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Un 26 en tiempo presente

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Santiago de Cuba custodiada por el cuartel Moncada. Fotos: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Por razones tácticas, los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes se programaron en los días del carnaval santiaguero. El movimiento en las calles y la presencia de visitantes venidos de todas partes disimulaban la actividad de los conspiradores que preparaban la acción. Con el triunfo de la Revolución, la fecha cayó en pleno período vacacional. El ambiente festivo es congruente con una conmemoración que, a pesar de las vacilaciones de los escépticos de entonces, condujo a la afirmación de la soberanía nacional, a la reivindicación de los más desamparados, a la transformación de la sociedad cubana y al desempeño por parte de Cuba de un papel protagónico a escala internacional en Nuestra América y en la lucha por la descolonización en el contexto de los países no alineados, a la vez que impulsaba el desarrollo de la educación, la investigación científica y la cultura. Los años duros impuestos por el asedio del imperialismo no pueden ocultar verdades co-mo puños bajo el manto de la desmemoria.

No puede olvidarse tampoco, junto con las condiciones sociales y económicas de la época, la violencia feroz implantada por la dictadura de Batista. La gran mayoría de los caídos en el Moncada no murieron en combate. La imagen más cruenta del odio acumulado por los represores encarna en el ojo sangrante de Abel Santamaría, mostrado a su hermana Haydée, bajo la amenaza de arrancar el otro de la misma manera si no hablaba.

Haydée calló, pero la herida infligida en ese acto no llegaría a cicatrizar nunca. El Moncada fue un revés táctico con un alto costo humano, pero el diseño estratégico se afianzaba. Asesinaron a Abel. Sobrevivieron Fidel y Raúl. Padecieron cárcel en las duras condiciones del Presidio Modelo, que también conocieron los revolucionarios del 30.

Como en el sacrificio de Mackandal, tal como aparece en El reino de este mundo, la acción despertó fe y esperanza en un círculo más amplio que los fundadores del Movimiento 26 de Julio. La presión popular impuso la amnistía de los condenados, que pudieron partir a México a organizar la expedición armada con la que había soñado Guiteras. Seguida por Alegría de Pío, la expedición del Granma también fue un revés. Al reunirse siete fusiles podría iniciarse la guerra y conquistar el triunfo con enorme respaldo popular en el que cristalizaba un tesoro de esperanzas conservado por más de un siglo.

Asediados por el enemigo, hemos podido resistir durante más de 60 años, a pesar de reveses y de errores propios, de los que habremos de extraer un aprendizaje útil. Lo importante, afirmaba Fidel, consiste en no sacrificar nunca la estrategia a favor de ventajas tácticas transitorias. Así lo sostuvo en su discurso del Aula Magna, verdadero testamento político al que convocó a fundadores —algunos de ellos olvidados— y a jóvenes estudiantes.

En México se incorporó el Che con su profundo aprendizaje del tránsito a través de América Latina, coronado por las vivencias de la Guatemala de Árbenz. Quizá comprendió entonces que al imperialismo no puede concedérsele “ni un tantito así”.

Como lo supo Martí, la lucha insurgente debía ser brevísima, para impedir a tiempo la intervención extranjera. En una continuidad renovada, teniendo en cuenta los contextos de la hora, toda estrategia se define por no perder de vista la perspectiva emancipadora, no solo la nuestra, sino la que compartimos con el universo subdesarrollado del Sur. Mucho más que para forjar añoranzas indispensables es razón de ser de nuestra lucha, internacionalismo fundamental que fue subestimado en ocasiones por países que integraron el antiguo campo socialista. Por otra parte, no puede romperse el vínculo orgánico con las masas y debemos brindarles toda la verdad, sin edulcorarla con ilusiones fantasiosas. Así lo hizo Fidel en los días tristes y luminosos de la Crisis de Octubre.

Porque la lucha no ha concluido, siempre es 26. Nos rodea un mundo más complejo que nunca antes. Los imperios tradicionales se subordinan al imperio mayor, que abandona las fórmulas diplomáticas acuñadas a lo largo de siglos de negociaciones para emplear un lenguaje prepotente y anular muchos de los principios que modelaron la democracia burguesa en su breve paso por la historia.

Seguimos en 26 porque tenemos que afrontar serias dificultades económicas, porque el imperio no renunciará a su viejo propósito de dominarnos por esa vía, a la vez que manipula las conciencias, perturba el rigor de periodistas e, incluso, de analistas bien informados, al convertir la política en espectáculo y alentar así la indiferencia ante los problemas que atañen al bien público.

Estamos en 26 porque, ahora como entonces, tal y como lo pensaron Martí, Fidel y el Che, la batalla económica está aparejada a una batalla política con el uso de las telecomunicaciones, los medios tradicionales y el contacto directo con las bases, tal y como lo propone el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel. No es meta de un día. Requiere romper las rutinas de los informes complacientes y centrar la mirada en análisis críticos y autocríticos.

En carta de Michel Leiris —escritor y antropólogo francés, director durante muchos años del Museo del Hombre de París— enviada a Alejo Carpentier, que reproduce en gran parte su ponencia presentada al Congreso Cultural de La Habana del 68, el investigador señalaba que los países sometidos a la colonización requieren, en primer lugar, conocerse a sí mismos para dominar a fondo los recursos disponibles, saberes que les fueron ocultados por las antiguas metrópolis.

En los años transcurridos hemos andado buena parte de ese camino con el propósito de superar el monocultivo y el monomercado. Desde el Ministerio de Industrias, el Che avanzó en esa dirección.

En la coyuntura actual, de rápidas transformaciones tecnológicas y consecuente obsolescencia de nuestras instalaciones, nuestro recurso mayor reside en la formación adquirida por los cubanos, a pesar de las lesiones sufridas por la situación económica.

No me gusta emplear el término de excelencia, tan de moda en el modelaje universitario del Primer Mundo. Prefiero referirme a la recuperación del rigor indispensable para superar deficiencias, a partir del reconocimiento de nuestras debilidades actuales. Precisa rescatar saberes acumulados por quienes, marginados de la vía activa en razón de su edad, acumulan experiencia y conocimiento. A todos ellos se puede apelar en caso de necesidad.

Y digo al joven, remedando a Mariana Grajales: “empínate”, eleva a la máxima potencia tu talento en la ciencia, en la cultura, en la enseñanza, en la práctica de los más diversos oficios. Hazlo con responsabilidad plena, corriendo riesgos, abriendo tu propio espacio con el apoyo de los más avezados sin reclamar arropamiento y sobreprotección. Porque siempre es 26.

De esa manera, desde tu quehacer específico, romperás los cotos cerrados y podrás pensar en términos de país, como lo reclama Díaz-Canel. Porque, en última instancia, la batalla actual se libra, en gran medida, en términos de pensamiento. A esa tarea ineludible, distante en apariencia del utilitarismo inmediato, debemos entregar tiempo y esfuerzo para revisar, entre otras muchas cosas, la vigencia de un socialismo latinoamericano forjado en el ámbito de nuestras particularidades, las de un Sur cada vez más amenazado por un Norte invasivo en lo económico y en el campo de las ideas.

Recuperemos esa tradición, sin olvidar el papel decisivo de Fidel y el Che, sin mutilarlos con citas fragmentarias y descontextualizadas. Celebremos el receso que nos regala la conmemoración del 26 sin dejar caer nuestras neuronas en sueño profundo.

Siempre es 26. Fotos: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Se han publicado 8 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Eva dijo:

    Siempre es 26. Como siempre excelente artículo de la Dra Pogoloti. Hace un resumen de la historia y un llamado a los jóvenes a entender nuestra historia y a mantener enarbolandas las banderas pensando en Cuba, que es poner el conocimiento y el quehacer diario por la prosperidad de nuestro país. A pesar de los caídos que recordaremos siempre, como dice la canción: el 26 es el día más alegre de la historia, porque fue el despertar de todo un pueblo. Seguiremos en combate, porque Siempre es 26

  • Manuel Carmenate Águila dijo:

    Veitiseis de Julio, gloria,
    en los muros del Moncada
    y página ensangrentada
    en los libros de la historia.
    Mucho más que una victoria,
    aquel asalto sería
    un grito de rebeldía
    de un pueblo frente al berdugo,
    dispuesto a quitarse el yugo
    largo de la tiranía.

    Dirigido por Fidel,
    aquel asalto al Moncada
    eternizó la mirada
    en las pupilas de Abel.
    El Caiman sobre su piel
    plasmaba aquella odisea
    y en el fusil de la idea
    hubo un proyectir mambí,
    porque Gomez y Martí
    estaban en la pelea.

    Fidel, en su autodefensa,
    luego en el jucio final,
    con la voz de la moral
    dijo lo que un pueblo piensa.
    Pronunció una frase inmensa
    que nunca se olvidará,
    renació otro Baraguá
    cuando al tribunal exhorta;
    SÏ, condenagme; No importa,
    La Historia Me Absolverá.

  • Arturo Menéndez dijo:

    Qué suerte tener entre nosotros estos grandes del pensamiento, del bien! Antes de ayer se nos fue uno de esos grandes, Fernández Retamar, que nos deja su obra, escrita y de su ejemplo, Oigamos atentamente lo que nos dice la Profesora, su sabiduría, nobleza y compromiso con los ideales que inspiran nuestro proyecto social, validan sus consejos.

  • alexander dijo:

    Muy buen artículo profesora. Como siempre nos tiene acostumbrados. Siempre digo que los problemas de Cuba se resuelven más fácil si nos quitamos de arriba los directivos que hablan más de lo que dicen. Los que adornan la hiel y al mismo tiempo no saben ni donde está la miel. Que el que esté no siga repitiendo las frases del Presidente sino ha hecho lo suficiente para apropiarse de ellas.
    Siempre será 26 porque los que triunfamos el 1º de enero de 1959 fuimos los mismos que luchamos en el 1868, en el 1895, los que combatimos en Playa Girón, resistimos todas las crisis (económicas o de misiles) y nos reímos de las leyes extraterritoriales y de todos los farsantes que viven aquí y allá de la contrarrevolución. Será 26, porque siempre será una Protesta de Baraguá y una de Los Trece. Porque ya los cubanos somos libres de pensar y de decir sin que te torturen o te asesinen.

  • Cubana dijo:

    Excelente artículo, con pensadores de la talla de la Dra. Pogolotti nos empinaremos para ratificar que Siempre es 26.

  • Leandro dijo:

    Aunque siempre es 26, aunque la Revolución cubana siempre ha tenido que desafiar poderosas fuerzas, el 26 de estos días quizás sea tan grande como aquel de 1953. Hoy estamos tomando el cielo por asalto una vez más con el apoyo mayoritario del pueblo, en momentos en que las nuevas generaciones ya ocupan un lugar privilegiado en la dirección del país y ratifican que son continuidad de las generaciones que les antecedieron, propiciando junto a la generación histórica una Revolución dentro de la Revolución, porque todos SOMOS CUBA.

  • El Triste dijo:

    Yo siempre he pensado que si somos aun mas justos en la historia y se le da a cada cual el lugar real que ocupó seremos mas dignos. Para mi siemrpe ha sido motivo de interés particular, (porque no lo enseñan en la escuela) conocer algunos de hechos notables, heroicos y decorosos de los soldados que custodiaban el cuartel, no todos eran encarnecidos asesinos, vease el caso de Braulio Coroneaux que al final se unio al movimiento y murió en combate por él, se cuenta que esta fue quien con mayor fuerza repelió el ataque de los asaltantes por su potente armamento y su vemntajosa posición.
    Acaso no hubo heroismo en algunos que murieron defendiendo su cuartel? Acaso algunos no eran decorosoos militares cubanos padres de familia? Acaso no hay hijos que perdieron sus padres luchando en lo que creían en ese moemnto como su motivo? que conste que no me refiero a los que dias despues aplastaron y asesinaron a cuanto joven le olía a revolucionario, me estoy refiriendo a los militares con decoro, que imagino aunque no lo cuente la historia que había.... Quizá contar la historia menos imparcial, la haría mas interesante aun....

  • sachiel dijo:

    Más claro, ni el agua... repliquese este llamado a la conciencia cubana, en todos los espacios posibles.

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Graziella Pogolotti

Graziella Pogolotti

Crítica de arte, ensayista e intelectual cubana. Premio Nacional de Literatura (2005). Presidenta del Consejo Asesor del Ministro de Cultura, vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y presidenta de la Fundación Alejo Carpentier.

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