Imprimir
Inicio »Opinión  »

La no injerencia como opción perdida

| +

Una sencilla actitud de no intervención en los asuntos internos de Cuba habría evitado a la política exterior de los Estados Unidos el descalabro más grave que han sufrido sus vínculos hemisféricos en toda la historia.

La clase dirigente estadounidense abogaba por la posesión de Cuba desde antes de sus primeras guerras de independencia.

Cuando éstas se iniciaron surgió el precepto de "la fruta madura", según el cual Cuba, al separarse de España, caería en manos de Estados Unidos por gravitación natural.  Aconsejaba dejar que ambas partes se debilitaran por la guerra sin prestar apoyo a alguna.

Este principio no fue obstáculo para que Estados Unidos tratara de comprar a Cuba de España, así como para que el capital estadounidense se involucrara sólidamente en Cuba.

Dado que en la memoria popular estaban aún vivas las raíces revolucionarias de los Estados Unidos, muchos norteamericanos tenían simpatías por Cuba, lo que solapó una tensa preparación en los EEUU para la intervención militar -con fines propios- en la guerra independentista de Cuba, algo que el líder revolucionario cubano José Martí pudo advertir y por ello llamó -poco antes de caer en combate- a que la independencia de Cuba sirviera para "evitar que los Estados Unidos se expandieran por las Antillas y cayeran con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América".

Las fuerzas militares estadounidenses aprovecharon en los años finales del siglo XIX la coyuntura de una España agotada por la combatividad de las armas cubanas insurrectas y la decadencia global de su imperio, para declarar la guerra a España.

En sólo ocho meses, Cuba presenció la intervención militar norteamericana, la derrota de España, acciones de las fuerzas de EEUU contra el ejército independentista cubano y la imposición de un gobierno de transición: una gobernación militar de EEUU.

El pueblo cubano se opuso ferozmente a la anexión.

En 1900, la Convención Constituyente de los representantes cubanos redactó el proyecto de una nueva Constitución.

Pero el Congreso estadounidense impuso a ese proyecto una enmienda que convertía a la Isla en encalve neocolonial, legalizaba la intervención militar norteamericana y le adjudicaba el derecho de apropiarse de parte del territorio cubano. Limitaba los derechos de  Cuba a firmar tratados con otros países y forzaba al país a venderle o arrendarle parte de su territorio para establecer estaciones navales.

A la Convención Constituyente cubana se le previno que las tropas de Estados Unidos no abandonarían Cuba hasta que la Convención aceptara los términos contenidos en la Enmienda.

La República de Cuba fue establecida oficialmente el 20 de Mayo de 1902, pero lo que ocurrió en verdad ese día fue el nacimiento de un experimento neocolonial que duró 57 años.

El dominio económico y político había sido logrado sin apelar a la conquista de una colonia a la vieja usanza. Los Estados Unidos podían seguir proclamando su tradición y vocación anticoloniales a pesar de haber convertido a Cuba en una nación dependiente.

Luego, Estados Unidos intervino militarmente en Cuba en 1906, 1909 y en 1912. Cuba fue ocupada nuevamente por sus marines entre 1917 y 1923.

Entre cruentas dictaduras, como las de Machado y Batista, con períodos de "democracia representativa" supervisados por militares asesorados por el Pentágono y la embajada estadounidense, transcurrieron esos años hasta el triunfo definitivo en 1959 de la revolución iniciada en 1868.

Nuevamente, la no ingerencia en los asuntos internos de la Isla pudo haber sido, luego del derrocamiento de la tiranía de Fulgencio Batista, la fórmula más sabia para que los acontecimientos en Cuba resultaran más convenientes a la proyección global de la política exterior estadounidense.

Pero, en vez de eso, el gobierno estadounidense optó por fomentar la subversión contra el gobierno revolucionario recién constituido y cortó la cuota de compra de azúcar asignada a Cuba, a lo que el gobierno cubano respondió nacionalizando los centrales azucareros de propiedad norteamericana.

Poco después, al Presidente de EEUU autorizó una invasión total a la Isla por una fuerza de 1 500 mercenarios, integrada por policías torturadores, paramilitares pistoleros e hijos de políticos corruptos de la tiranía de Batista llegados a la Florida huyendo de la justicia. Fue un humillante fracaso para los Estados Unidos la derrota de sus fuerzas en solo 72 horas.

Diez sucesivos gobiernos de los Estados Unidos han intentado  estrangular a la revolución cubana con todos los medios a su disposición, a excepción de la guerra abierta y total. Han violado repetidamente las leyes internacionales y hace casi medio siglo desempeñan la dirección de la contrarrevolución en Cuba.

Las actividades terroristas promovidas por Estados Unidos han provocado la muerte de tres mil quinientos cubanos y más de dos mil han quedado mutilados.

El bloqueo económico ha tenido para los cubanos un costo de casi 150 billones de dólares, aislando a los EEUU de la comunidad internacional, que es casi unánime en su condena.

Ahora que los Estados Unidos se hallan envueltos en un proceso electoral para la elección de un nuevo presidente y la consigna del cambio parece haber prendido en la opinión pública, valdría la pena que surgieran fuerzas capaces de hacer que la política exterior de la nueva administración sea de respeto a las demás naciones.

Una política de no injerencia en los asuntos internos de Cuba propiciaría una gran apertura democrática en la Isla porque, en la medida que Estados Unidos deje de ejercer el papel de líder de la oposición al proyecto revolucionario, se abrirán mayores espacios y posibilidades al libre juego de las ideas en la sociedad nueva que Cuba construye.

El corolario sería un ambiente de mayor seguridad para las dos partes, aunque cada una con su sistema social diferente

Haga un comentario



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Manuel E. Yepe

Manuel E. Yepe

Periodista cubano, especializado en temas de política internacional.