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Espíritu de resistencia en el Líbano destaca Mesa Redonda

En este artículo: Líbano, Mesa Redonda
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La Habana, 15 may (AIN) La bestialidad de la guerra imperial israelí contra el Líbano, y el orgullo de un pueblo en resistencia por su tierra, se develan en el documental Las Huellas del Imperio, trasmitido en la Mesa Redonda Informativa de hoy.

Samir Al-Kantar, héroe de la resistencia libanesa que soportó 30 años de cruel confinamiento en cárceles israelitas actualmente de visita en Cuba, presentó el filme junto a la periodista libanesa Zeinab Berjawi, y Wafica Ibrahim, Coordinadora del movimiento libanés por la libertad de los Cinco.

Durante su intervención en el popular espacio de la Radio y la Televisión cubanas, Samir trasmitió un saludo al pueblo de Cuba, a los de América Latina, al líder histórico Fidel Castro, al presidente venezolano Hugo Chávez y a todos los mandatarios que enfrentan al imperialismo.

La resistencia, subrayó, no es más que la voluntad de un pueblo listo a defender su tierra hasta la liberación, listo a sacrificarse hasta la máxima consecuencia por salvaguardar la patria y la dignidad patriótica.

El héroe libanés comentó su experiencia en prisión. Fue condenado a 542 años, por hechos que jamás cometió.

Alzó su voz en solidaridad con los Cinco Héroes Cubanos, presos injustamente en cárceles de Estados Unidos, con los cuales intercambió correspondencia durante su confinamiento.

Las Huellas del Imperio es un documental independiente del realizador venezolano Ángel Palacios.

Se rodó en agosto del 2006, en el devastado país del Medio Oriente, tras 33 días de bombardeos israelíes que dejaron cicatrices imborrables, cientos de familias llorando a sus seres queridos, muertos en la beligerancia.

Palacios se trasladó al País de los Cedros, en vísperas del cese al fuego, y durante casi un mes, recorrió el país en busca de las huellas de la guerra y las voces de rabia y esperanza de un pueblo que enfrenta el reto de recomponer su vida en medio del desastre.

Este documental estremecedor habla por sí solo, transita barrios devastados de la capital, Beirut , y las aldeas del sur del país; relata historias de personas comunes, hombres, mujeres y niños, y lanza un mensaje colectivo de dolor y denuncia al imperialismo israelo-estadounidense.

Pero la evidencia gráfica también eleva un grito de vitalidad y de amor a la vida, un mensaje que a través imágenes y testimonios demuestra que a pesar de la brutalidad con que Israel destrozó al vecino país, no pudo acabar con el espíritu de resistencia del pueblo libanés.

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