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La democracia como esperpento

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El derecho del pueblo a decidir el rumbo de su colectivo (ciudad, comunidad, municipio, estado, país), a definir y construir las instituciones y leyes y a elegir, interpelar y remover a sus gobernantes ha sido reducido por el discurso oligárquico al mero ejercicio electoral periódico con participación de partidos (de preferencia, con alternancia entre ellos en el poder, siempre y cuando eso no se tradujera en un cambio de modelo político y económico) y a una división de poderes mucho más sofisticada que el austero precepto de Montesquieu. En el México neoliberal, por ejemplo, el régimen, no contento con dominar el Ejecutivo y a través de éste el Legislativo y el Judicial, llegó a apalancarse en organismos autónomos que han fungido en los hechos como poder monetario, poder electoral, poder energético, poder estadístico, poder comercial, poder de la información pública y privada y muchos otros, ah, y sin omitir el llamado cuarto poder, que es el conjunto de medios que modulan a conveniencia la verdad única, detentan el monopolio de la llamada opinión pública y se encuentran bajo el control hegemónico de un solo sector de la sociedad: el empresariado.

Si se analiza con detenimiento, e incluso sin él, ese entramado institucional y legal es cualquier cosa menos democrático. La conjunción de sus diversas ramas permitió que una camarilla político-empresarial burlara en repetidas ocasiones la voluntad popular, hipotecara la soberanía y constituyera un sistema de expolio y saqueo a expensas del resto de la población: esa camarilla extrajo valor de los salarios, se robó grandes tajadas de los presupuestos públicos, subastó al mejor postor propiedades de la nación, se apoderó de territorios y usó las dependencias públicas como salones de juntas para tramar negocios corruptos. Es literal: cuando usurpó la Presidencia, Felipe Calderón cedió un espacio de Los Pinos para que sesionara allí el consejo de administración de Odebrecht.

Los ideólogos del neoliberalismo –tanto los foráneos como los nativos– urdieron el embuste de que eso era la democracia; fuera de esa democracia sin adjetivos (Enrique Krauze dixit), cualquier otra manera de organizar y ejercer el poder resultaba dictatorial:

–¿Cuba?

–Dictadura.

–¿Venezuela?

–Dictadura.

–¿Bolivia?

–Dictadura.

Hubo que echar muchas capas de propaganda oligárquica sobre el hecho de que en esos tres países se realizaban elecciones, que había marcos constitucionales y legales aprobados por la ciudadanía y que si se condenaba a los bolivianos por su empecinamiento en relegir a Evo Morales habría que juzgar con la misma vara a los alemanes, que mantuvieron por más tiempo a Angela Merkel en el poder, o a los suecos, que durante cuatro décadas votaron por el Partido Socialdemócrata.

–Pero es que Castro lleva mucho tiempo en la jefatura del Estado.

–La reina Isabel lleva más, y lo suyo es hereditario.

–Pero es que en Cuba no hay voto directo.

–En Estados Unidos, tampoco, y no les reclamas.

–Pero es que en Venezuela reprimen a los manifestantes.

–Como en Colombia, Chile y España, y a esos les dices demócratas.

Por otra parte, en nuestro país, quienes se proclaman dueños de la democracia suelen oponerse a cualquier renovación del vetusto aparato de control supuestamente democrático heredado del régimen neoliberal; de diversos modos, desde los aspavientos presupuestales de Lorenzo Córdova y compañía hasta las descalificaciones rotundas de columnistas nostálgicos del viejo régimen, se han resistido a la instauración de la consulta popular y del referendo revocatorio. Y habrá que ver qué grito ponen en el cielo cuando se plantee la elección directa, al margen de arreglos de trastienda, de ministros de la Suprema Corte, fiscales y sí, también consejeros electorales.

La cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe permitió asomarse a la petrificación del dogma democrático formulado por los ideólogos del neoliberalismo. ¿Qué base tenían los representantes de Uruguay y Paraguay para descalificar a los gobiernos de Cuba y Venezuela? Pues la base del esperpento conceptual que han ido construyendo los Vargas Llosa, los Krauze, los Aguilar Camín y otros representantes de la derecha empresarial que por estos días disfrutan de un encuentro en la Universidad de Guadalajara para gritar a los cuatro vientos –con la previsible caja de resonancia de los medios oligárquicos– que una dictadura en ciernes amenaza su sacrosanta libertad de expresión. Y en este punto ni siquiera se les puede reprochar que utilicen una doble vara: en un entorno de libertad de expresión sin precedentes, su vara es simple, grotesca y descaradamente falsa.

Se han publicado 8 comentarios



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  • Mario R. Galaz R. dijo:

    Su "vara ( métrica ) es falsa", la falsedad es la característica predominante en los derechuecos, sin comillas x ser calificacion descriptiva fundamentada. Y conforme se ven más evidenciados en sus falsedades recurren a ridículos de Grandes Ligas, como ir a EEUU x apoyo de 1especialista en golpes de edo. ( Almugre ), al Excelentísimo Márquez de Borbón y de la Mancha ( M.V.L. ) hasta al voxeador franquista trasnochado han acudido x no ser capaces de "hallarle cuadratura al círculo", les falta invocar al Chapulín Colorado, quien pese a ya no estar en vida tal vez donde esté tenga injerencia e influencia c/alguien capaz d'conseguirles algo a su favor....no cree, Sr. Miguel ?

  • Rafael Emilio Cervantes Martínez dijo:

    Quien conoce un mínimo de historia del capitalismo no se traga ni una sola palabra de ése discurso gastado y refutado por la práctica de opresión a los pueblos que tienen la amabilidad de volvernos a repetir los burgueses y los encargados de turno de velar por sus intereses. No ha pasado un mes de la celac y en los países de los paladines del neoliberalismo la práctica se encarga de explicarnos cuánta felicidad sudan los pueblos en la democracia del capital.

  • AlfredoMS dijo:

    Muy bueno este artículo. Siempre he estado convencido de que la verdadera democracia, la plena, es aquella en la que sus ciudadanos pueden elegir a sus representantes de forma directa y además proponer y votar las leyes que regirán en la sociedad.

  • Ricardo dijo:

    ¡Qué espectacular análisis! Digno de leerlo muchas veces. Me lo tomo prestado, con su permiso, para compartirlo.

  • Secretaria dijo:

    Muy bueno su artículo!!! Está claro que no se puede hablar de democracia sin apellidos

  • Neo dijo:

    No creo en la famosa democracia basada en el pluripartidismo... El poder popular bien ejercido es la mejor opción sin dudas... En el caso de cuba hay ej de sobra pero... Hace falta empoderar más al delgado hacerlo un real representante del gobierno no un mero recadero que por desgracia sea convertido en estos tiempos... Hacerlo profesional. Que se dedique a tiempo completo no a la política sino a resolver los problemas del barrio en consenso con los vecinos. Que tenga acceso a un presupuesto que en conjunto con los vecinos decidir en qué se va a gastar!!!. Y la fiscalización de dichos recursos en asambleas de vecinos!!! Debemos cambiar para el poder popular sea real no solo en papeles!!!. Ojalá me.publiquen y mí criterio que es el de mucho sea escuchado..

  • Omar Fernandez dijo:

    Lamentablemente, el modelo de "democracia" que se nos vende cuenta con una maquinaria tan poderosa detras que muchos, aun con evidencias demostrativas de todo lo contrario, continuan creyendo a ojos cerrados. Es mucho lo que hay que hacer, decir y pensar para derrotar a ese modelo. Y buena parte de ello pasa por lo que propone Neo, el real y verdadero empoderamiento de las masas para que adquieran capacidad de decision y actuacion sobre sus problemas y necesidades. A ello apunta lo que se ha comenzado a practicar en los barrios habaneros, pero eso es solo un timido comienzo.

  • Jorge Luis Piña dijo:

    La "Democracia" (porque no reconocen que es un modelo, una variante que intentan imponer) la venden al mundo denostando a Cuba, Venezuela, Nicaragua o cualquier otro, que por su ejemplo, ven como una amenaza a su esquema de dominación. Cuba ya conoció, por casi 60 años su "Democracia" y su pueblo apoyó, protagonizó y sostiene una Revolución para sustituir y superar con creces ese "modelo", que nos llenó de calamidades antes de 1959. El modelo imperfecto que aun tenemos, aunque no puede resolver los problemas acumulados por siglos y hoy fomentados con hostilidad desde el "norte", que los magnifica y hasta los inventa, es un proyecto que con orgullo defendemos, por su humanidad, por ser más sincero en la búsqueda de la igualdad y la solidaridad.

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Pedro Miguel

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