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Vacunas y soberanía: Los virus y el sistema inmunológico (I)

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Una ampolla de la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer y BioNTech, Boston, Massachusetts, EE.UU., el 16 de diciembre de 2020. Imagen ilustrativa: Craig F. Walker/Pool / Reuters

La palabra que todos pronunciamos hoy con esperanza es “vacuna”. Hemos vivido un año absolutamente extraordinario. Una pandemia inesperada e inédita lo ha cambiado todo, casi siempre para mal, aunque también tengamos algunas buenas consecuencias. La derrota política de algunos enemigos de nuestra Patria que ni siquiera supieron conducir a su poderoso país en estas condiciones extraordinarias puede haber sido influida por este factor, y esa es una buena consecuencia. Eso y las vacunas, cuatro de ellas cubanas, significan una perspectiva más optimista del año 2021 para nosotros. Lamentablemente, los que perdieron y siguen perdiendo su vida no podrán aprovechar lo poco bueno que pueda haber quedado de esta pandemia.

De la vida ya sabemos cómo se origina, cómo funciona y cómo manipula las leyes del resto del universo para perpetuarse, más como sistema que como sus individualidades. Dentro de ese sistema de la vida, los virus aparecieron en un momento dado y tienen un espacio propio. El que ha causado la pandemia actual es solo uno de los tantos existentes y que han existido, y no será de ninguna manera el último que afecte a la humanidad y a los demás seres vivos. Surgirán en cualquier parte y se extenderán o no en dependencia de sus características y de cómo la ciencia influya en el lugar en que ocurran.

Las moléculas son partículas inanimadas del nanomundo pues sus tamaños son de alrededor de mil millonésimas del metro. Algunos tipos de ellas hacen las veces de “ladrillos” y “cemento” que constituyen los organismos vivos. Existen muchos tipos de moléculas que forman parte de esta trama y las más singulares y complejas son las proteínas (que son las que “trabajan” y forman parte de las estructuras funcionales), las grasas (que “cementan” y almacenan energía), los azúcares (que cementan y sostienen, pero de forma mucho más especializada, y también acumulan y transportan energía), y los llamados “ácidos nucleicos”. Estas últimas son unas moléculas muy especiales y complejas cuya función fundamental es la de acumular la información del sistema vivo para que todas las demás puedan existir.

Los virus no son seres vivos, sino agregados o asociaciones relativamente estables de diversos tipos de moléculas vitales, cuyo componente fundamental son los ácidos nucleicos. En este caso portan información propia pero ajena al sistema de otros organismos vivos. Sin embargo, incluye la capacidad de auto replicarse a expensas del animal o vegetal, incluyéndonos, en que se aloja. Van cambiando (o mutando) en el entorno en el que se desarrollan y de las muchas formas en que esto ocurre, la inmensa mayoría fracasa. Sin embargo, las pocas mutaciones que resultan ser exitosas ponen a su servicio las células que invaden para dar lugar a nuevos virus. Y en esa tarea siempre afecta de una forma u otra a la célula hospedera que le prestó sus recursos. Si el virus es de COVID-19, parece que afecta tanto, que hasta la forma que tenemos de defendernos de ellos nos puede matar.

Existe un gran debate entre los virólogos acerca del origen de los virus. Se suelen mencionar tres hipótesis principales: i) La hipótesis “progresiva” que establece que los virus surgieron de genes (formados por ácidos nucleicos) en células que mostraron capacidad de moverse o transferirse a otras células; ii) la hipótesis “regresiva” propone que los virus son restos genéticos de organismos de células muertas que mostraron la capacidad de ser asimilados por otras vivas y allí reproducirse; y iii) la hipótesis del “virus primario” propone que los virus preceden a las células en la evolución: habrían aparecido primero. Por ello pueden haber sido los agregados moleculares iniciadores de la capacidad de auto reproducirse. De ser esta la hipótesis correcta los haría predecesores de las células y en condiciones de “coevolución” con ellas, que son sus anfitrionas actuales.

Una imagen de microscopio electrónico muestra el virus SARS-CoV-2. Foto: Reuters

Un sistema vivo tan evolucionado en los últimos 3 700 millones de años como el del ser humano tiene formas muy eficientes para defenderse de agentes potencialmente dañinos que sean portadores de moléculas ajenas. Lo hacemos a través de lo que se conoce como el “sistema inmunológico”. Este tiene una forma compleja de actuación, que puede entenderse simplificadamente.

El sistema inmunológico de nuestro organismo reconoce las estructuras moleculares vitales que nos son propias y no las ajenas. Nuestro “carné de identidad” natural está en los genes. Desde que el óvulo de nuestra madre fue fecundado por los espermatozoides de nuestro padre, nuestros genes se diferenciaron de los de ellos. Nos constituimos como una nueva entidad viva parecida pero diferente de la de nuestros progenitores. Solo cierta parte de nuestras células preserva la identidad de nuestra madre.

Dentro de toda la información que se trasmite está también la del sistema que identifica las moléculas vitales propias con respecto a las de cualquier otro ente vivo. Estas moléculas características de bacterias, hongos, virus y todos los posibles seres vivos pueden ser de muy variados tipos. Se les llama “antígenos”. El maravilloso sistema inmunológico humano es capaz de identificar antígenos ajenos que penetren nuestro organismo y generar un arsenal de componentes propios que se encargan de destruir a sus portadores.

Si la invasión es de bacterias, o cualquier otro organismo vivo ajeno, entonces identifican a sus antígenos extraños, diseñan las moléculas adecuadas para asociarse con ellos, y a partir de ahí el tiempo de vida del organismo invasor está contado. Solo puede vencer si nuestra reacción inmunológica es menos eficiente que su acción nociva o si la acción del intruso daña justamente al sistema inmunológico. Los virus y las células que ellos infectan son identificados y eliminados de forma parecida. El SIDA, por ejemplo, se origina en un virus que afecta al sistema inmunológico, por lo que es muy difícil de vencer.

¿Cómo se puede entonces vencer una enfermedad causada por un virus como el de la COVID-19? Esencialmente de dos formas: la primera es combatir y neutralizar los efectos del virus sobre el organismo enfermo, que ha sido atacado. Se logra con tratamientos eficaces. La segunda es ayudar a identificar y destruir a la especie invasora por parte de nuestras propias armas inmunológicas. Esto se puede lograr “enseñando” al sistema inmunológico a hacer su trabajo, pero sin los síntomas de la enfermedad que puedan ser fatales. Esto es “vacunarse” contra los virus.

Se han publicado 14 comentarios



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  • Jose R Oro dijo:

    Felicito de todo corazon al gran cientifico cubano Dr. Luis A. Montero Cabrera, por esta formidable primera parte de su articulo, que de una forma cientifica, sobria y accesible a muchisimas personas explica todo ese universo de los virus, etc. de que oimos mucho ( a veces solo antes de morir a causa de ellos) y al menos en mi caso sabemos mucho menos. Muy importante leerlo con cuidado y detenimiento.

    • Leandro dijo:

      Me sumo a su felicitación al Dr. Montero. Sus artículos me resultan muy instructivos. Aprovecho la ocasión para hacerle llegar a Ud., estimado Oro, mis más sinceros deseos de que tenga un feliz fin de año y mucha salud y éxitos en el 2021, junto a su familia. Le reitero mi aprecio.

      • Jose R Oro dijo:

        Muchisimas gracias, estimado Leandro! Deso mucho que tengan usted y su familia un feliz fin de año y mucha salud y éxitos en el 2021! Todo lo mejor!!!

  • Carmen dijo:

    Solo precisar que existen los virus de ADN y de ARN (Ácido Ribonucleico). El SARS-CoV-2 causante de la Covid-19, es un virus de ARN.

  • manuel dijo:

    Siempre deslumbrante , muchas gracias profesor

  • HECTOR Y EL HERMANO dijo:

    Magnifico Profesor, un gran articulo y muy esclarecedor sobre uno de los retos más grandes que hoy enfrenta la humanidad. Somos optimistas en ese camino para lograr la mayor inmunización posible contra este virus. Es destacadísimo en ese escenario de soluciones y vacunas mundiales lo aportado por Cuba, un país pequeño, subdesarrollado y agredido por una superpotencia en medio de esta crisis sanitaria y social exhibiendo tamaños resultados, una tesis que demuestra la fortaleza de nuestro proyecto social. Pero el mundo y su ecosistema cambian y mutan a una gran velocidad, no se trata solo de soluciones ante cambios del actual virus, es un caos mutaciones y cambios dialecticos de todo el universo natural, con desconocidos y mayores retos sanitarios globales. Se requiere profesor ante estos retos sanitarios globales un abordaje más integral, uno que contemple más y como lo primero, las soluciones también globales en las formas de socialización, porque las vacunas contra este virus hoy aun, son ciencia POR DEMOSTRAR en el concierto social. No podemos afirmar hoy categóricamente que esa sea la solución definitiva ante este virus, necesitamos tiempo para ello, es ciencia en el mundo aún no demostrada. Sin dudas como nunca necesitamos de esas señales de esperanza, necesitamos de buenas noticias, hemos vivido una tragedia global, pero la ciencia debe hacerlo proponiendo y afirmando con resultados demostrados en el concierto de la sociedad. La buena noticia ante la agresividad de este virus Profesor, como ciencia demostrada, una vedad incontestable, es que las nuevas formas de socializar aplicadas, donde la DISCIPLINA adquirió su mayor expresión posiblemente en toda la historia de la humanidad, UNA VERDAD QUE FUNCIONA, CIENCIA DEMOSTRADA, con notables resultados ante la propagación del virus. Una señal para nuevos modelos de socializar, que no podemos ignorar con o sin vacunas. Un camino Profesor demostrado por la ciencia que debemos manejar simultáneamente en cualquier estrategia global y definitiva ante este y otros virus. La ciencia, en especial las ciencias sociales deben innovar mucho más en materia de socialización y DISCIPLINA. Se imponen nuevos patrones de conductas más disciplinados para una superior socialización. Una vacuna siempre será necesaria, nos llena de esperanza, pero la solución definitiva ante este y nuevos retos sanitarios globales debe considerar más la edificación de nuevos y más disciplinados modelos de socialización. Se trata profesor de un parte aguas en el desarrollo social contemporáneo.

  • Sergio dijo:

    Las vacunas de mRNA, grupo al que pertenecen la BNT162b2 de Pfizer/BioNTech, la mRNA-1273 de Moderna ya aprobadas para uso así como la CVnCoV de CureVac (Fase 3), no son resultado de la improvisación o la desesperación por obtener una vacuna en medio de la pandemia.
    Tienen una historia de 30 años de investigación desde que la primera inyección con una molécula de mRNA que codificaba para un antígeno de interés, demostró inducción de respuesta inmune.
    No hay hasta hoy ninguna evidencia de que el mRNA en esas vacunas se integre a nuestro genoma. Es imposible biologicamente que esto suceda sin mediar reverso transcripción y nada indica que esté ocurriendo. Por demás el mRNA suministrado no llega al núcleo.
    Las vacunas de mRNA han sido un hito que no solo están ayudando ya con la COVID-19, sino que abre un campo fantástico en el tratamiento de otras enfermedades.

    • Rodney dijo:

      Sergio tampoco se ha empleado de forma masiva una vacuna mRNA de modo que los estudios existentes al respecto son muy limitados. Igualmente, si bien la técnica se conoce desde hace decadas, no es hasta los años 2000 que las tecnologías de la ingeniería genetica permiten el diseño de moleculas mRNA tan complejas como un virus.

  • virginia dijo:

    Feliz año para todos los cubanos.
    Por favor aclárenme si hay vacuna para todos nosotros, que no entendí bien a Duran

  • Mali dijo:

    Muchas felicidades Profesor y gracias por este trabajo, seguiré al tanto de la publicación de sus otros artículos sobre este tema porque con este he aprendido bastante y en mi caso ha sido esclarecedor, ya que padezco de hepatitis C y esta enfermedad también es causada por un virus. No pude entender bien cuando me dijeron que después de cumplir con mas de 30 semanas de tratamiento no se había negativizado el virus y esto se debía a mi sistema inmunológico. Me mantengo en seguimiento y a la espera de que pueda hacer tratamiento con otros medicamentos que existen, pero muy costosos internacionalmente. Tengo la esperanza de que nuestros científicos también puedan lograr algún medicamento efectivo.

  • Lis dijo:

    muy buen articulo.

  • SAMANTA dijo:

    Muy buen articulo. Me gustó mucho.

  • Clara Esperanza Pérez Simón dijo:

    Me sumo a usted Dr Montero, se que está trabajando por encontrar la vacuna que pondrá a salvo a la raza humana, Lo felicito por poner en alto a nuestro país y por uno 6 primeros que van a la vanguardia y ese reto es de usted y a ese colectivo que lo acompaña. Lo felicito por nuevo año y que le sea muy próspero en su vida y trabajo

    • Luis A. Montero Cabrera dijo:

      Muchas gracias por su comentario. Solo debo ser justo y expresar que personalmente no tengo participación directa en el extraordinario grupo de trabajo científico, compañeros y colegas, que ha diseñado y está probando nuestras vacunas. Solo me honro en contribuir a su divulgación y entendimiento.

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Luis A. Montero Cabrera

Luis A. Montero Cabrera

Doctor en Ciencias. Presidió el Consejo Científico de la Universidad de La Habana más de tres lustros. Miembro de mérito y coordinador de ciencias naturales y exactas de la Academia de Ciencias de Cuba.

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