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Guerra y Paz a la italiana

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Roma, 19 de marzo.- Si  del presente se hicieran frescos como los que cuentan la eternidad de esta fascinante ciudad-museo, se tendría que pintar uno de este día, cuando la multicolor bandera de la Pace flameó enfática sobre  astas, ventanas, espaldas, tribunas o jardines, bajo el cielo y sobre la  tierra, pero en cualquier caso, desde dos preocupaciones  muy diferentes.

Esta claro que aquí como en toda Italia, la manifestación del 19 de marzo no ha sido  una más en el concierto universal  que en muchas las ciudades del mundo pidió el fin de una guerra innecesaria e injusta. Para las mayorías populares se trata de una demanda fundamental, aunque el grito, como tantas veces, rebote sin eco en la voluntad del gobierno. Para otros es solo la  bandera  política del momento.

Irak, donde Italia mantiene 3 000 soldados contra la letra de su propia Constitución (articulo 11), es un asunto muy sensible en este país, sobre todo desde el rescate de la periodista de IL Manifiesto, Juliana Sgrenna, sellado dramáticamente por las ráfagas norteamericanas que mataron sin justificación  al ahora héroe italiano  Nicola Callipari e hirieron a otro agente o a otros (las primeras noticias daban cuenta de un tercer herido grave del que ya nadie habla) en un capitulo muy oscuro de la ilegal guerra contra el país árabe.

Aquel acto de gloria, convertido en tragedia por el "fuego amigo" de las tropas norteamericanas, no puede separarse de otra "herida"  al sentimiento italiano, propiciada por los que mandan en la guerra en lo que la prensa local describe brillantemente con un simple  juego de palabras: el "anuncio del retiro y el retiro del anuncio".

Todo el carisma del que presume Berlusconi ha resultado insuficiente para explicar con alguna dignidad por qué en el programa mas visto de la televisión italiana (Porta a Porta), el martes en la noche el Primer Ministro anuncio el retiro de sus tropas de Irak para  Septiembre y al otro día, después de una llamada y una corrección publica de Bush y Blair a aquellas palabras suyas, dijo que no había dicho lo que dijo.

La mayor burla fue para  el legislativo, donde ya los parlamentarios habían votado el refinanciamiento de esas tropas basificadas  en Nassiriya, durante una sesión que Berlusconi ignoró olímpicamente - algunos han recordado por estos días que el Cavaliere prefiere tanto la televisión que en las elecciones del 2001 también fue a Porta a Porta a firmar su llamado contrato con los italianos. Hasta el presidente Carlo A.Ciampi, de visita en Londres, fue sorprendido por el último performance del jefe del gobierno ante las cámaras.

Aun así, pocos son los que  creen que este descrédito le costará la silla a Berlusconi en el 2006. El Cavaliere ha sabido salir de confrontaciones mas duras, auxiliado de la división y debilidad de una izquierda que ha decidido recomponerse solo de cara a las urnas.

En vísperas de unas elecciones regionales (4 y 5 de abril), decisivas para la continuidad o la alternancia en el poder, los políticos de izquierda -finalmente aliados en la Unión -y los de derecha -aliados siempre-  se distinguen unos de los otros, apenas por los símbolos de sus respectivos partidos o grupos y por las discrepancias en torno al papel de la península en una guerra que casi toda la población rechaza como método de solución de conflictos.

Si la mayoría de los políticos hablan ahora de paz y de guerra es por puro motivo electoral, comentan muchos italianos. Al  fin y  al cabo, ese parece ser el  único tema donde las dos  tendencias -cada vez menos discrepantes en los graves problemas económicos y  sociales que se avecinan  o ya se sienten- exhiben algunas diferencias. Y no son radicales.

Con la excepción honrosa del Partido de los comunistas italianos, que votó por el regreso inmediato de las tropas, el resto de las fuerzas políticas opositoras coincidía  en demandar un retiro gradual, para el que no se había fijado fecha, hasta el anuncio sorpresivo de Berlusconi, quien en ese momento tomó descansada ventaja a sus adversarios, para perderla enseguida, tras el regaño de Bush. Obligado a enmendar  la plana con la usual culpa a la interpretación periodística, el capo justifico la mención de septiembre con un suspiro: "era solo un augurio".

Lo que queda por ver es que va a pasar ahora en el parlamento. Si la oposición se atreve a superar la propuesta de Berlusconi o ya aprendió la lección de que, en ese tema, como en tantos otros, Italia no decide sin el consentimiento de Washington. La democracia es un asunto muy relativo.

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Arleen Rodríguez Derivet

Arleen Rodríguez Derivet

Periodista cubana y conductora del programa de la televisión cubana "Mesa Redonda", que transmite una emisión especial para Telesur. Es coautora del libro "El Camaján".