Adoramos a tu mamá
En otra época, tan lejana que ya no la puedo precisar, estuvimos de gira un grupo de artistas durante todo el mes de julio por las provincias centrales del país. El elenco lo integraba la crema y nata de la farándula de aquellos años: Alfredito Rodríguez, Mirtha Medina, Annia Linares, Maggie y Luis, José Valladares, Osvaldo Rodríguez y los 5u4, Héctor Téllez, Alberto Herrero… En total éramos más de veinte intérpretes.
Un mediodía nos sentamos a almorzar en una larga mesa del hotel Jagua, en Cienfuegos, y, como en aquellos años el turismo nacional florecía, coincidimos con un grupo de villaclareños que compartían hospedaje con nosotros.
Aquel equipo de figuras de alto calibre popular desató el pandemónium entre los comensales. Yo me sentía a salvo porque de todos era el de menos arraigo entre la población. Pero en cuanto le unté mantequilla al pan una señora de impecable aspecto me gritó:
—¡Amaury Pérez Vidal! ¡Qué ganas tenía de conocerte! —La señora pasó por alto soberanamente a las celebridades allí reunidas y, una vez a mi lado, muy excitada me dijo:
—¡Ay, mijo, en mi familia adoramos a tú mamá! Cuando ella sale por televisión la que está planchando deja de planchar, la que está cocinando deja de cocinar, la que está lavando deja de lavar, la que está limpiando deja de limpiar. ¡Todos corremos y nos sentamos frente al televisor!
Yo me enorgullecía con sus comentarios y la señora, tan distinguida y adorable, continuó con su perorata casi sin tomar aire, mientras mis compañeros empezaban a prestar atención a aquel grato episodio que parecía no terminar nunca:
—¡Muchacho, cómo queremos en nuestra casa a tu mamá! Cuando mi marido llega del trabajo y tu mamá está en la televisión no hay quien le hable. Si nuestros hijos están jugando, dejan de jugar para verla. Y hasta los vecinos, que no tienen televisor, corren al llamado de: “¡Consuelito está en la TV!”
Entonces hizo una pausa, respiró hondo y agregó con cierta parsimonia:
—Cuando tú sales por televisión no, mijo, porque en mi casa a nadie le gusta como tú cantas ni como te vistes. ¡¡¡Pero tu mamá… eso es otra cosa!!!
Una risotada colectiva, una explosión de sonoras carcajadas hizo que me fuera convirtiendo en una cucaracha que se deslizó apenada bajo el mantel, se descolgó de la mesa, cayó al piso y escapó hasta alcanzar el pasillo del Hotel Jagua. Me contaron después que la turista villaclareña preguntó mirándolos a todos:
—¿Eh, y a él que le pasó? —pregunta que recibió un irónico aplauso de mis compañeros de mesa.
En Video, Consuelito Vidal y Enrique Arredondo en "Detrás de la Fachada"
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Amaury, tienes algo de Nuñez Rodriguez en tus cronicas porque no las reunes todas y publicas un libro?
Ño, creo que a la señora se le fue el tur, vaya que forma de decir las cosas, eso no se hace
Amaury, la señora apretó con su falta de tacto, pero así son algunos humanos. Igual cuando te dicen: "estás enfermo, como has bajado de peso, qué te pasa..." y si te estabas muriendo te acabas de morir. jajajaja...