centro impidió se perdieran algunos papeles que se dañaron. El peligro no se despejado del todo y sus trabajadores aguardan por el traslado de su sede para otro centro, pero no termina de decidirse dicho movimiento.

    Mientras tanto la situación es difícil ya que por tiempo indeterminado el archivo se encuentra cerrado y la biblioteca sólo funciona parcialmente en forma de préstamos de libros para los investigadores del propio Instituto de Historia. No se descarta se repitan nuevos derrumbes y debe darse prioridad a este problema, trasladando al menos sus colecciones a otro lugar que provisionalmente pueda resguardarlas y brindar el necesario servicio a los investigadores,estudiante universitarios y profesores al plazo más breve posible. Se trata de defender nuestro patrimonio documental,histórico y arquitéctonico de una pérdida que pudiera ser muy sensible.

  • lorenzoht dijo:

    Hay Monumentos Nacionales que por más de 20 años no han sido restaurados o conservados. Ese es el caso del cafetal Angerona en Artemisa. Sin embargo, otros monumentos de la provincia reciben mejor atención. Por qué la diferencia?

  • Luis García Peraza dijo:

    Los gobiernos municipales y de la provincia tienen que aplicar las leyes y regulaciones en La Habana y sus municipios para cuidar y trabajar con calidad las áreas verdes, la recogida de desechos sólidos, las plazoletas y parques, las fuentes, las calles centenarias de adoquines que empresas como la del gas manufacturado, la de aguas y alcantarillado, dañan y depredan retirando los adoquines para acometer los necesarios trabajos de reparación y renovación de redes, pero que nos restituye a los tramos de calles donde realizaron obras, que sellan con concreto de baja calidad -al parecer con fórmulas incorrectas- y dejan llenas de parches de cemento las viejas calles de adoquines, que se llevan en sus camiones a un destino impreciso, o los regalan o dejan abandonados a expensas de ser tomados por los vecinos para obras privadas. Los adoquines, igual que las plazas, parques, fuentes, glorietas para bandas de música
    - y retretas o conciertos que no se ofrecen- son propiedad de los Municipios, no de las empresas que realizan intervenciones en ellas.
    Peraza

  • Luis García Peraza dijo:

    "pero que no restituyen a los tramos" ...etc, fue lo que escribí, pero el celular -no tan inteligente como dice ser- introduce cambios no deseados al texto del mensaje.
    Gracias
    Peraza

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Graziella Pogolotti

Graziella Pogolotti

Crítica de arte, ensayista e intelectual cubana. Premio Nacional de Literatura (2005). Presidenta del Consejo Asesor del Ministro de Cultura, vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y presidenta de la Fundación Alejo Carpentier.

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