Veinte años del regreso del Che Guevara a Santa Clara
Pocas veces Santa Clara se vio tan callada. Pocas veces Villa Clara estuvo tan solemne. Pocas veces Cuba entera estuvo tan atada a un hecho, que sin dejar de ser luctuoso, mantuvo a millones de sus hijos a la expectativa de los acontecimientos. Pocas veces se había llorado tanto y desbordado tan intensos sentimientos.
Se trataba de un hecho irrepetible. Era el retorno del Che y sus compañeros de lucha guerrillera en Bolivia. La profecía del poeta se había cumplido. Nadie pudo impedir que lo encontráramos.
Habían pasado 30 años desde su muerte heroica. Aquí estaba de nuevo entre su pueblo, el Guerrillero Heroico: el hombre que siempre dijo lo que pensó e hizo todo lo que dijo. El argentino-cubano nombrado por Fidel, primer Comandante de la Sierra Maestra. Entre nosotros, nuevamente estaba el artífice de la Invasión a Las Villas.
Había regresado más vivo que nunca el Héroe de la Batalla de Santa Clara, el infatigable Ministro de Industrias, el agencioso Presidente del Banco Nacional de Cuba, el insuperable Embajador de la Revolución Cubana en sus primeros años.
A las 7.00 de la mañana del 14 de octubre de 1997 partió el cortejo fúnebre desde la Plaza de la Revolución José Martí. De La Habana, y hasta Santa Clara, fueron miles y miles los hijos de este pueblo que a cada lado de la Carretera Central esperaron emocionados el paso del cortejo militar que contenía los restos inmortales del guerrillero.
Exactamente doce horas después, al filo de las 7.00 de la noche, por la calle Marta Abreu, entraba el Che al Parque Vidal de Santa Clara. Nunca hubo tan respetuoso silencio. Era como si el tiempo se hubiese paralizado. Una emoción contenida evidenciaba el sentimiento de dolor que embargaba a los presentes. La urna de cedro con los restos del Che, y las de sus compañeros de lucha, ocuparon un lugar de privilegio en la Sala Caturla, de la Biblioteca Provincial Martí.
Durante dos días consecutivos, una fila interminable de santaclareños, cada uno con una flor en la mano, pasó a rendirle postrer tributo al hijo adoptivo que hizo de esta ciudad la suya. Nunca el flujo de personas dejó de manar. Era el mar de pueblo agradecido ante su héroe.
Junto a sus restos inmortales, y los de sus compañeros, hubo una guardia de honor permanente. «El Che nuevamente entra victorioso a Santa Clara», fueron las palabras que para sí, dijo Miguel Díaz-Canel Bermúdez, entonces primer secretario del Partido en Villa Clara, al hacer la primera de las guardias de homenaje al Comandante Guevara.
El 17 de octubre, tras una última guardia de honor, encabezada por su segundo de la Invasión, el Comandante de la Revolución, Ramiro Valdés Menéndez, a quien le fuera confiada la misión de hallar los restos de los guerrilleros caídos y hacerlos retornar a su Patria, el Che partió hacia la Plaza de la Revolución que lleva su nombre.
Allí le esperaba el Comandante en Jefe Fidel Castro, a quien seguramente el guerrillero le dedicara su último pensamiento, como le había prometido en su carta de despedida.
En la Plaza abarrotada, expectante, estaba el pueblo de Santa Clara.
Silvio Rodríguez interpretó como nunca antes y, quizás, como nunca después La Era. En la voz del locutor Pastor Felipe se escuchó por primera vez el poema El Memorial, de Enrique Núñez Rodríguez, convertido a partir de entonces en solemne juramento de traerle al Che «surcos de fuegos y cañas cortadas».
«Con emoción profunda vivimos uno de esos instantes que no suelen repetirse. No venimos a despedir al Che y sus heroicos compañeros. Venimos a recibirlos», fueron las primeras palabras de Fidel en su excepcional pieza oratoria.
Calificó al Che de “gigante moral” y a él, y a sus hombres, como un refuerzo, como un destacamento de combatientes invencibles, que llegaban a luchar junto a nosotros y a escribir nuevas páginas de historia y de gloria.
Fueron apenas unos diez minutos de discurso, pero suficientes para aquilatar en toda su magnitud al hombre que venía a seguir librando y ganando batallas a favor de los humildes.
Desde entonces, la llama eterna brota invencible en el Memorial. Otros guerrilleros se le fueron sumando. Nuevas tradiciones patrióticas surgieron a lo largo de estos 20 años. A ninguno de los miembros del Destacamento de Refuerzo les ha faltado una flor. Cada colectivo que busca renovar sus esfuerzos y proponerse nuevas metas acude ante el Che para prometérselas.
Ahora, a cincuenta de su desaparición física y a 20 exactamente de la llegada de sus restos a Santa Clara, el compromiso contraído por este pueblo es inmenso. Un deber que se acrecienta cada día y nos hace a los villaclareños ser más revolucionarios, más fidelistas, más cubanos.
Fidel, en aquella memorable mañana, concluyó afirmando: « ¡Bienvenidos, compañeros heroicos del destacamento de refuerzo! ¡Las trincheras de ideas y de justicia que ustedes defenderán junto a nuestro pueblo, el enemigo no podrá conquistarlas jamás! ¡Y juntos seguiremos luchando por un mundo mejor! ¡Hasta la victoria siempre!
(Tomado de Vanguardia)
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Como dijo Fidel, el Che es un gigante moral, está en la venas de latinoamérica...
AL CHE GUEVARA
Cuanto te admiro comandante Che Guevara
cuanto te admiro por todo lo que fuiste,
por haber hecho todo lo que hiciste
…..y hasta por haberte muerto,
hasta por haberte muerto de mentiras,
de mentiras, porque de verdad…….
tu nunca te moriste, entre nosotros
para siempre renaciste.
Cuanto te admiro comandante Che Guevara
cuanto te admiro por luchar como luchaste
por habernos dejado este legado
de humildad y de bondad que nos dejaste
y hasta por haberte marchado,
hasta por haberte marchado de mentiras,
de mentiras, porque de verdad tu nunca te marchaste,
entre nosotros…. para siempre te quedaste.
Cuanto lamento comandante Che Guevara
cuanto lamento que al volver a Santa Clara
hoy de verdad como tú has vuelto
no puedas ver a este pueblo
que hoy como ayer te recibe
con los brazos abiertos,
con una mezcla de dolor y de alegría
y compadezco a todo aquel que pudo un día
llegar a imaginar que estabas muerto .
Ing. Pedro Luis González Domínguez.
Me siento honrada de haber estado en ese momento tan importante de nuestra historia, en aquella plaza había alma.
Quienes, desde inicios de la Revolución Cubana, hemos estado en defensa de ese acontecimiento memorable para los pueblos tercermundistas. marchamos en nuestra tierra celebrando el triunfo de los combatientes revolucionarios y después formamos Comités, en defensa de la Revolución. Siempre fuimos admiradores del comandante Guevara y recibíamos el periódico Gramma, Nuestra solidaridad con el pueblo cubano, nos costó persecuciones y prisión. Hoy le decimos nuevamente al Che: Hasta siempre Comandante.