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Tiempo de cambio y esperanza*

En este artículo: Alfabetización, Cuba, Educación
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Por Magali García Moré

Esta noche más de 770 millones de personas en el mundo no podrán leer antes de irse a dormir, por que sencillamente no saben hacerlo, de acuerdo con datos de la ONU correspondientes al 2011, que además refiere que esa cifra la componen mayoritariamente mujeres. De acuerdo con datos de la ONU, 775 millones de adultos, principalmente mujeres, siguen siendo analfabetos en todo el mundo.

Más de la mitad de la población adulta analfabeta del mundo, según la agencia de noticias XINHUA, se agrupa en el Sur y el Este de Asia, seguida por el SubSahara africano (21,4 por ciento), el este de Asia y el Pacífico (12,8 por ciento), los países árabes (7,6 por ciento), Latinoamérica y el Caribe (4,6 por ciento), y Norteamérica, Europa y el centro de Asia (dos por ciento).

Frente a cifras tan alarmantes y desproporcionadas, y ante las enormes dificultades de poder salvar este abismo, ¿Podremos llegar a pensar y conseguir sociedades más justas y la realidad de un mundo mejor?

Mucho se ha hecho y se continúa haciendo para obtener tan preciado objetivo. La Revolución cubana lo demostró y demoró menos de dos años en ejecutar un programa para más que eliminar el analfabetismo en el país, al que se sumaron miles de adolescentes, jóvenes y adultos.

 

7 de mayo de 1959, Terminal de Ómnibus de la Habana. .Avanzada de maestros voluntarios hacia la Sierra Maestra. (De D a I): Mercedes Marquette Colomé (fallecida), Magali García Moré, Guillermina Ares Valdés, María de los Ángeles Ruenes Fernández, el comandante Víctor Bordón y un militar no identificado. Foto cortesía de Guillermina Ares Valdés

7 de mayo de 1959, Terminal de Ómnibus de la Habana. .Avanzada de maestros voluntarios hacia la Sierra Maestra. (De D a I): Mercedes Marquette Colomé (fallecida), Magali García Moré, Guillermina Ares Valdés, María de los Ángeles Ruenes Fernández, el comandante Víctor Bordón y un militar no identificado. Foto cortesía de Guillermina Ares Valdés

La lucha por el aprendizaje de leer y escribir comenzó antes, desde las zonas ocupadas por el Ejército Rebelde. En los propios campamentos, durante el escaso tiempo disponible entre las operaciones de guerra, se agrupaban los combatientes para recibir clases. Además se abrieron aulas en los lugares posibles para que los campesinos de la zona dieran los primeros pasos en la ilustración. En el II Frente Oriental Frank País se desarrolló un trabajo ejemplar en tal sentido.

Cuando la Revolución tomo el poder ya yo era Maestra Normalista (graduada en 1956) y me sumé a ese grupo de maestros sin aulas, que así cumplían una parte del programa del Moncada. Fui ubicada en Cruce de los Baños, hoy municipio cabecera del III Frente Oriental, y donde tuvieron su asiento las fuerzas del Comandante Juan Almeida Bosque.

Allí llegamos integrando un pequeñísimo grupo compuesto por técnicos de diferentes oficios, maestra y un medico, que comenzamos a desarrollar un trabajo educacional, cultural, social y material con los campesinos.

Las transformaciones de esos primeros tiempos se sucedieron muy rápidamente y al año siguiente del triunfo, Fidel convocó a jóvenes para que se sumaran a enseñar a los niños campesinos, era el 22 abril de 1960. La idea era crear las aulas en la zona y convivir allí durante el curso, con los correspondientes periodos vacacionales establecidos, pero el gran objetivo era que se mantuvieran allí por algunos anos.

La convocatoria se abrió para estudiantes de bachillerato, Escuelas de Comercio y hasta de las Escuelas Normalistas. Cientos de jóvenes se inscribieron y fueron a pasar un curso de entrenamiento a Minas del Frío, donde se mantenían tres meses sin recibir salarios. Y fueron tantos que se creó un Primer contingente de maestros voluntarios, luego un Segundo y se cerró con el Tercer.

Aquellos meses nos hicieron madurar, y se creó en los campamentos un sentido de responsabilidad, sacrificio y solidaridad, hecho de la savia generosa de una obra que ya comenzaba a ser más grande que nosotros mismos.

Subimos por veredas al Pico Turquino, la elevación más alta de Cuba, nos pasábamos la mayor parte del tiempo mojados pues en ese periodo llovía mucho, dormíamos en hamacas cubiertos por un nylon; comíamos unas veces mejor y otras no tan bien.

Profesores del Ministerio de Educación tenían a su cargo la orientación pedagógica elemental requerida para el trabajo que afrontarían y clases de preparación combativa. Pero recuerdo con especial afecto los domingos en la mañana, cuando nos reuníamos grupos de compañeros según las posiciones ideológicas y creencias religiosas, para debatir temas muy del momento y también rezar o leer fragmentos de la Biblia.

Con la creación de cientos de aulas y la ayuda de los propios vecinos del lugar, donde quiera que los ubicasen, los maestros pasaron a ser el centro del trabajo político, social y cultural. Y fueron el punto de apoyo imprescindible para el trabajo de los meses subsiguientes cuando se desarrollo la formidable Campaña de Alfabetización.

Justo en abril del 61 tuvo lugar el ataque mercenario que culminó en la Victoria de Playa Girón con lo que además demostramos que era posible enfrentar al imperialismo yanqui y derrotar a quienes ellos habían entrenado, armado y apoyado durante la agresión. Aquella gloria fue un acicate para todos los pueblos del mundo, en primer lugar, por supuesto, el cubano.

En ese momento, los egresados del Primer contingente ya estaban en sus aulas, en lugares nunca imaginados por muchos de ellos, y recibiendo a los jóvenes alfabetizadores que tendrían a su cargo hacer de Cuba el Primer Territorio Libre de Analfabetismo de América.

Lo que siguió es historia de ahora, reciente. Cuba envió y envía maestros a diferentes países, ha creado un método pedagógico de alfabetización propio -avalado por experiencias positivas doquiera que se ha puesto en práctica-, contribuyó y contribuye con su experiencia y conocimientos en países de América y de África.

Habrá quienes todavía se estén preguntando ¿Cómo lo hicieron los cubanos, cómo crearon ese ejército docente y cómo llegaron más allá de sus fronteras?

* Libro de la autoría de Nora Rojas Fernández y Magali García Moré, publicado por la Editora Politica/La Habana, 2012.

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