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Gritos contra la pared

Por: Alexey Fajardo López
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Ilustración: Osval.

Lo voy a decir a través de las voces de otros, aunque sean solo algunos ejemplos. Rafael Joaquín Cervantes (de Ciego de Ávila, afectado por el huracán Irma): “Ya he agotado todos los canales posibles y no obtengo respuesta”; Dinora Hernández Fernández (de Chambas): “Llevo más de cuatro años en espera de respuestas de las direcciones municipales de Educación y Trabajo”; Félix Piñeiro Betancourt (de Ciego de Ávila): “Mi vivienda se dio por terminada en 2011 y, desde 2013, reclamo el completamiento de elementos de obra para su terminación”.

Lo ilustra, también, este párrafo, tomado de una publicación de Invasor en 2019: “Esta queja se tramitó en diciembre con el Jefe de Operaciones de la Empresa Municipal de Acueducto y Alcantarillado. Se le entregó una carta que no apareció después, y de la cual se entregó copia a la Dirección Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología; sin respuesta hasta ahora”.

Y es que, en el dramático asunto de las quejas de la población, algo se fracturó —con no muchos ejemplos felices— y, a su vez, fracturó la credibilidad de muchos hacia quienes “tienen” la obligación de darles curso, con la solución al problema, en caso de que la tenga, si no, al menos con una explicación clara y convincente de por qué no, por qué no en ese momento, o por qué más adelante.

Perviviendo en el tan socorrido “más adelante” una promesa de beneficio que habla de la responsabilidad de quien la hace y pone en tela de juicio a la entidad que representa, incluso a la provincia y al país, de no ser cumplida.

Quizás por eso uno encuentra a personas al punto del histerismo, o histéricas, cuando han hecho un largo camino para resolver algo tan simple como un cuño o una firma de los que dependía hasta la salud de un miembro de su familia.

Aparece una verdad de Perogrullo: cuando alguien se queja es porque está insatisfecho con el tratamiento o la respuesta recibida por quien debió tratarle bien y responderle con argumentos que le convenzan, no que le venzan. Las evasivas, o las contestaciones vacías, alejadas de la ética o de la justicia, laceran más.

Pero en materia de organización y comunicación institucionales creo que existe aquí un abismo similar al Triángulo de Las Bermudas, en la relación entre quejas recibidas, contestadas y resueltas, teniendo en cuenta el amplio número de entidades y organismos que poseen oficinas de atención a la población, cuya gestión se desconoce, o solo se conoce intramuros. También porque son muchas las personas que, hastiadas por el peloteo, abandonan su reclamo en mitad de la nada.

No podemos ignorar la existencia de un Día de atención a población, que se pospone muchas veces porque “el director está ocupado”; el director está en un recorrido”; “hoy hay Consejo de dirección”.

“Apatía” administrativa que no exime a los medios de prensa. En Radio Surco, el programa A debate es un ejemplo de denuncias y quejas de la población, en vivo, que mueren junto con la salida al aire. En Televisión Avileña más de un espacio de opinión ha quedado en igual situación. En este Semanario las secciones de intercambio con los lectores, en el primer semestre de 2021, lo ilustran: Cartas Abiertas, con 17 misivas publicadas, recibió solo seis respuestas; y Sin Rodeos, de un total de 43 insatisfacciones, apenas tres tuvieron total o parcial contestación.

Creo que falta aquí establecer consenso en un lugar, con responsables definidos, que revisen lo que en realidad sucede con las quejas de la población —y las respuestas—, no como archivo pasivo que engavete satisfacciones e insatisfacciones, sino como mecanismo de control que defienda derechos y credibilidades.

El viceprimer ministro de Cuba, Jorge Luis Tapia Fonseca, en reunión del Grupo Temporal de Trabajo para el enfrentamiento a la COVID-19, dijo al respecto: "La atención a la población es de los jefes, esa tarea no se delega, esa es una orientación de la máxima dirección del país”.

Supongo que en Ciego de Ávila existen dudas al respecto. Como, también, supongo que algunos deban revisitar códigos de ética, legislaciones y el significado social de ser servidores públicos o, lo que es lo mismo, poleas transmisoras de bienestar.

(Tomado de Invasor)

Se han publicado 5 comentarios



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  • andres Hdez dijo:

    J.L. Tapia Fonseca: Consagrado y admirado dirigente. Para muchas personas una admirable excepción.

  • Mariana dijo:

    Se nota que usted no ve mucho el programa de José Alejandro en Canal Habana.

  • Danilo Santiesteban Mayor dijo:

    En Holguín y Cueto

  • LuisMan dijo:

    Muy bueno este artículo. Si se me permitiese, yo le añadiría que en muchas ocasiones esas quejas o insatisfacciones se contestan culpando al bloqueo yanqui. Muchas veces he pensado que el bloqueo yanqui es el mejor amigo de algunos dirigentes indolentes que están en el cargo para disfrutar sus beneficios y no para servir al pueblo, como debiera ser. Gracias!!!

  • Luis Manuel González Torres dijo:

    Hay que dar una batida muy grande a las quejas de la población con respuestas convincentes. Puedo decir que en todas las esferas, y hay dirigentes intermedios que se benefician, pues como entender que no toman partido en la solución de las quejas. Si alguien duda lo puedo poner múltiples ejemplos dónde resido aquí en Santa Clara.

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