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Economía, sociedad, historia

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En los campos y en los trapiches impusieron durísimas condiciones de trabajo.Foto: Archivo.

El hábito del buchito de café nos viene de la Revolución haitiana, la primera verdaderamente emancipadora de este lado del Atlántico. Antes, se tomaba chocolate. El acontecimiento ocurrido en la vecina isla tuvo repercusiones de gran alcance en nuestro devenir histórico. Muchos colonos franceses buscaron refugio en Cuba. Algunos trajeron parte de sus antiguos esclavos. Desarrollaron el cultivo del café y fueron portadores también de una cultura de cierto refinamiento.

Aunque la censura de la metrópoli tratara de impedirlo, la información de lo sucedido allí se transmitió. Entre los poderosos surgió la preocupación respecto a que entre los oprimidos por la esclavitud y los libertos marginados por razón de razas se produjeran revueltas similares. Por otra parte, las ideas emancipadoras inspiraron a quienes, junto a Aponte, se convirtieron en precursores del independentismo.

Hasta la insurrección Haití dominaba el naciente mercado mundial del azúcar y el café. Interrumpida la producción por la guerra, los cubanos se dispusieron a llenar ese vacío. La decisión marcaría una impronta profunda en nuestra historia. Al sustituir a Haití en el mercado azucarero mundial, se iniciaba así el proceso de dependencia de la exportación y el monocultivo, con repercusiones de todo orden en el desarrollo del país.

Los puertos de La Habana y Matanzas se abrían directamente a la comunicación con Estados Unidos y con el ancho espacio del Atlántico. Las fábricas del dulce se concentraron en el occidente. Se impuso la demanda de mano de obra barata. La trata negrera se acrecentó de manera acelerada. En los campos y en los trapiches impusieron durísimas condiciones de trabajo. Del tráfico de piezas de ébano surgieron fortunas que, en muchos casos, se invirtieron en la industria en expansión. Los dueños del negocio constituyeron lo que Moreno Fraginals denominó sacarocracia, una minoría ilustrada, cosmopolita, que intentaba infructuosamente lograr concesiones de la corte de España. En defensa propia, se atrincheraron en el antiabolicionismo y volvieron la mirada hacia el vecino del norte, donde la economía de plantación, instaurada en los estados del sur, respondía a similares intereses.

Los potentados criollos invirtieron parte de su capital en el país que comenzaba lo que habría de convertirse en expansión imperialista. En ese contexto fraguaron las ideas anexionistas. En más de una ocasión, organizaron lobbies para negociar con autoridades norteamericanas que eludían posibles conflictos con Madrid en espera de que la fruta madura cayera en sus manos.

Mientras tanto, en el oriente de Cuba la producción de azúcar tenía poco peso. Dominaban la ganadería y el cultivo de frutos menores. Junto a los grandes terratenientes, como Francisco Vicente Aguilera, subsistían pequeños productores. El joven Antonio Maceo llevaba las cosechas resultantes del trabajo familiar a Santiago, donde pudo establecer vínculos con la masonería. La intervención norteamericana en la guerra de Cuba agigantó la deformación estructural de nuestra economía. Los grandes centrales modernos se asentaron desde Sancti Spíritus hasta el oriente de la Isla. Establecieron latifundios y desplazaron a los pequeños productores. El dominio neocolonial implementó en Cuba su primer experimento. A la Enmienda Platt se añadió la firma de tratados comerciales de reciprocidad que, mediante fórmulas arancelarias preferenciales, desterraban la competencia de otros países y ahogaban el surgimiento de una industria nacional. Cuba vendía azúcar y compraba todo lo demás.

En los días de mi infancia, la división del trabajo establecida en mi familia me imponía la responsabilidad de adquirir los avituallamientos necesarios para el hogar. Conocí entonces, por vivencias personales, las restricciones derivadas de la Segunda Guerra Mundial, cuando el transporte de mercancías se concentraba en la Europa asediada. El Gobierno cubano, en esas circunstancias, creó la ORPA, oficina encargada de regular la distribución de productos estratégicos. Se racionó la gasolina.  Algunos inventaron un llamado carburante nacional con componentes de alcohol, corrosivo para los motores. Escaseó la carne. El rumor callejero anunciaba la llegada del alimento. Había que correr a toda velocidad para alcanzar un puesto en el desorden de los demandantes, tal y como lo reflejan las páginas iniciales de La carne de René, novela de Virgilio Piñera. Fabricantes de productos de aseo, dependientes de sus matrices norteamericanas, Crusellas y Sabatés carecían de materia prima. Un amigo emprendedor intentó fabricar jabón. Obtuvo sebo en el matadero y logró, con muchas dificultades, un producto pestilente falto de consistencia.

Descifrar las claves de la historia conduce a entender mejor las realidades del presente. El experimento neocolonial implementado en Cuba, ahora más refinado, con respaldo del capital financiero, se ha expandido al resto del mundo. Al amparo de las prácticas y de la ideología neoliberal, con el empleo de medios de todo tipo, incluida la vulneración de principios de la democracia burguesa, se abalanza sobre las colonias de ayer y amenaza también la soberanía de algunas antiguas metrópolis. La defensa de la soberanía en lo político, en lo cultural y en lo económico responde a un interés primordial de la humanidad toda, porque el apetito insaciable del poder dominante pone en riesgo la supervivencia del planeta.

(Tomado de Juventud Rebelde)

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  • HECTOR Y EL HERMANO dijo:

    Magnifico articulo profesora. La historia es vital, una herramienta obligada para hacer una mirada científica de futuro. Los grandes retos, aspiraciones y expectativas del hombre y en general de toda la humanidad solo están en futuro, ese es el verdadero campo de batalla. Veo la historia como un cimiento, una colina, una montaña para sólidamente posicionarnos y visualizar futuro. Como bien usted expresa profesora ese es el punto de partida, una poderosa herramienta para lograr un fin, a partir primero de intuir y visualizar ese logro de objetivos y éxito en el futuro. La historia no es un fin, una herramienta científica que debemos aprender a enseñar y a usar como tal, como herramienta para alcanzar un fin mayor en la actual contemporaneidad.
    El capitalismo en su proceso de origen, desarrollo y hoy de decadencia y contradicción se esfuerza constantemente en reinventarse, una reingeniería que no deja de innovar intentado desesperadamente en perfeccionase para no perder su esencia. De ahí que hoy confluyan en el actual escenario varios tipos de modelos de capitalismo, una buena parte de ellos que tomaron experiencia del socialismo, de ahí que muchos de ellos tengan diferencias notables con el modelo de referencia, los Estados Unidos.
    Lo que sucede hoy es diferente con lo que nos cuenta la historia en los orígenes del capitalismo norteamericano, hoy la economía norteamericana compra más de lo que vende, los Estados Unidos exportan para China y otros países lechugas, papas, tomates, maíz, y otras materias primas y compra de China tecnologías y productos terminados, algo totalmente diferente a los conceptos de sus orígenes. Cerca del 80% de lo que se produce en Canadá tiene como único destino los Estados Unidos, más del 60% de lo que abastece el mercado norteamericano se le compra a China. Esa dependencia y correlación de intercambio en lo económico movido por el enorme mercado y centro financiero que es hoy seguirá siendo por un buen rato los Estados Unidos, es una realidad que debemos poner en contexto, un contexto dinámico, dialéctico en constante cambio, donde participan múltiples variables.
    La historia también confirma científicamente que una de esas variables determinantes de las que depende el logro del éxito, o el logro de objetivos bien en lo personal, profesional, empresarial, o bien de países o de cualquier sistema, es la disciplina, el orden sin lo cual no hay éxito. El 50% o más del éxito dependen del orden y la disciplina que exista en cualquier sistema, llámese país, sociedades, empresa o persona, o responda a cualquier tipo de “ismo”, capitalismo o socialismo. La disciplina el orden es lo primero para lograr el éxito, para lograr objetivos, cualquier inventario que hagamos en la historia de países, empresas o personas de éxito lo confirma, no aporto nada nuevo, es algo muy conocido y demostrado científicamente. En nuestro país los mayores aportes a ese concepto de disciplina y orden en la actualidad los ha hecho Raúl. Partiendo de esa tesis y usando la historia como herramienta, tratare de ilustrar intuyendo futuro, como ejemplo para recrear el escenario del desarrollo del capitalismo mirando la actual realidad a través del coronavirus19.
    El enfrentamiento a esta pandemia demostrara una vez más las fortalezas del socialismo sobre el capitalismo desarrollado, algo evidente, no aporto nada nuevo. Pero lo novedoso estaría en ver como se debilitara el capitalismo como sistema monolítico y mayoritario, al quedar al descubierto mediáticamente las diferencias entre los modelos asiáticos y socialdemócratas, con los modelos originarios del capitalismo, Estados Unidos y Europa.
    Todo tomando como referencia la incapacidad que cada uno ha demostrado al abordar este fenómeno sanitario y social global. Los modelos de capitalismo de los Estados Unidos y Europa por concepción, son huérfanos de orden y disciplina al tratar de accionar como un todo, como un solo cuerpo, instituciones y población, como exigen las pandemias. El capitalismo tendrá que reinventarse a partir de esta realidad de guerra sanitaria global que vivimos.
    Lo más complejo, definitorio y duro estará en como el capitalismo desarrollado abordara los dos posibles escenarios ante esta guerra sanitaria:
    1.- Retornar a la normalidad dentro de los próximos 30, máximo 45 días y que todo se mantenga como esta, conviviendo con el virus y asumiendo las pérdidas humanas como daños colaterales hasta que se resuelva definitivamente la vacuna.
    2.- Mantenernos aislados como hoy, evitando el contagio durante un año o año y medio, y que todo sea diferente cuando regresemos a la normalidad, después inmunizada la población mundial.
    Evidentemente para los dueños del mundo, las manos grandes que gobiernan los hilos de la economía y las finanzas capitalistas del mundo, ese segundo escenario no se producirá, sería como que ellos aceptaran renunciar a su capitalismo, a su plusvalía, que ya con 45 días está bastante afectada. El poder mediático de convencimiento y argumentos de la maquinaria que se desplegara para convencernos de lo viable de esta variante #1 será superior a las noticias de las pérdidas humanas que los más desprotegidos enfrentaran. Ese posible escenario, el número 1, es la carta que se jugarán esos dueños del capitalismo mundial, que obligaran a mover de nuevo toda la maquinaria, claro con un costo político para los actuales gobernantes, entre ellos Trump, y de pérdida de confianza en el modelo occidental de capitalismo ante el modelo asiático, y el modelo socialista que demuestran su mayor fortaleza en cuanto a disciplina y orden al aventajar al capitalismo norteamericano y europeo al poner en marcha toda su economía pero con mucho orden y disciplina, lo que le daría una enorme ventaja, ventaja que no permitirán los dueños del mundo, aunque ello signifique una terrible desgracia para muchas personas. Sin dudas algunas esta guerra sanitaria y social generará dentro del mismo capitalismo una mirada diferente y cuestionadora por parte de su población. El modelo socialista liderado por China aportara las mejores experiencias en este terreno.
    Las manos grandes del capitalismo mundial no permitirán que China y otros países tomen ventaja en lo económico y financiero, ellos aún no preparados y sin resolver su propio cris sanitario y social sacrificaran todo por no perder su hegemonía, la historia lo confirma, no sería la primera vez.
    Nuestra economía, como economía abierta está obligada a insertarse en ese concierto internacional que otros gobiernan y deciden, máxime que adicionalmente sufrimos un cruel bloqueo. El orden y la disciplina de nuestra sociedad serán clave para sortear los venideros retos que enfrentaremos conviviendo con esta pandemia hasta su inmunización total.

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Graziella Pogolotti

Graziella Pogolotti

Crítica de arte, ensayista e intelectual cubana. Premio Nacional de Literatura (2005). Presidenta del Consejo Asesor del Ministro de Cultura, vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y presidenta de la Fundación Alejo Carpentier.

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