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Juan Alberto Monteagudo: “Restaurar estas piezas es un gusto, más que un trabajo”

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En su taller de la sede del Gabinete de Conservación y Restauración, Juan Alberto Monteagudo restaura la imagen de una virgen. Foto: Darío Extremera/ Cubadebate.

Juan Alberto Monteagudo, de 24 años, es restaurador de policromía y dorado en el Gabinete de Conservación y Restauración de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Ha trabajado allí desde que en 2020 se graduó de la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos, en la especialidad de carpintero restaurador.

Define policromía como “cualquier decoración que se haga con pintura sobre una superficie tridimensional, que bien puede ser en un bien inmueble (como el detalle de un edificio en la decoración interior o exterior), un mueble o una escultura de madera”.

Mientras, el dorado es “la decoración que se hace con láminas de pan de oro”.

En su taller provisional de la sede del Gabinete en Oficios 112 (el taller original, en el Colegio San Gerónimo, está en reparaciones), Juan aplica láminas de pan de oro falso a la nube que sirve de pedestal a la imagen de una virgen.

Explica que el color rojo oscuro de la nube se debe al bol armenio, una arcilla preparada con cola animal, que fue aplicada antes de dorar.

La arcilla “permite bruñir la lámina de oro con un bruñidor de piedra de ágata, para que el dorado tenga un acabado metálico”. El rojizo “le da un fondo interesante al dorado, que nunca es perfecto; siempre quedan pequeños lugares donde la lámina no pega”.

Durante una pausa del trabajo, el joven restaurador responde a las preguntas de Cubadebate sobre su oficio.

¿Cómo es el trabajo de un restaurador? ¿Qué procesos debes aplicar a esta y otras piezas en que intervienes?

–Las piezas que nos traen son esculturas de madera, con varias piezas ensambladas, ya previamente talladas. Entre la capa pictórica y la madera hay una imprimación de yeso y cola, y, encima, la pintura del dorado. ¿Qué pasa? La madera es un material que cambia en dependencia del estado de humedad del ambiente, se va contrayendo o dilatando, y eso hace que se deterioren la capa de preparación y la policromía.

“Estas esculturas llegan con daños estructurales. Por ejemplo, la madera puede tener xilófagos (comejenes) u hongos. Lo primero que se hace, si hay un daño activo (lo mismo puede ser comején que un desprendimiento de la capa de pintura), es frenarlo. Una vez que lo frenas, empiezas a trabajar en la parte estructural, de adentro hacia afuera. En el caso de una imagen religiosa, las protuberancias son las que más se afectan, los dedos, la nariz, porque esas imágenes tienen un valor ceremonial, hay algunas que son procesionales, son sacadas al exterior. Uno de los factores que más afecta a las imágenes religiosas es el ser humano. Las que tenemos en los museos, no, porque en un museo hay controles de conservación que evitan que suceda eso.

Juan aplica láminas de pan de oro falso al pedestal de la escultura: Foto: Darío Extremera/ Cubadebate.

“Después, se trabaja la base de preparación, que es de yeso y cola, para posteriormente enfocarse en la policromía, que se hace si se está desprendiendo la pintura. Luego se limpia, que es la parte más crítica de la restauración, porque es irreversible, no hay vuelta atrás para lo que hagas en la limpieza. No es como con otros procesos que, si salen mal, los puedes retirar. En la restauración siempre se trata de que todos los procesos sean reversibles, no usar materiales ni técnicas que afecten la pieza definitivamente.

“Cuando la capa pictórica está limpia, lo que falta es la reintegración cromática, dar color donde falta, siempre ajustándose al faltante de pintura, nunca extendiéndote más allá, respetando la pintura original. El dorado se reintegra igual”.

¿Por qué escogiste este oficio?

–Soy graduado de la Escuela Taller de La Habana Gaspar Melchor de Jovellanos, en la especialidad de carpintero restaurador. Empecé en el taller de policromía y dorado, donde se necesitaba un especialista en madera.

“Poco a poco, con la supervisión de mis compañeros de trabajo, me he ido superando por mi interés, porque realmente me gustan el arte, el patrimonio y la restauración. Esta especialidad me da gran satisfacción. El trabajo con madera y pintura también me atrae, y restaurar estas piezas es un gusto, más que un trabajo”.

¿Hay alguna pieza en la que hayas trabajado que recuerdes por encima de las otras?

–Todas las obras en que trabajo son importantes y todas son un desafío, pero en el departamento he podido trabajar en piezas que para mí han tenido significación, sobre todo desde el punto de vista espiritual. Pude participar en la restauración de unos muebles que se usaron en la ceremonia de firma del libro de condolencias del doctor Eusebio Leal, en el Capitolio. Fue un honor para mí. Pero todas las piezas que hemos restaurado tienen un valor excepcional.

¿Cómo se articula la ética en la restauración?

–En el caso de la restauración, la ética consiste en siempre respetar la pieza original, su historia, lo que el autor hizo. Es limitarte a lo que falta, nunca agregar algo que no lleva; incluso, si no estás seguro de algo que le falta, lo mejor es no hacerlo.

¿Cuán importante es el estudio que realizan antes de restaurar una pieza?

–El estudio preliminar es uno de los principios de la restauración, junto con la mínima intervención y el uso de materiales reversibles.

“Se realiza sobre cualquier bien que va a ser sometido a una restauración y se divide en varias partes: estudio histórico (toda la información que puedas reunir sobre la pieza que vas a restaurar, desde época, autor, lugar y materiales hasta las restauraciones o conservaciones que se le hayan hecho); estudios químicos (por ejemplo, de los barnices que tienen las piezas, mucha de la suciedad que tienen las piezas son barnices antiguos oxidados que con el tiempo se oscurecen), y estudios físicos con placas o luz ultravioleta, para ver lo que hay debajo de la pintura. Hay imágenes religiosas que tienen dentro objetos con información.

“Una vez que recopilas esa información, estableces una metodología de trabajo”.

Juan Alberto Monteagudo: "En el caso de la restauración, la ética consiste en siempre respetar la pieza original, su historia, lo que el autor hizo". Foto: Darío Extremera/ Cubadebate.

¿Cómo pueden los jóvenes iniciarse en este oficio?

–Hay dos canteras principales de restauradores. Una es la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos, de donde ha salido la mayoría de los profesionales que trabajan aquí, y otra es la Academia de Bellas Artes de San Alejandro. Muchos estudiantes graduados allí pasan el servicio social en la Oficina del Historiador. Hay otras instituciones como la Universidad de las Artes o la Facultad de Artes de la Conservación del Patrimonio Cultural, donde se estudia la carrera de Restauración.

¿Qué cualidades debe tener un restaurador?

–Principalmente, tienes que amar lo que estás haciendo, toda profesión requiere eso. En la restauración, si no te gusta lo que estás haciendo no va a salir bien, porque requiere estar inspirado de alguna manera. La restauración tiene mucho de ciencia y también de arte.

“Tener paciencia, no apurar ningún proceso, todo requiere su tiempo y mucho estudio, no se puede intervenir una pieza sin hacer un estudio previo. Mucha perseverancia, porque a veces estás haciendo un trabajo que es un poco mecánico, pero tienes que mantenerte constante, concentrado.

“Hay que tener buen gusto estético, mucha vista del detalle, humildad, nunca puedes aferrarte a un solo criterio, método o solución. Esta profesión lleva mucho intercambio con tus compañeros de trabajo. En la restauración no se puede ser caprichoso, hay que estar abierto a las opiniones de los demás”.

(Tomado de Cuba Joven)

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Darío A. Extremera Peregrín

Darío A. Extremera Peregrín

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana en 2022. Periodista de Cubadebate.

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