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Cádiz Rebelde: La mentira más grande jamás contada

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Editorial
Cádiz Rebelde

Andan como locos, preparando los fastos del 25º aniversario de la constitución de la vergüenza. Se celebra el consenso, la reconciliación, la tolerancia... Palabras huecas y manidas que nos mantienen secuestrados en un singular laberinto de difícil salida; en una jaula herrumbrosa, apresuradamente maquillada con minio y purpurina, a la que la propaganda vertida por Fascimedia en cinco lustros de inopia intelectual ha convertido en virtual panacea.
 Cerca de los dos tercios de la población del actual reino borbónico era menor de dieciocho años cuando Franco, Franco, Franco subió, por fin, a los cielos, a sentarse a la derecha de su dios. Así, la mayoría social de las Españas se ha hecho adulta participando de extra en la madre de todos los engaños; en una especie de magno Show de Truman en el que Ed Harris representa al Estado todopoderoso y manipulador.
 Porque el engendro legal al que se nos obliga inquisitorialmente a rendir vasallaje, so pena de anatema y de criminalización, nunca pasó de ser un mal acuerdo entre interesadas dirigencias funcionarias -delegadas de los dueños del dinero- que hiede a ranciedad y a deshonor. La complicidad del conjunto de fuerzas políticas y sindicales en la inmensa parodia, sólo refleja la miseria de sus responsables; de los que firmaron el papel mojado y de los que mantienen a machamartillo su humedad.
 Esta constitución nació talidomídica, con las taras propias de la falta de ética de sus progenitores. La recua de canallas vendió como Sagrada Biblia una escritura meretriz, intrínsecamente prostituta. Los que la compraron pensando que adquirían dignidad, se encontraron al abrir el paquete con el paradigma de la mendacidad y de la falacia. No se aceptaban, claro, devoluciones.
 Hace 25 años, en diciembre de 1.978, con la promulgación de la constitución del miedo, se materializó la afirmación "Todo está atado y bien atado" pronunciada por un asesino agonizante que sabía muy bien lo que decía y que murió políticamente tranquilo, plenamente satisfecho con la designación de su regio sustituto. Así, se puso negro sobre blanco una declaración de intenciones que, desnudada por la inexorable realidad, sólo se puede tildar de sucesión articulada de falsedades, imposiciones y amenazas.
 Lo más grave de la monumental arana radica en que en ella se fundamenta la coartada que les permite llamar democracia a la oligarquía partitocrática que padecemos. Pero la lógica ecuación despeja cualquier duda. Si está basada en una operación de luz de gas, por ingente y bien organizada que sea, la supuesta democracia no pasa de ser una enorme mascarada. La mayor mentira jamás contada.

 

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