Imprimir
Inicio »Especiales, Historia  »

¡Aé, aé, aé! ¡Aé, la chambelona!

| 17 |

José Miguel Gómez y Mario García Menocal. Foto: Tomada de Cubaperiodistas.

En los comicios generales del 1 de noviembre de 1916, el mayor general Mario García Menocal y Deop, a la sazón presidente de la República, volvió a aspirar a ese cargo a fin de mantenerse otros cuatro años en el mando, y sufrió una derrota humillante frente al licenciado Alfredo Zayas y Alfonso, caudillo del Partido Liberal.

“Los liberales no ganaron más provincias porque no las hay”, reconoció Aurelio Hevia, secretario (ministro) de Gobernación, y su declaración provocó consternación en el Palacio Presidencial y entre las huestes conservadoras.

De nada valieron a Menocal los recursos del poder ni el dinero y las sinecuras que repartió a diestra y siniestra. Estuvo a punto de reconocer gallardamente el triunfo de su adversario, pero la camarilla áulica, aquella que componía su escuadra política, tenía una opinión bien distinta. A fin de torcer la voluntad popular, la fuerza pública ocupó entonces los colegios electorales y las oficinas de telégrafo, suplantó boletas, alteró los cómputos y envió reportes a la Junta Central Electoral que tergiversaban los resultados reales, mientras el Gobierno desplegaba una feroz campaña propagandística y los liberales adoptaban como himno de guerra la pegajosa melodía de La chambelona e introducían en su letra pareados agresivos y aun insultantes para Menocal.

Con todo, no pudo el presidente convertir su derrota en victoria, y el Tribunal Supremo, lejos de validar el fraude, reconoció el triunfo de la oposición, aunque lo condicionó a la celebración de elecciones complementarias en algunas zonas de Oriente y Las Villas.

Menocal no parecía dispuesto a soltar la Presidencia, y poco podían esperar los liberales de aquellos comicios complementarios. Fue así que, acaudillados por el mayor general José Miguel Gómez, expresidente de la República, decidieron alzarse en armas contra el Gobierno en una insurrección que pasó a la historia como la revolución de La Chambelona.

Sus partidarios eran numerosos en Las Villas, reducto natural del liberalismo, y en Camagüey. Contaban con no pocas simpatías en el seno de las fuerzas armadas y el éxito pareció sonreírles en los primeros momentos, pero pronto el viento comenzó a soplarles en contra. Perdieron mucho tiempo las huestes liberales que se trasladaban en tren hacia occidente. José Miguel incluso hizo detener la marcha y bailó La chambelona en el parque del poblado de Majagua antes de que un oscuro teniente, sin que nadie se lo ordenara, prendiera fuego al puente de Jatibonico y detuviera lo que hasta ese momento había sido un avance triunfal. Para remate, el Gobierno norteamericano, al que los liberales acudieron en busca de respaldo, léase intervención militar, declaró que no apoyaría ninguna insurrección ni reconocería al Gobierno que pudiera emerger de ella, en tanto que enviaba a Cuba cuatro barcos de guerra que respaldarían a Menocal,

Así las cosas, el 8 de marzo de 1917 José Miguel era apresado en Caicaje junto con su hijo Miguel Mariano y toda la escolta. Se dispuso entonces que el expresidente fuera trasladado a La Habana, donde sería internado en el Castillo del Príncipe.

Desbordada por la alegría, ensoberbecida por la victoria, la camarilla áulica no se contentaba con la prisión de José Miguel; quería, además, humillarlo. Y a Palacio fueron Arturo Renté, Lorenzo Llodrá y José Polanco, entre otros de la escuadra política, para, en busca de aprobación, comunicar sus planes a Menocal: como el caudillo liberal arribaría a La Habana por la Estación Central de Ferrocarriles, nada les parecía mejor que hacerlo caminar el Paseo del Prado, desde Neptuno hasta el Malecón y hacerlo volver de nuevo hasta Neptunio, donde esperaría el carro jaula que lo conduciría a la prisión.

Menocal escuchó la propuesta. Guardó silencio durante largos minutos, se quitó las gafas y, mientras limpiaba los cristales con un pequeño lienzo, dijo:

─Ustedes olvidan que ese hombre que viene preso es un general de la independencia. Ustedes olvidan que ese hombre que viene preso es un mambí que se cubrió de gloria en el combate. Ustedes olvidan que ese hombre que viene preso, y que hoy es mi adversario, fue mi compañero en la guerra. Ustedes olvidan que ese hombre que viene preso tiene su casa en el Paseo del Prado y que allí está su esposa América, que es una cubana que probó su valor en la manigua y es digna del mayor respeto, y yo no puedo permitir, bajo ningún concepto, que presencie un espectáculo como ese. Ustedes olvidan…

Menocal se acomodó las gafas, guardó el pequeño lienzo en el bolsillo derecho de la chaqueta e interrumpió su discurso, porque ya los miembros de su escuadra política de uno en fondo y en puntillas trataban de escabullirse del despacho presidencial.

Entre cubanos

Aquellas elecciones complementarias que pidió el Tribunal Supremo se celebraron al fin y, como lo supusieron los liberales, transcurrieron bajo la coacción y el fraude. En los colegios de Las Villas aparecieron más electores que los registrados en el censo y en no pocas localidades el pucherazo fue total. El 8 de mayo de 1917 se constituía el Congreso para proclamar a Menocal como presidente de la República y al resto de los candidatos triunfantes. Y el Parlamento sesionó con la asistencia de cuarenta legisladores liberales que aseguraron el cuórum requerido.

La insurrección fue languideciendo. Algunos alzados fueron asesinados, como el general mambí Gustavo Caballero y el exsenador Nicolás Guillén (padre). El comandante José Lezama Rodda, padre del poeta, recibía en pleno campo de batalla su ascenso a teniente coronel firmado por el propio Menocal. En Santa Clara se entregaban los hermanos Carlos y Gerardo Machado, y a Zayas lo arrestaron en Cambute, cerca de Guanabacoa, donde permaneció “agachado”.  Los núcleos rebeldes eran batidos o se rendían sin luchar y se recluía a los cabecillas en las prisiones de la Cabaña. Los tribunales condenaron a muerte a algunos de ellos, pero Menocal les conmutó la pena por la de cadena perpetua y poco después los indultó a todos, incluso a José Miguel, que pasó 11 meses tras las rejas. Los funcionarios electos que se alzaron en armas también fueron perdonados, pero se les impidió que asumieran sus cargos.

En definitiva, todo quedó entre cubanos, como se decía en la época. Una época en la que nada era más parecido a un liberal que un conservador y viceversa.

Se han publicado 17 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Carlos dijo:

    Gracias. Al menos usted se preocupa por la historia no contada en la escuela

    • Ciro mMoreno Heredia dijo:

      Gracias maestro permítame abrazarle en agradecimiento a su magnífico trabajo que bueno .muchas veces nos enteramos de parte de nuestra historia a través de su exelente publicación Siempre ansioso por recibir sus artículos todos interesantes Gracias

  • Maximo dijo:

    Siga relatando la historia no plasmada en los libros, aprenderemos mucho y podremos comprender y hasta valorar mejor la historia de nuestro país.

  • Lic. Andy Sánchez Vega dijo:

    Gracias Ciro, siempre gracias. Excelente sección histórica, de lo mejor de Cubadebate

  • Celia dijo:

    Tremenda historia ,gracias a Ciro, por enseñarno la historia que no enseña en las escuela..y que forma parte de nuestro pasado

  • Carlos dijo:

    Muchas gracias profesor. Lo estábamos esperando con ansias.
    Necesito que me aclare,si Jose Miguel Gomez era el presidente que ordenó,la matanzas de los independientes de color.

    • Sergio dijo:

      Sí, fue durante su mandato, incluso, dos años antes, en 1910 se aprobó la Enmienda Morúa, auspiciada por el senador Martín Morúa Delgado, con la inteción de eliminar al Partico Independiente de Color (PIC) de la Vida Pública. Esto fue uno de los principales detonantes de todo lo que, infelizmente, pasó después.

      Nunca he entendido por que estas cosas nunca se han dado en las clases de historia de Cuba, bueno, a decir verdad, estas y otras muchisimas cosas

      Saludos,

  • un cubano más dijo:

    " .... una insurrección que pasó a la historia como la revolución de La Chambelona".
    Yo siempre la he conocido como "la gerrita de la chambelona". Así me lo enseñaron en la escuela. Ya tengo 50 años.
    En mi modesta opinión, el calificativo de Revolución le queda demasiado grande a los acontecimientos de marras.

    • Sergio dijo:

      Como la del 33,

  • RRA dijo:

    Simplemente excelente

  • pjnodalr dijo:

    Ciro, gracia, mil veces gracia por contarnos las historias cubanísimas que están en el ADN de nuestro pueblo tal y como son.

  • org dijo:

    Ciertamente el estudio de estos y otros muchos episodios de nuestra Rica historia es parte del programa de historia de Cuba.
    En no pocas ocasiones los profesores hacen solo referencias a ellos. Por lo general tampoco los estudiantes tienen mucho interés de profundizar.
    Cabe al profesor Ciro el mérito de Enamorarnos y conducirnos por los caminos de nuestra historia. Oportunidades que nunca me pierdo. Saludos Osvaldo

  • Ar2 dijo:

    Excelente artículo , respecto a los que señalan que esos hechos de la historia no se tratan en clase considero que está mal ser absolutos, cuestiones como esas dependen en gran medida de la preparación y consagración de los profesores y de la pasión por la historia y su enseñanza además lógicamente del interés que muestren los alumnos por conocer más allá de la "clase standard". Es válido aclarar que en un grupo de estudio hay estudiantes con distintos niveles de asimilación e intereses en cuanto a lo académico y el profesor tiene ante sí la difícil tarea de dar un clase para todos para el de alto nivel y el de menos para el alumno interesado en aprender y para el que tristemente va a perder el tiempo a la escuela y todos tienen que al final del periodo ser evaluados. No obstante la Historia está ahí no solo encerrada en el marco del aula, está en los libros, en los museos en las bibliotecas y los parques y pregunto : los deseos de estudiarla? Esos donde están? Saludos

  • Carlos Rodríguez dijo:

    Relatos como este deben formar parte de nuestras clases de Historia de Cuba. Nos enseñan, entre otras cosas, que generalmente las cosas no son blancas ni negras, las personas son contradictorias, cómo lo demuestra la conducta del propio Menocal, que también fué un General de la Independencia.

  • Maribel dijo:

    Muy interesante! Gracias profesor Ciro

  • JRB dijo:

    Relatos como éstos enriquecen y son la mejor manera de enamorar para el estudio de la historia y a la vez crear concepciones propias queda al desnudo que los mambises o parte de ellos en especial los que ostentaban altos cargos lucharon por la independencia para beneficio propio en no muy pocos casos, esa lucha por el poder venía desde los inicios. La Cuba que nos legaron fue la que moldearon a su antojo con la influencia del manjar que ofrecía el vecino norteño ya desde antes en poder de la economía cubana aún la forja de un país soñado por Martí y Maceo requiere el esfuerzo de su pueblo y de hijos ilustres que amen a su patria.

  • Arrietaa dijo:

    No sabia que Lezama y Guillen era decendientes de oficiales del ejercito Mambi.el profe sienpre enseñandobos de Historia de una forma amena
    Gracias Ciro

Se han publicado 17 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Ciro Bianchi Ross

Ciro Bianchi Ross

Destacado intelectual cubano. Consagrado periodista, su ejecutoria profesional por más de cuarenta años le permite aparecer entre principales artífices del periodismo literario en el país. Cronista y sagaz entrevistador, ha investigado y escrito como pocos sobre la historia de Cuba republicana (1902-1958). Ha publicado, entre otros medios, en la revista Cuba Internacional y el diario Juventud Rebelde, de los cuales es columnista habitual.

Vea también