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La perla de Martí

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José Martí. Ilustración de José Luis Fariñas con el título "Yugo y estrellas"

José Martí. Ilustración de José Luis Fariñas con el título "Yugo y estrellas"

Tomado de Segunda Cita

Los que hemos vivido los ya largos años de la Revolución Cubana, fuimos educados considerando la modestia como una virtud y, en consecuencia, aprendimos a repudiar a los que demostraban ser autosuficientes.

Realmente, creer que uno tiene permanentemente la verdad y que nadie puede esgrimir válidamente un criterio contra lo que pensamos, es fea cualidad del ser humano que siempre anda equivocada. Presumir de infalibilidad, casi siempre se da en quienes fallan.

Pero habría que decir, también, que existen también mentes superiores - que no son muchas - y que resultan capaces de calibrar su valor. Esas mentes superiores que saben lo que valen, son incapaces de proclamarlo allí donde todo el mundo pueda oírlo. No obstante, en alguna dura circunstancia de la vida, cuando ese valor parece ignorado e incluso humillado, el gran hombre (o la gran mujer) pueden comentarlo con ellos mismos y, si lo escriben, casi siempre lo harán en clave.

José Martí manifestó ese pudor en uno de sus hermosísimos Versos sencillos que, además de sencillos, porque su autor escogió para ellos una forma estrófica popular, resultan bien complejos por lo que dicen y por el enorme talento de su autor para colocar complicadas reflexiones en esos octosílabos que parecen escritos como jugando. En uno de ellos cuenta la pena callada que puede encerrar el verso:

Vierte, corazón, tu pena
Donde no se llegue a ver.
Por soberbia y por no ser
Motivo de pena ajena.

La sana soberbia de un hombre superior, rehuye siempre la lástima.

Pero Martí tuvo momentos en su vida - voy a referirme ahora a su vida privada - en que casi se sintió digno de lástima, como pueden sentirse alguna vez todos los hombres. Uno de esos momentos fue la ruptura de su matrimonio con Carmen Zayas Bazán que le hizo perder además la compañía de su hijo.

Carmen no fue capaz de ser la compañera que Martí necesitaba, la compañera de un hombre que había echado sobre sus hombros la tarea de conseguir la independencia de Cuba como condición esencial para la de la que siempre consideró la patria mayor: esa que el mismo llamó "nuestra América".

En disculpa de Carmen, que era una buena mujer, habría que decir que habría deseado y quizás necesitado un hombre más común. Quería que el hombre talentosísimo que era su esposo, dedicase ese talento al bienestar de su mujer y de su hijo y no al logro de la hipotética felicidad de una patria que no existía. Martí amaba a Carmen: optó por el de ella, frente al amor que por él tuvo María García Granados, a quien glorificó y lloró años después, en los versos en los que la llamó "la Niña de Guatemala", cuando ya había comprendido que hizo la elección equivocada a la hora de casarse.

Martí sufrió enormemente el abandono de Carmen. En esa indirecta y hermosísima autobiografía que son los Versos sencillos, aparecen estos, numerados en romanos como todos. Llevan el número XLII:

En el extraño bazar
Del amor, junto a la mar,
La perla triste y sin par
Le tocó por suerte a Agar.

Agar, de tanto tenerla
Al pecho, de tanto verla
Agar, llegó a aborrecerla:
Majó, tiró al mar la perla.

Y cuando Agar venenosa
De inútil furia, y llorosa,
Pidió al mar la perla hermosa,
Dijo la mar borrascosa:

¿Qué hiciste, torpe, qué hiciste
De la perla que tuviste?
La majaste, me la diste:
Yo guardo la perla triste.

Es una fábula, como hay tantas, pero tiene un código para ser comprendida.

Si uno va a la Biblia, el gran libro de la tradición judeo-cristiana, que Martí conocía perfectamente, y busca en el Antiguo Testamento, hallará que Agar es la madre de Ismael.

Agar es pues su esposa Carmen. La perla - triste y sin par - es el propio Martí. El Martí roto, perdido, extraviado en el mar donde ella lo arrojó. Todavía en los versos de La Edad de Oro, revista excepcional que dedicara a los niños de América, reaparece el tema que, tratado como alegoría, podría tener diversas interpretaciones. La más general es que a muchas veces no valoramos las bondades de lo que tenemos y nos lamentamos cuando lo perdemos::

Una mora de Trípoli tenía
Una perla rosada, una gran perla
Y la echó con desdén al mar un día:
"Siempre la misma: ya me cansé de verla".

Pocos años después, junto a la roca
De Trípoli - la gente llora al verla -
Así le grita al mar la mora loca:
"¡Oh mar, oh mar, devuélveme mi perla!".

Es la historia de un doloroso episodio que el poeta, que el gran hombre, supo convertir en estos objetos de belleza, y nos entregó esa reflexión, brotada de una dura experiencia de la vida.

Se han publicado 5 comentarios



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  • jve dijo:

    Buen comentario por Guillermo, ojalá que hubiese èxistido Cubadebate en mis años de estudiante de Filología, este escrito del profesor me hubiese ayudado muchacho en la asignatura de Seminario Martiano. ¿no lo cree ud profesor Guillermo? Muchas gracias, un ex alumno suyo.

  • Omar Rafael dijo:

    Siempre me he preguntado: ¿Por qué la prensa plana no publica artículos de este corte, de grandes intelectuales cubanos? Acaso los cubanos (as) que viven en Guane, Maisi, Remedios o el Cerro, los de la Cuba profunda no merecen leer estas cosas, no necesitan leer estas cosas??????

    Granma los viernes se deleita publicando (qué bueno, de verdad) entre dos y cuatro artículos de la prensa extranjera, como si en Cuba no hubieran economistas, intelectuales, politólogos que pudieran hacer análisis de ese tipo o escribir trabajos como este que Cubadebate reproduce. Pensemos en el pueblo y encontraremos siempre el rumbo. Eso es lo que nos enseñaron Martí y Fidel.

  • G Solà dijo:

    Un articulo muy emotivo. Tengo entre mis manos un ejemplar del ‘Diario del Che Guevara’ que conservo en mi biblioteca, en que dedica tiernas reflexiones a la compañera Laura Gutiérrez Bauer, “Tiana”, compañera del Che en la campaña boliviana.

    Tiana tiene una hermosa canción dedicada del cantautor venezolano Alí Primera, con la siguiente letra:

    Tenía los ojos azules
    y tocaba el acordeón
    y le cantaba en su pecho
    amor a la revolución
    Tiana, Tiana, Tiana
    el pueblo tiene tu olor
    Tiana, Tiana, Tiana
    eres guerrilla y flor.

    Aquella canción tan triste
    que el río grande cantó
    cuando abrazó para siempre
    a la que el pueblo lloró
    Tiana, Tiana, Tiana
    el pueblo tiene tu olor
    Tiana, Tiana, Tiana
    eres guerrilla y flor

    El lamento de la quena
    del Altiplano lo ahogó
    diciéndote: el boliviano
    con la flor de Tania se quedó
    Tiana, Tiana, Tiana
    el pueblo tiene tu olor
    Tiana, Tiana, Tiana
    eres guerrilla y flor

    Esperando que les guste, les mando mis mejores saludos de España a los lectores de Cuba Debate.

  • Ja dijo:

    acudir a Marti siempre nos sorprende y mejora como seres humano. Muy beuno el artículo

  • La Bayamesa dijo:

    Considero que cada día debe mostrarse a nuestro apóstol en toda su dimensión. Estos temas de su vida privada, íntima, deberían publicarse mas, porque fue un ser humano, mortal, imperfecto, con glorias y dolores. Tambián aprovecho para exhortar a quienes lo lean a que lo interioricen y pongan en práctica su sentido de la discresión, y de no ventilar a los cuatro vientos las penas que nos matan.Que bueno sería que aquellas personas que pecan de ser un libro abierto aprendan de sus versos.

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Guillermo Rodríguez Rivera

Guillermo Rodríguez Rivera

Escritor cubano nacido en 1943. Su producción incluye poesía, novelas como "El cuarto círculo" (1976, en coautoría con Luis Rogelio Nogueras) y ensayos como "Por el camino de la mar. Los cubanos" (2005).

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