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Fidel Castro y Oriana Fallaci: La entrevista frustrada

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Oriana no era muy alta, más bien delgada, eléctrica, vibrante. Foto: Ethic.

Oriana no era muy alta, más bien delgada, eléctrica, vibrante. Foto: Ethic.

Oriana Fallaci, la conocida periodista y escritora italiana, llamó a mi oficina en la Misión Permanente de Cuba ante las Naciones Unidas y pidió hablarme. Corría el año 1980. Quería verme personalmente, pues deseaba una entrevista con el presidente Fidel Castro. Me dijo que había estudiado detenidamente su proyección, sus acciones dentro y fuera de Cuba y que creía poder hacer algo de impacto para L’Europeo y otras publicaciones con las que colaboraba. La cité al día siguiente a la residencia, sita entonces en la Calle 81, entre las avenidas Park y Madison, como a las 18 horas.

No era nada extraño que una periodista famosa quisiera entrevistar al jefe de la revolución cubana, pero me intrigó el interés de Oriana: los trabajos publicados en su libro asaz polémico, pero bien escrito y muy agudo, Entrevistas con la historia, solían dejar mal parados a los personajes entrevistados. Pongo por caso la que hiciera al ayatollah Ruhollah Khomeini, líder de la revolución iraní, poco menos que irrespetuosa y, sin duda, provocativa.

Oriana no era muy alta, más bien delgada, eléctrica, vibrante. Una belleza más cercana a Magnani, por lo fuerte, que a la sensual Silvana Mangano. Pálida y de cabellos castaños, con algo de rosa viejo. El apretón de manos fue enérgico, decidido. La saludé en italiano, idioma que aprendí hace mucho, aunque ella se había dirigido a mí en inglés. Por cierto, con fuerte acento itálico. Traía una bolsa con varios de sus libros. “Nunca se sabe, tal vez el Embajador no tenga idea de quién es Oriana Fallaci”, me dijo sonriente.

En realidad, solo conocía el que mencioné antes y algunos artículos en revistas italianas y estadounidenses, de modo que agradecí los ejemplares de Un uomo y Carta a un niño que nunca nació, obras llenas de pasión y ternura, sobre su compañero —combatiente griego— y el hijo que no tuvo, que me permitieron conocer mejor a aquella mujer fascinante y, a veces, terrible.

Sospechando que la respuesta de La Habana, al tanto por supuesto de sus características menos amables, podía ser negativa, me adelanté a decirle que Fidel Castro no solía dar muchas entrevistas... Me interrumpió: “¡Ah, pero ha dado entrevistas a Dan Rather y Barbara Walters, que son yanquis! ¿Cómo no habría de dármela a mí, que soy italiana y simpatizo con la revolución cubana? Porque no soy comunista, cierto, pero siempre he sido anarquista, enemiga de la burguesía, de la explotación de los pequeños. Y voy a hacerle a Castro la mejor entrevista que jamás le hayan hecho. ¡Va a ser un éxito clamoroso! ¡Todo el mundo me lee, todos los dirigentes que importan! Puede asegurarle a Fidel Castro que yo haré una entrevista amistosa, no como otras que he hecho a líderes que no me gustan. Sé que por eso me temen, algunos…”.

“No se trata de eso, señora —repuse enseguida—, sino de que el Presidente tiene poco tiempo libre y una entrevista con usted implica invertir parte del que no tiene en prepararse —leer sus libros, conocer su manera, meditar sobre lo que le interesaría decirle, en fin”. Oriana volvió a la carga, reiterando sus argumentos e insistiendo en que podíamos estar seguros de que actuaría con entera limpieza, de que nada contra Cuba o Fidel saldría de su pluma.

Prometí dar curso a su solicitud e incluso abundar sobre cuanto me había expuesto, con su mismo énfasis y claridad; lo cual hice, aunque albergando bastantes dudas sobre el carácter de la respuesta a recibir.

Creo que la primera reacción fue de Carlos Rafael, expresándome las mismas preocupaciones que yo en el fondo tenía respecto a lo que Oriana podría publicar finalmente, teniendo en cuenta sus anteriores entrevistas y artículos, su fama de provocadora y —como decimos en Cuba— de “libretera”, en el orden político. De todos modos, el asunto estaba siendo considerado por Fidel.

Al cabo de una semana, Oriana telefoneó y hube de decirle eso mismo; que debíamos esperar. Ella insistió en la importancia de verlo pronto y, en su estilo como de remolino, adujo no sé cuántas razones por las que era “indispensable” que Fidel Castro la recibiera.

Días después llegó la respuesta: Oriana debía trasladarse a Cuba en los días cercanos al 26 de Julio, que ese año se conmemoraría en Santiago de Cuba, para viajar a la indómita capital oriental donde podría encontrarse con Fidel Castro. Trasmití el mensaje y recuerdo la alegría de la sagaz giornalista cuando supo que sus deseos habrían de cumplirse.

Fallaci fue y regresó del caimán, eufórica. Vino a casa a verme y me contó: “En La Habana estuve pocos días. Allí me atendió el capitán Antonio Núñez Jiménez —muy atentos él y su mujer—; en su casa conocí a varias personalidades de la cultura y la política cubanas, entre otros, a uno muy simpático, inteligente y culto: Guevara”. “Sí —le dije—, Alfredo, fundador del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). No, no es pariente de Che”. “Ah, bueno, él mismo, concordó. Fueron muy agradables y me dieron mucha información sobre vuestro país”.

“Fuimos a Santiago y, después del acto —realmente multitudinario y entusiasta—, a una casa donde vendría Castro. Esperé ansiosa…. ¡Y por fin llegó! Tuvimos una larga plática; expliqué mis intereses, sugerí que más que una entrevista podría ser un libro, que estaba segura de que sería un éxito fenomenal. Fidel Castro respondió que no tenía tiempo en esos días para que conversáramos sobre todos los temas: ‘¿Por qué no viene en septiembre? Entonces estaré más libre y creo que podríamos contar con el tiempo necesario’”.

Oriana aceptó, desde luego. Y comenzó a hacer planes enseguida. Debía ir a Europa a ajustar ciertas cosas, no sé si relativas a la entrevista, y ver a su editor, en fin... Prometió estar en contacto telefónico, por si tenía algún recado de La Habana. Y partió, dejándome sus teléfonos en Italia y Nueva York.

Fidel canceló toda posibilidad de conceder a Oriana una entrevista. Foto: Ethic.

Fidel canceló toda posibilidad de concederle una entrevista a Oriana. Foto: Ethic.

No recuerdo si 15 días después, o algo más, recibí la noticia del arribo de Alfredo Guevara, quien venía a encontrarse con Oriana para darle un mensaje importante. Mientras tanto, debía localizarla y asegurarme de que estaría en Nueva York en esos días. Cuando di con ella —ya había regresado de Roma— se entusiasmó, intuyendo que las cosas marchaban más rápido de lo imaginado.

Conversé con Alfredo el día antes de la entrevista, a la que debía acudir solo, por instrucciones del Comandante, y me anticipó la tremenda noticia: Fidel había cancelado toda posibilidad de conceder a Oriana la entrevista. ¿Por qué? A su salida de Cuba, en el vuelo que la condujo a México en ruta hacia Nueva York, iba sentada al lado de un periodista que creyó italiano —idioma en el que hablaron— y le transmitió sus impresiones muy negativas, absurdas realmente, sobre Fidel Castro, comparándolo ¡nada menos! que con Benito Mussolini.

Fallaci no había entendido al personaje que ansiaba entrevistar y emitió juicios superficiales sobre alguien que apenas conocía, con quien solo había conversado un par de horas, si acaso. El “periodista italiano” no era otro que Jorge Timossi, argentino de origen italiano, colaborador de Prensa Latina. Él hizo llegar esa información a Cuba, motivando la comprensible decisión de Fidel.

En efecto, ponerse en manos de Oriana Fallaci era correr un riesgo que podría causar daños a la Revolución, sobre todo teniendo en cuenta la enorme difusión de sus trabajos. Alfredo debía expresarle, razonadamente, las objeciones del Comandante a mantener la cita, con todo el cuidado de que era capaz Guevara, pero sin dejar dudas de que teníamos derecho a no seguir adelante ni confiar en ella.

Alfredo me narró aquel borrascoso encuentro. Oriana estaba furiosa, caminaba, gesticulaba, gritaba, se detenía, volvía sobre su interlocutor y, abriendo desmesuradamente los ojos, vociferaba: “Esto no se me puede hacer, yo puedo significar mucho para Fidel Castro, porque lo que escribo lo leen todos los hombres importantes del mundo; ¡yo lo colocaré en la cima de la historia!”. Y así por el estilo. Guevara estaba asombrado, pero no hizo concesiones ni abrió resquicio alguno que descubriera una mínima posibilidad. Al final, se despidió cortésmente, bajo las andanadas de la incoercible Oriana.

Aparte de sus intentos telefónicos para que le insistiera a Fidel Castro en mantener la entrevista, dándome todo tipo de seguridades y alegando que la información trasmitida al Comandante era totalmente falsa y que así lo había dicho a Guevara, hubo uno que me sorprendió.

El embajador La Rocca, mi colega italiano ante las Naciones Unidas, me invitó a almorzar con el canciller Giulio Andreotti —a la sazón Jefe de la Delegación de Italia a la Asamblea General— en su residencia, en la Trump Tower, con una vista fabulosa sobre la catedral de San Patricio. Acepté, como es lógico, sin tener idea de qué podría querer tratar conmigo aquel gran personaje de la política europea de la segunda posguerra, varias veces primer ministro y canciller, demócrata-cristiano y “heredero”, en cierto modo, de De Gasperi quien, por lo demás, siempre tuvo una actitud amistosa hacia Cuba.

Grande fue mi sorpresa cuando declaró que sería importante, incluso en el contexto de nuestras relaciones bilaterales, que el presidente Fidel Castro concediera una entrevista a Oriana Fallaci, influyente y destacada periodista italiana a quien seguramente conocía, “que era no solo una personalidad de gran relieve en Italia, sino en toda Europa e internacionalmente”. Con todo respeto, repuse que yo había tramitado personalmente ese deseo de la renombrada escritora, pero podía ya decirle que dudaba mucho se concediera la entrevista en vista de las opiniones expresadas por Oriana sobre Fidel. Andreotti dio a entender que ciertas fuerzas importantes le habían pedido intervenir cerca del Gobierno cubano para que se rectificara la decisión.

Andreotti insistió y me hizo prometerle que, de todos modos, notificaría al Presidente su deseo, lo que hice ese mismo día, agregando cuál había sido mi respuesta al Canciller. Días después, cuando ya este había regresado a Italia, recibí un mensaje indicándome que la respuesta del Comandante no había variado y que así lo informara al alto dignatario. Con pesar, recibió La Rocca la noticia.

Muchos años después, cuando me desempeñaba como Embajador ante la Santa Sede, visité en varias ocasiones a Andreotti, entonces Senador vitalicio, en su oficina del Senado y en su propia casa, al lado opuesto del Tíber pero cerca del Vaticano. Nunca comentamos aquel episodio, mas fue siempre muy afectuoso al referirse al Comandante.

(Tomado de La Jiribilla)

Se han publicado 44 comentarios



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  • Manolo dijo:

    A FIDEL lo conoce el mundo entero, quien es la comecativias esta que tiene el "poder" de ponerlo en la cima, que autosuficiente y comemierda, Como si a Fidel le hiciera falta??

  • MsC Roberto Carlos Riccardi Marquez dijo:

    COMPAÑERO RAUL:
    EXCELENTE Y MUY ESCLARECEDOR ARTICULO,
    EMOCIONA OIR HABLAR DE NUESTRO COMANDANTE DE ESTA FORMA, Y ADEMAS TAL Y COMO LA CRA. MARIACARLA RELATO SUS VIVENCIAS DE VIAJES CON FIDEL EN UN ENCÜENTRO CON LOS DESCENDIENTES DE ITALIANOS EN UN SEMINARIO HISTORICO AUSPICIADO POR EL COMITE GESTOR DE LA ASOCIACION DE AMISTAD CUBA-ITALIA ¨MIGUEL D¨ESTEFANO PISANI¨ .LA EMBAJADA DE ITALIA, LA DANTE ALIGHIERI Y EL SR. CAPOLONGO.
    MIS SALUDOS SIN ¨GIROVAGUEAR¨
    RICCARDI JR.

  • Ismael dijo:

    El hombre con el que no pudo la CIA, FBI, el Pentàgono, 11 Administraciones Yanquis ni Batista, que soportò la caida del muro y de la URSS, que conserva el record Guiness de atentados totales y fallidos, el que distingiò a nuestra pequeña Isla en el Mapamundi, logrò derrotar al racismo en Sudafrica, Nigeria , Àngola y Ethiopia, trajo a Elìan y los 5 de vuelta a casa y yace en el nicho de una roca a pasos del Àpostol . De Oriana solo queda el recuerdo del intento de trepar por la escalera obsesionada con el èxito, Fidel sencillamente la castigò por su simpleza, no es que temiera una entrevista, la italiana no le llegaba ni al tobillo de la Walters, ni la Neuman, de haberse realizado la hubiese tambièn noqueado, pero ello tambièn hay que ganàrselo, "Àguila no caza mosca" gustaba decir a su mejor amigo.

  • joloro dijo:

    Leí Entrevista con La Historia,muy interesante y profesional,pero sin olvidar que era una periodista que respondía a una tendencia y siempre dirigía sus preguntas en esa dirección.En realidad Fidel para pasar a la historia no requeria de ninguna entrevista ni publicación.Pero hubiese sido una entrevista muy motivadora con confrontaciones y resquicios.Pero fue muy indiscreta la Fallaci al comentarsobre Fidel con un desconocido,para ella.Me gustan los artículos de este corte.Gracias a este gran diplomático venido a periodista.

  • Africano dijo:

    Encontrándome en cumplimiento de misión internacionalista en Angola en una de las vacaciones que vine al país mi padre me dio el libro de las entrevistas de Oriana Fallaci a un grupo de personalidades del mundo. Muchas de las cuales las conocí ahí, como Golda Mayer Primera Ministra de Israel, y primera mujer que en su momento fue jefa de estado, También otros como Arafat, Kissinger, los líderes Vietnamita durante la guerra el bueno y el malo, también entrevista si mi memoria no me falla a Polpo, al indonesio Suharto y a otro numeroso grupo de figuras sobre todo del periodo de la guerra fría, me extraño en verdad que no estuviera una entrevista con nuestro querido Fidel, también pude observar el carácter insolente de sus preguntas para muchos de los estadistas, incluso como algunos de ellos negaron posteriormente que esa fuera la entrevista que ellos habían dado, no se puede negar que es un encuentro con la historia que te permite profundizar si gustas de eso, en la vida y obra de esas personalidades y todo lo que aconteció en determinado contexto histórico siempre con la suspicacia de que lo que hoy está publicado por venir de donde viene no siempre se va a encontrar toda la verdad, todavía conservo el libro, esta historia contada por un testigo excepcional como Raúl Roa (Hijo) me motiva a sacarlo de la caja de los recuerdos y volverlo a leer, porque lo que si no se podrá negar que la señora Fallaci era una gran periodista.
    Nota: en su juventud fue una revolucionaria luchadora antifascista, partisana, persona de origen muy humilde que lucho y se preparó en la vida, pero los aires de los vecinos del norte le cambiaron su manera de ver la vida y las cosas, según se dice es ella la creadora de la teoría reaccionaria de la formación de EURABIA ose la islamización de europea que para mas vulgarización culpa a la izquierda de complicidad.

  • el jose dijo:

    Fidel es más que cualquier entrevista..al final...no concediéndosela por derechopropio a Orianna acaparó más titulares todavía...jjj...Bravo Fidel!!!!

  • Pasqualino Renza dijo:

    Buenos días ,
    con todo el respeto que se merecen las personas difuntas , in este caso sea el presidente Fidel Castro que la periodista O. Fallaci , quiero manifestar de condividir algunas ideas basilares politicas-filosoficas de la escritora pero apoyo también el Jefe Fidel Castro de haber negado su disponibilidad a someterse a las entrevistas de la pre mencionada, siendo, ella,miembra de los reporteros ,categorías de personas , que se piensan de poder cambiar y criticar todo y todos sin , muchas veces, conocer las verdades de los hechos dando la razón a todos lo que esta mas cerca a sus ideales y/o pensamientos !

  • Lucia Caro dijo:

    Yo creo que el comandante jamás tuvo la intención de concederle la entrevista a Oriana Fallaci. Tan es así que la tuvo enfrente, platicaron, y se cerró a que aquello fuera una entrevista. Por lo demás, no olvidemos que él hizo toda su lucha de manera clandestina, y sabe perfectamente enviar espías. Jorge Timossi fue el espía. Se hizo pasar por "periodista italiano" para desarmar a Fallaci, para quitarle la autoridad moral y que Castro tuviera una razón válida para rechazarla, pues según él "estaba en peligro la revolujión".

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Raúl Roa Kourí

Raúl Roa Kourí

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