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Guerra Civil Española: 70 aniversario: Cuando los traidores asesinaron la República

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El golpe de Franco del 18 de abril de 1936 inició la guerra civil que terminó con la entrada de los fascistas en Madrid el 1ero de abril de 1939.  En estos días se ha conmemorado el 70º aniversario de tan ominosa fecha. La guerra había costado un millón de muertos en un país que entonces contaba con veintiséis millones de habitantes.  En su primera declaración Franco expuso que su tarea principal era  recristianizar España. Cinco meses después Hitler invadió Polonia y comenzó la Segunda Guerra Mundial.
La traición de los militares felones que asesinaron la República: Franco, Queipo del Llano, Mola, Sanjurjo, Moscardó, impuso una noche de retrocesos en la historia española reanimando supersticiones, alentando una falsa moral de pacaterías, reviviendo los privilegios de la aristocracia, retrasando el desarrollo económico
Al terminar la Guerra Civil, España era un país devastado, miserable, de grandes penurias. Hitler intentó que Franco se sumara a las fuerzas del eje nazi fascista. Franco se resistió reclamando las posesiones francesas de África, que Hitler se negó a conceder en la famosa entrevista de Hendaya. Esto le permitió mantener a España fuera del conflicto bélico que habría sido catastrófico para el arruinado país.
No obstante, después de la guerra el mundo le enclaustró en un aislamiento sanitario: era el último dictador fascista. Odiado, rechazado por la humanidad, muchos le daban pocas posibilidades de supervivencia a su régimen. Pero al comenzar la Guerra Fría Franco emergió como un campeón del anticomunismo, uno de los bastiones de la "cristiandad occidental" contra la "herejía marxista". España era una base potencial de gran importancia en la cruzada que se iniciaba.
Durante treinta y siete años Franco gobernó con mano dura, sirviéndose de un clero vetusto y unos militares represores, usando las capas más arcaicas de la sociedad en la implementación de un modelo de gobierno que tenía fuertes aromas medievales: latifundismo, concentración del capital, bajos salarios, retraso industrial, énfasis en la producción agrícola.
Trató de preservarse  como una especie de árbitro supremo. Al subdirector de la CIA, General Vernon Walters,  Franco le confesó que tras su desaparición España no sería ya la misma. Él había creado un nuevo elemento que sería un freno ante cualquier radicalismo: la consumidora clase media, la prudente pequeña burguesía.    
A partir de su muerte en 1975 se implementó una transición difícil. De una parte los remanentes del llamado "búnker", la vieja guardia franquista. De la otra, los militares rígidos que aspiraban a mantenerlo todo igual. De una parte el Movimiento (como se llamó al falangismo en sus etapas finales) y el Opus Dei (que había escalado notables posiciones de poder); de la otra el PSOE, que se recuperaba de sus asechanzas y el viejo Partido Comunista con La Pasionaria y Santiago Carrillo.
Fue Adolfo Suárez quien desarrolló las ideas concebidas por Torcuato Fernández Miranda, preceptor del Rey, sobre la transición hacia la democracia. Atrás quedó Carlos Arias  que intentó establecer un franquismo sin Franco. Los conservadores más ilustrados como Fraga Iribarne son partidarios de ciertas reformas. El Rey Juan Carlos apoya a los adeptos a los cambios democráticos.
Suárez se entrevista con Carrillo: el Partido Comunista depone sus aspiraciones republicanas. En 1976 se celebran las primeras elecciones libres desde 1976 y se aprueba la reforma política. En 1977 se legalizan los partidos, reaparece un espectro de opciones políticas que Franco había extinguido. A mediados de 1977 se elige un nuevo parlamento que sustituye a las  Cortes franquistas.
El peligro de los regionalismos, de la lucha armada de los vascos, del separatismo catalán, se deja sentir más fuerte que nunca. Ante cada nuevo cambio los militares gruñen en los cuarteles. Existe el peligro de un golpe que anule todo lo alcanzado. El gobierno disuelve el Movimiento y legaliza al Partido Comunista. Fraga acusa lo ocurrido como un auténtico "golpe de estado". En los mítines comunistas deja de ondear la bandera republicana.  Se legalizan los sindicatos y se dicta una amnistía para todos los presos políticos. Don Juan de Borbón renuncia a sus derechos dinásticos a favor de su hijo Juan Carlos. Finalmente el PSOE gana las elecciones que llevan al poder a Felipe González.  
La estrategia de la ultraderecha fue banalizar  la dictadura, tratar de que sus crímenes y agravios a la sociedad fueran tratados como algo superficial, coyuntural, periférico. De esta manera se fueron distanciando emocionalmente de la gravedad de la violenta usurpación cometida. Infortunadamente algunos tratan que la sombra ominosa del franquismo desaparezca de los anales españoles. En España se confunde amnistía con amnesia.  El Valle de los Caídos sigue ahí, alzando su ignominiosa presencia como un baldón en la memoria histórica de los españoles.
gotli2002@yahoo.com

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.