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La psiquiatría de Montaner

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De paso por Guatemala, me sorprendió leer en elPeriódico un titular [i] que llama al Presidente de mi país -Raúl Castro- con su nombre de pila. Me preguntaba si en una nación tradicionalista como Guatemala, donde hasta las familias se tratan de "usted" y a las autoridades se les nombra por sus apellidos, alguien no cubano comprendería a primera vista de qué Raúl iban a hablarle.

Supongamos que sí, ya que Carlos Alberto Montaner es habitual columnista de muchos diarios latinoamericanos -desde que se ganó el favor de los que no tienen fe en su tierra, como coautor de aquel intento de denigrar a las izquierdas que fue "El perfecto idiota…"- y quien lo haya leído apenas dos veces, sabrá que, no importa dónde esté y de qué vaya el tema, Montaner siempre hablará de (contra) Cuba, que ese ha sido su mejor negocio.

Pero no voy a detenerme en la obsesión del autor. Prefiero aprovechar que el citado artículo haya familiarizado a los lectores con el nombre de Raúl, para aportar a elPeriódico, mi humilde opinión de cubana que vive en Cuba sobre el momento actual en mi país.

En la propia edición del sábado de este diario pueden leerse un par de noticias que dicen más que ningún comentario: la decisión del estado cubano de entregar en usufructo las tierras estatales ociosas y la posibilidad de que los maestros jubilados se reincorporen al ejercicio activo, garantizándoles salario y pensión completos.

Lo mejor de estas decisiones -que no son las primeras ni serán las únicas modificaciones en curso - es que nacieron de la más amplia y profunda consulta popular, que se implementan a una velocidad que no pasa por encima de las leyes y que se insertan en una estrategia nacional articulada para que ninguna medida opere contra otra, pero principalmente para que ninguna niegue o desvíe el curso del cambio fundamental que está por cumplir 50 años.

Si un enemigo declarado de la Revolución Cubana como Montaner insiste en restarle importancia a las medidas que se van implementando por día en la economía y la sociedad cubana, no hay mayor prueba de que es porque funcionan. Y porque dinamizan aun más el proceso socio económico más dinámico que haya tenido lugar de este lado del mundo.

Ninguna sociedad cambió más en los últimos 50 años que la cubana y quien conoce un poco de economía y de historia, sabe que todo nació de una rebelión armada contra siglos de injusticia y abusos.

Como parte de una élite que se enriqueció a cuenta de esos abusos, Montaner y los que él representa no podrán aceptar jamás que los pobres de la tierra hayan tomado el mando, repartido la justicia y ganado la pelea contra los más poderosos entre los poderosos para elevar un país pequeño, pobre y bloqueado, a los más altos escalones del desarrollo humano.

Aquí mismo, donde termino de escribir este comentario, acaba de celebrarse un nuevo récord de la Operación Milagro, gracias a la cual en menos de tres años, jóvenes médicos cubanos le han devuelto la visión a 30 mil guatemaltecos. En otras regiones de Latinoamérica y el Caribe, los operados superan el millón de personas.

¿Por qué no habla de eso Montaner? Porque los que fueron a refugiarse a Miami o cualquier otro sitio, en espera de que Estados Unidos les hicieran el favor de intervenirnos para devolverles los privilegios; los que lo han intentado todo en medio siglo -desde los atentados terroristas hasta la guerra mediática global-, Montaner entre los más prominentes, viven en estado de negación, el mismo mal que padece el actual presidente del país al que quisieran pertenecer.

La frustración que les provoca el que todos sus recursos y dineros no hayan podido derribar la fortaleza de la Revolución, se concentra ahora en atacar la columna que la sostiene: la unidad.

Contra ella apuntan una y otra vez, desde el primer día, pero con redobladas ilusiones desde el 2006. Soñaron tanto con una pelea entre hermanos, con un país dividido entre fidelistas y raulistas, que les hiciera el favor que ni los norteamericanos pudieron, que se les nubla la vista y la memoria, cuando despiertan.

No recuerdan que la unidad, natural en la sangre compartida, se hizo mayor en los ideales idénticos. No soportan que Raúl se niegue a ocupar la silla de Fidel en la Asamblea Nacional ni que le diga al resto de los legisladores que Fidel es permanentemente consultado y comparte las decisiones. Pero lo que más debe molestarles es que esa mala noticia para ellos, sea buena y feliz para quienes vivimos Cuba adentro.

Mientras en muchos países de la región, reformas agrarias, crecimiento de empleos y subidas de salario son ilusiones o recuerdos, hay una Isla demostrando que siempre es posible superar el pasado y los sueños.

Psiquiatría política le llama Montaner. ¿No será que de tanta obsesión con Cuba el psiquíatra lo está necesitando él?

[i] "La parálisis psicológica de Raúl", elPeriódico, de Guatemala, 19 de julio de 2008. El mismo artículo fue publicado en otros medios latinoamericanos el pasado fin de semana.

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Arleen Rodríguez Derivet

Arleen Rodríguez Derivet

Periodista cubana y conductora del programa de la televisión cubana "Mesa Redonda", que transmite una emisión especial para Telesur. Es coautora del libro "El Camaján".