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El tiro del discurso le salió por la culata

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La Alborada

El discurso del presidente Bush fue un fracaso espectacular en todos los frentes, salvo para los burócratas en su empleo y para los duros de Miami.

El presidente aparentemente buscaba galvanizar alguna acción no especificada por parte de otras naciones y del pueblo cubano, incluyendo específicamente sus fuerzas militares y policiales.  Más claramente, también pretendía apuntalar el apoyo en la Florida para su partido en las elecciones venideras. Distó mucho de alcanzar sus metas.

Sí mostró una notable falta de conocimiento sobre Cuba, con aseveraciones tales como que en la isla se prohiben asambleas de más de tres personas, y ofreció como nuevas iniciativas dos programas visiblemente imprácticos y destinados a no hacerse realidad.

Avanzando sobre esta pista, se dirigió directamente a los cubanos que "con gran riesgo" pudieran estar escuchándolo clandestinamente, sólo para encontrar que su discurso se hizo disponible, sustancialmente y sin redacciones, en la TV y prensa cubana, para que los cubanos se percataran mejor de cuán divorciado está el mandatario de la realidad isleña.  La reacción del cubano común fue en general cáustica. Algunos de los disidentes consultados quedaron perplejos.  Los oficiales del ejército y la policía, como sus símiles en cualquier lado, no se expresarían a los medios extranjeros, pero dudosamente se habrán sentido motivados a aceptar la invitación a sublevarse en base a las peregrinas aseveraciones del presidente.

Mientras que se había intentado montar un espectáculo al invitar representantes internacionales, esos invitados, sentados de un lado del salón, evidenciaron en público una falta de entusiasmo durante el discurso, en contraste a las ovaciones a pie de los cubanoamericanos de línea dura sentados al otro lado del recinto.

Si alguna otra nación estaba preparada para anunciar donaciones al propuesto mega-fondo para el sector privado--una tercera propuesta sin futuro ninguno--los medios no han informado al respecto todavía.  Una reacción común más probable es la de un diplomático europeo citado por El Universal: "Es decepcionante. No puedo creer que hayan convocado a todos los embajadores para esto, para anunciar la misma política que no lleva a ningún lado".

El presidente calendarizó su discurso para sólo dias antes de que vote la Asamblea General de la ONU sobre el bloqueo. El voto puede que refleje el esfuerzo de último momento del presidente, pero no de la manera que él anticipaba.

¿Qué, entonces, justifica que el presidente haya atentado contra sí mismo de esta manera? Considere el informe de hoy en el Miami Herald: el 12 de octubre, el presidente se reunió con diez de los principales duros de Miami, quienes lo presionaron para que rechazara las charlas ofrecidas por Cuba y para que le recordara a los burócratas insuficientemente ardientes que la línea dura debe ser implementada con tenacidad. Parece que el presidente les escuchó: algunas de sus fantasiosas descripciones de Cuba salen directamente del guión de Miami.

El escritor de la nota en el Miami Herald añadió un pie de página contextual: "El discurso de Bush se dió cuando los demócratas se sienten encorazonados por informes que sugieren que el bloque de votantes cubanoamericanos del sur de la Florida, antes sólidamente republicano, ya no pertenece monolíticamente a su partido".

Todo lo cual sugiere que el presidente decidió como resultado de la reunión montar rápidamente un anuncio público de su política, previa mucha publicidad al evento.  No era necesario confirmar los datos--la palabra de los miamenses es la verdad para la Casa Blanca--ni desarrollar sus propuestas vacías, y nadie en el Departamento de Estado halló las fuerzas para tratar de convencer al presidente que esto pudiera ser una mala idea.

Se hace difícil creer que las relaciones exteriores sean conducidas de esta manera, pero le podemos perdonar al estabishment de política exterior que no haya detenido este tren antes de que saliera de la estación. En realidad, este descarrilamiento particular, aunque concuerda enteramente con la política general del gobierno, no fue asunto de politica exterior.  Se redujo a una táctica electoral doméstica.

Aún sobre esta base, el discurso le traerá reintegros irrisorios al presidente y su partido.

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Luis Rumbaut

Luis Rumbaut

Periodista cubano radicado en Washington. Es el director del diario digital La Alborada.

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