Cubadebate

Giraldo Mazola Collazo*, especial para Cubadebate

No se trataba de una visita formal. Culminaba décadas de colaboración y ayuda solidaria a Africa que aunque erogó muchos recursos a la bloqueada economía cubana había costado algo que no alcanzaba todo el oro del planeta para pagarla, la vida de más de dos mil compatriotas.

El Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, todo un símbolo del proceso revolucionario cubano, presidió la delegación de nuestro país a los actos de la independencia de Namibia. Lo acompañaba el miembro del Buró Político Jorge Risquet.

Viajamos a Angola en el vuelo de Cubana y de allí continuamos en un vuelo ejecutivo facilitado por el Presidente angolano Eduardo Dos Santos. Se incorporó allí a la delegación el entonces General de División Leopoldo Cintra Frías, otro símbolo de nuestra ayuda internacionalista y jefe de las tropas cubanas que dieron el golpe final al Apartheid en los combates de Cuito Cuanavale y en la ofensiva hacia la frontera norte de Namibia.

Ninguno de los cubanos que viajamos había estado antes en la bella ciudad de Windhoek, la capital de Namibia, con sus pequeñas colinas y la marcada influencia de la arquitectura alemana que predominaba en sus edificaciones.

Hacía meses, desde la fase final de las conversaciones cuatripartitas que concluyeron el proceso de aplicación de la Resolución 1435 de la ONU, radicaba en esa ciudad una representación cubana entre los que se encontraba el compañero Angel Dalmau, funcionario del Departamento de Relaciones Internacionales del Partido, que durante años se ocupó de las relaciones con la SWAPO y con la ANC de Sudáfrica y quien se convirtió, inmediatamente después de la independencia, en el primer embajador de Cuba en Namibia.

Fueron unos pocos días marcados de emoción donde fuimos testigos de una ceremonia excepcional donde fue arriada la bandera sudafricana y ondeó para siempre la bandera namibiana con la cual los combatientes de la SWAPO lucharon muchos años por su independencia.

Escuchar allí las palabras del recién electo Presidente de Namibia, Sam Nujoma y reiteradas con cariño en la reunión posterior con la delegación cubana, contentivas del agradecimiento a los combatientes cubanos cuyo sacrificio posibilitó el advenimiento de la libertad y soberanía, fue también estimulante y alentador.

Sin embargo, sobre el suelo namibiano ocurrió un hecho que nos marcó a todos de manera singular. Había viajado a esa ceremonia Nelson Mandela. Era su primer viaje al exterior después de haber sido liberado de su prisión de décadas. Mandela en aquellos momentos era sin dudas el líder histórico de la resistencia contra el racismo y del African Nacional Congress, ANC, pero seguía siendo entonces su Presidente el abnegado luchador Oliver Tambo, quien se encontraba gravemente enfermo y por ello se había diferido el Congreso de esa organización cuyos militantes todos, incluido el propio Tambo, consideraban que Mandela debía presidirlo.

Tan pronto Almeida supo que Mandela estaba en Namibia dio indicaciones de solicitar ir a visitarlo. Ahí comenzó un breve intercambio de mensajes a través de los funcionarios encargados de esta concertación que aquilata la grandeza y modestia de ambos.

Mandela respondió de inmediato muy gustoso pero diciendo que él iría a ver a Almeida que era Vicepresidente de Cuba. El Comandante nos indicó responder que él había solicitado verlo y él iría. De parte de Mandela o de sus colaboradores nos llegó la respuesta señalando que el líder sudafricano debía ser el que fuera a visitar a Almeida porque era Vicepresidente de Cuba y él un combatiente del ANC. Almeida se regodeó en la nueva respuesta y al reiterar su solicitud nos indicó añadir que en efecto conocíamos los cargos actuales de Mandela pero que para Fidel y los cubanos era el líder indiscutido de los sudafricanos y el símbolo permanente contra el Apartheid y como argumento final, que se apartaba del protocolo, pidió le dijeran que él no podía regresar a Cuba e informar a Fidel que “recibió” a Mandela sino que tenía que decirle que fue a visitar a Mandela.

Fuimos pues a visitarlo. Nos acompañó el equipo de la Televisión cubana que dirigía la argentino-norteamericana Estela Bravo.
La entrevista de las dos delegaciones fue muy emotiva. Era la primera ocasión que Mandela se entrevistaba con un dirigente de la Revolución cubana pero parecía que nos conocía hace mucho tiempo. Había seguido por décadas desde su prisión todas las epopeyas y gestas cubanas y hablaba de ellas con el orgullo de un participante y no de un cautivo observador de esos acontecimientos.
Citaba a Fidel así, como muchos de nosotros, con esa respetuosa familiaridad que lo hace grande sin cargos.

Nos dijo algo que repitió después ante el equipo de televisión y posteriormente en el acto del 26 de Julio en Matanzas cuando visitó nuestro país y que constituye el más grande reconocimiento de un dirigente africano al internacionalismo cubano.

Todos tuvimos pensamientos y recuerdos que no se pueden conocer por las fotos de aquel momento o las imágenes televisivas. Viéndolas me parece que el general Polo, con su rostro curtido de combates, no logra evitar su orgullo y el recuerdo de sus compañeros caídos. Risquet da la impresión que esconde en una sonrisa su emoción. Almeida, también con amplia sonrisa no es imposible que quizá recordara allí a los precursores caídos en el Moncada, en la Sierra y al Che y sus anticipadas acciones en tierras africanas.

No podremos olvidar lo que Mandela dijo allí y repitió luego en Cuba. Afirmó que estaba libre y que Namibia era hoy independiente gracias al sacrificio de los combatientes internacionalistas cubanos que destruyeron el mito de la invencibilidad sudafricana y propinaron un golpe mortal al racismo en Cuito Cuanavale que estremeció e hizo quebrar los cimientos del Apartheid.

*Giraldo Mazola Collazo fue viceministro del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba y embajador en varios países.