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El dólar como símbolo de la decadencia de EE.UU.

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Pedro Calvo

dolar-caidaSeis años después de volver a ligar el valor de la libra esterlina al oro, Winston Churchill se vio obligado a recular. Había pensado, allá por 1925, que la divisa británica era tan poderosa como antes de la Primera Guerra Mundial. Pero se equivocó. La economía no soportaba una moneda tan fuerte, y la devaluó en 1931. La historia se repitió en 1949 y en 1967. Dos nuevas devaluaciones, con el descrédito consiguiente. La pérdida de prestigio de la libra constituyó el mejor reflejo de la caída del otrora poderoso Imperio Británico.

Esa secuencia dejó el camino expedito para la divisa que tomó el relevo a la británica como referencia del mundo cambiario: el dólar. Estados Unidos pasó a ser, sin discusión, la gran economía del mundo y, como merece tal distinción, su moneda se convirtió en la más fuerte del planeta.

Pero el declive de la libra constató que nada es para siempre. Y el dólar va camino de sufrirlo en sus propias carnes. Curiosamente, y como en el caso británico, las raíces de su declive hay que buscarlas en su desvinculación del oro. El entonces presidente de EEUU, Richard Nixon, hizo de Churchill y el 15 de agosto de 1971 emitió un histórico comunicado. "Debemos defender al dólar contra los especuladores. Hemos decidido suspender temporalmente la convertibilidad del dólar en oro u otros activos de reserva", proclamó.

Esas palabras depararon el desmoronamiento del orden financiero mundial edificado en los Acuerdos de Bretton Woods de 1944. Los caminos del dólar y del oro, hasta entonces unido a un cambio de 35 dólares por onza, se separaron para siempre y dieron lugar a dos tendencias opuestas: bajista en el caso del billete verde; alcista para el metal precioso.

Dos evoluciones que confirman otras tantas realidades. La del dólar como divisa que se enfrenta a un futuro cada vez más incierto, en el que su supremacía, como la de Estados Unidos, será puesta en entredicho por otros aspirantes, además de que puede dificultar la salida de la crisis. Y la del oro como activo que tiene valor en sí mismo, sin importar que ya no sea el ancla en torno al que se fija el valor de las distintas monedas.

Este panorama se ha afianzado, posiblemente de forma definitiva, desde 2002. A partir de ese momento, el billete verde se adentró en lo que para muchos expertos constituye un declive secular. Si entre 2002 y 2007 su decadencia se nutrió del abultado déficit comercial estadounidense, en estos momentos es heredera de los estímulos anticrisis diseñados por la Reserva Federal (Fed) y la Casa Blanca.

Nunca antes había habido tantos dólares circulando, y mucho menos a un precio tan barato, puesto que los tipos de interés están entre el 0 y el 0,25% desde diciembre de 2008. A esto se une un déficit público que en el ejercicio fiscal de 2009 -finalizado en septiembre- ha ascendido a 1,4 billones de dólares, el desajuste más alto de siempre, y una deuda pública que camina hacia los 12 billones de dólares, una cifra equivalente al 84,5% de la riqueza creada en EEUU en todo 2008.

Estos datos reflejan que las autoridades monetarias y económicas han ido más lejos que nunca con sus decisiones, asumiendo con ello varios riesgos. Como la pérdida de valor de su divisa, un efecto que ha dejado de ser posible para ser real. Así, en 2009 acumula caídas que oscilan entre el 5% contra el franco suizo y el 30% contra el dólar australiano Sólo sube, y apenas un 0,3%, frente al yen japonés

Sin embargo, el problema es de mucho mayor alcance. Lo poco gusta, pero lo mucho cansa, y la paciencia en torno al dólar se está agotando. Por mucho que Timothy Geithner, el guardián de su estabilidad porque ostenta el cargo de secretario del Tesoro, se esfuerce en asegurar que sigue comprometido con la política del dólar fuerte instaurada en los años 90, sus palabras cada vez suenan menos creíbles.

Como consecuencia, los países -sobre todo los asiáticos- acumulan más reservas, que son la despensa con la que afrontarían un posible problema de pagos, en divisas distintas al dólar. "O en oro", como matiza Juan Ramón Caridad, socio de Atlas Capital. Y si la financiación exterior decae, a EEUU cada vez le saldrá más caro cubrir su déficit fiscal e incluso correría peligro su calificación crediticia, con el consiguiente terremoto que provocaría en el sistema financiero, cuyo impacto retardaría igualmente la recuperación.

Pero hay más. A corto plazo, EEUU podría servirse de un dólar débil para exportar más, pero a la larga contiene el germen inflacionista que siempre lleva incorporado una divisa débil. En ese caso, incluso podría obligar a que el presidente de la Fed, Ben Bernanke, subiera los tipos para atajar ese riesgo. Si esa exigencia se produjera antes de que la reactivación se asentase, podría desencadenar una recaída en la economía norteamericana.

A su vez, los problemas estructurales que nutren la fragilidad del billete verde actúan como reclamo para los grandes inversores institucionales, que pretenden sacar provecho de esa situación. Y este efecto llamada se manifiesta en mayores caídas del dólar, al tiempo que sube el oro, al que "muchos traders llaman el antidólar", como recuerda la experta Kathy Lien, en su obra Trading diario en el mercado de divisas.

"La subida del oro responde, fundamentalmente, a la debilidad del dólar y a que los inversores están aprovechando la financiación barata que ofrece EEUU para invertir en otros activos -carry trade-. Mientras que la Fed no suba los tipos, el dólar no remontará y el oro tendrá margen para subir", explica Juan Ramón Caridad, que calcula que ese recorrido adicional puede alcanzar el 10% en los dos próximos trimestres. "Esperamos que el apetito por el riesgo siga aumentando en los próximos meses. Esta tendencia podría conducir a una mayor presión bajista sobre el dólar, algo que, unido a unas crecientes presiones inflacionistas, podría fortalecer más al oro", exponen los analistas de Deutsche Bank, para quienes la onza podría escalar hasta los 1.150 dólares en 2010 y hasta los 1.200 en 2011.

Estas previsiones prolongarían el momento dulce que atraviesa el oro, que contrasta con el amargo del dólar. Mientras el primero acumula una revalorización del 283% desde 2002 y elevó el pasado miércoles su récord hasta los 1.070,8 dólares, en ese mismo periodo el billete verde ha bajado un 68% contra el euro <:USDEUR:>. Lejos, muy lejos, quedan las palabras de Nixon. Pero su eco resuena ahora con más fuerza que nunca.

(Tomado de InSurGente/El Economista)

Se han publicado 1 comentarios



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  • HELLEN KRUSKAYA dijo:

    holA , SOY HELLEN , COMO VEMOS EL ESTADO QUE ALGUNA VEZ FUE PODEROSO SE ESTA DECAYENDO POCO A POCO, ESO DEMUESTRA K NADA ES INVENCIBLE , UNA PENSA, GRAN PENA , NO VALE LA PENA , TENEMOS TANTOS RECURSOS EN NUESTRO PAIS , EL PROBLEMA ES DEL GOBIERNO Y QUIENES LO MANEJAN , SI TUVIERAN LOS HUEVOIS BIEN PUESTOS PROBABLEMENTE SERIAMOS LA PRIMERA POTENCIA DE AMERICA LATINA , PERO NO TODOS LOS JOVENE SPIENSAN EN QUE ALGUN DIA NUESTRO PAIS CAMBIARA Y CXAEN EN EL CONFORMISMO, SI EL DOLAR DECAE , SI EE.UU SE ESTA PERDIENDO , PUES QUE APRENDA LA LECCION , ES PRODUCTO DE LA AMBICION DE GANAR A TODOS OTROS PAISES Y EXSPLOTAR A LA GENTE POBRE , EN DESMEDRO DE LA SALUD , GRACIAS , HELLEN

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