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Egipto: La batalla entre David y Goliat

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Masivas manifestaciones de apoyo Mursi en el Cairo el pasado 19 de julio. Foto: EFE

Masivas manifestaciones de apoyo Mursi en el Cairo el pasado 19 de julio. Foto: EFE

La plaza Tahrir se viste de rojo, blanco y negro en lo que muchos llaman la “tercera ola de la revolución egipcia”. Un nuevo gobierno formado por el auto-denominado Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) “toma las riendas”,  mientras se esperan nuevas elecciones. Una pregunta permanece sin respuesta. ¿Qué pasaría si la Hermandad Musulmana vuelve a ganar las elecciones?

Egipto se divide. Por una parte están aquellos que luchan desde el inicio de la revolución por igualdad de derechos y oportunidades, libertad de expresión, políticas económicas viables, contra el desempleo y la corrupción que había dejado la era Mubarak y que el depuesto presidente egipcio Mohamed Mursi arrastraba. Por la otra, los seguidores de la Hermandad Musulmana (HM), movimiento que desde hace algunos años va alcanzando notoriedad en el mundo árabe, piden que sea devuelta la presidencia ganada “democráticamente”.

Al parece se desdibuja el mismo escenario que hace dos años, solo que los actores que en 2011 lograron derrocar al “último faraón”, Hosni Mubarak —y que evidentemente, muchos de ellos eligieron a los HM en elecciones presidenciales hace un año por una mínima pero clara victoria— sirvieron de pretexto para que el CSFA destituyera a Mursi, eligiera a un presidente provisional y convocara a nuevas elecciones presidenciales.

En ese sentido es inevitable pensar que Mursi no ha sabido jugar bien sus cartas. Y sus decisiones a la altura de estos días, han sido pasos en falso. La destitución de Hussein Tantawi, entonces Ministro de Defensa y jefe del CSFA, por Abdel Fatah Al-Sissi, parecía resolver las ataduras dudosas al antiguo régimen de Mubarak. No obstante, fue Al-Sissi el que dio el ultimátum a su presidencia.

Pese a que las manifestaciones en contra del presidente destituido se fundan en un marco real (ya que Mursi no logró avanzar en lo que al pueblo le hacía falta, y por lo que lo eligió) esta tercera ola de revolución, según expertos, se ha visto beneficiada por agentes externos, pasados fantasmas del régimen de Mubarak y el resto de la oposición.

El primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq, quien permanecía en Arabia Saudí tomando unas vacaciones, recibió días antes del golpe militar, al premio Nobel de la Paz, Mohamed ElBaradei. Shafiq era el candidato de la vieja guardia y los militares en las elecciones en las que ganó Mohamed Mursi. ¿Coincidencia?

Como dijo el escritor y filósofo, Santiago Alba Rico, “hay una gran diferencia entre un ejército cuyos soldados se niegan a disparar contra el pueblo y se unen a un movimiento revolucionario y una cúpula militar que da un ultimátum a un gobierno legítimamente elegido en elecciones democráticas”. El ejército de Mubarak manda, “es el pilar político y económico del Estado y su tradición es antidemocrática y pro-estadounidense”, sentenció.

DEMOCRACIA OCCIDENTAL PARA MEDIO ORIENTE

Para muchos expertos el escenario visto hace unos días en la plaza Tahrir se ha visto influenciado por factores externos. Tal y como lo vivió la Siria de los comienzos, cuando un pequeño grupo de personas que manifestaban contra Bashar al-Assad se convirtió de pronto en una fuerza insurgente con armas y explosivos. Y esto lo corroboran unos documentos publicados  por  Al Jazeera.  La democracia se exporta desde Estados Unidos, y sobre todo, tiene un precio.

Washington envió dinero para promover la democracia en la región de Medio Oriente, específicamente, financió “discretamente” a “altas personalidades de la oposición egipcia” para impulsar la destitución de Mursi. Todo mediante un programa de la gestión del premio Nobel Barak Obama.

Iniciativa de ayuda a la democracia es un programa del Departamento de Estado denominado así por funcionarios estadounidenses con el objetivo de “enderezar” a los países de la “Primavera Árabe” que terminaron con gobiernos islamistas, y que en general se oponen a los intereses de EE.UU. en Medio Oriente.

Los documentos revelados por  Al Jazeera muestran “que los activistas financiados por el programa incluyen a un oficial exiliado de la policía egipcia que conspiró para el derrocamiento violento del gobierno de Mursi, a un político antiislamista que propugnó el cierre de mezquitas,  y que se sacara por la fuerza a los predicadores, así como una serie de políticos opositores que presionaron por el derrocamiento” del presidente de la HM.

Sin embargo, el mandatario estadounidense dijo que su gobierno “no tomó partido” en la nueva crisis egipcia, y menos en la decisión que terminó con el primer presidente elegido democráticamente en ese país, y el primero en permanecer menos tiempo en el poder.

El director ejecutivo de Proyecto para la Democracia en Medio Oriente (POMED), no vaciló en decir que espera que este año se gaste una cifra similar a la comprendida en el año 2011 (65 millones de dólares). Y la tristemente célebre USAID administra 1 400 millones de dólares anuales, de ellos, 390 exactamente, para la mantención de la “democracia” en la región árabe.

Existe todo un mecanismo de estructuras gubernamentales creadas por el Departamento de Estado para “canalizar” cientos de millones de dólares del contribuyente para estos asuntos. La Oficina para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo (DRL), la Iniciativa de Asociación de Oriente Medio (MEPI) —creada por el gobierno de George W. Bush en 2002 después de los ataques terroristas del 11 de septiembre—, la Fundación Nacional por la Democracia (NED), y las dos antes mencionadas (POMED y USAID). Según los documentos revelados en el diario árabe, estas “empresas privadas” han estado detrás de todos los acontecimientos acaecidos en Egipto desde el 2008. Todo parece indicar que Mursi no es la primera víctima de estas organizaciones.

En los último cuatro años, el coronel Omar Afifi Soliman, quien perteneció a la unidad de elite de la policía de investigación en Egipto, y conocido por sus violaciones a los derechos humanos, recibió dinero de la NED para mantener una campaña difamatoria en contra de todo aquel que tenga el poder en Egipto.

“Durante ese tiempo él y sus seguidores atacaron al gobierno de Mubarak y posteriormente Soliman siguió las mismas tácticas contra los gobernantes militares que lo reemplazaron brevemente. Hace poco Soliman puso la mira en el gobierno de Mursi”, indica Al Jazeera.

La organización denominada Hukuk Al-Nas, creada por él, y de la cual es el único miembro, ha sido bien “reabastecida” durante estos últimos años por la NED, con un monto de 50 000 dólares en 2009, 60 000 en 2010 y 10 000 en 2011. No obstante, para Soliman su “dignidad” está por encima de tales valores, pues en una entrevista con el Programa de Información de Investigación en la Universidad de Berkeley criticó el bajo sueldo por sus servicios y dijo  “Obama quiere darles sumas insignificantes. No lo aceptaremos”.

Otros personajes famosos han sido subsidiados por el gobierno de Estados Unidos. La “célebre durante la batalla campal” de la constitución de diciembre de 2012, Esraa Abdel-Fatah, “llamó  a los activistas a sitiar las mezquitas y arrancar de los púlpitos a todos los predicadores y personalidades religiosas musulmanas que apoyaban la propuesta de constitución antes de que llegara a un referéndum público”. Hecho que ha permanecido desde entonces en las mezquitas y que ya ha costado la vida de varias personas en los enfrentamientos.

La mujer de 34 años pertenece al Partido Al-Dostor, nada más y nada menos que el brazo político del exjefe nuclear de la ONU Mohamed El-Baradei. Y la ONG de Abdel-Fatah ha estado recibiendo dinero de la NED, MEPI y NDI. ¿Casualidad? Semanas antes del golpe Esraa dijo a la prensa “el 30 de junio será el último día del período de Mursi”. La única falla en todo el sistema para “democratizar” la zona, y en sus declaraciones es la falta de precisión referente al último día de Mursi.

GUERRA SANTA

Egipto ha transitado por camino escabroso anteriormente,. el asesinato de un presidente egipcio en 1981 por una célula yihadista. Hecho que desembocó en un alzamiento islamista, con más de 700 muertos  a finales de 1990 y que terminó con el baño de sangre que incluyó la vida de 58 extranjeros  en Luxor en 1997.

“Sería poco prudente ignorar las semillas de una potencial guerra santa que ahora se están sembrado dada la desafortunada confluencia de los acontecimientos y las tendencias que han surgido en Egipto” estas últimas semanas, comenta el experto, Frank Gardner,

Por otra parte, las Fuerzas Armadas han recuperado la credibilidad que necesitaban para ponerse al mando, sobre todo en el contexto en el que ya se encontraba y teniendo como herramienta otra ola de descontento social. La retirada del poder de Mohamed Mursi hace que el pueblo se sienta con poder.

El ejército “debe acudir a la llamada del pueblo”, pues “su peso económico y su estrecha dependencia del status quo regional –recibe 1 300 millones de dólares anuales de los EE.UU.– solo garantizan que la lucha por las demandas revolucionarias deberá continuar como ocurrió tras la caída de Mubarak” indicó Diego Mendoza en un artículo publicado en Rebelión.

La batalla de la Hermandad Musulmana no se aleja del histórico enfrentamiento entre David y Goliat. Una guerra en que el pueblo es débil por ser el menos consolidado socialmente luego de años de lucha, pero representa un ventaja clara en estos momentos para las Fuerzas Armadas.

De momento tendremos que esperar a ver cómo se desenvuelven los militares y este nuevo “gobierno provisional” en lo que llegan las elecciones. ¿Habrá un enfrentamiento “santo” entre los partidarios de Mursi y el principal bastión del antiguo régimen (CSFA)? ¿Llegarán al poder los Hermanos Musulmanes en unas próximas elecciones presidenciales? ¿Permitirá esto la Cúpula Militar egipcia?...

Partidarios de Mursi permanecen en El Cairo. Foto: EFE

Partidarios de Mursi permanecen en El Cairo. Foto: EFE

Mohamed El-Baradei. Foto: EFE

Mohamed El-Baradei. Foto: EFE

General Abdel Fattah al-Sisi al lado del depuesto presidente Mursi

General Abdel Fattah al-Sisi al lado del depuesto presidente Mursi.

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L Eduardo Domínguez

L Eduardo Domínguez

Graduado de Comunicación Social en la Universidad de la Habana. Miembro del Staff de Cubadebate y fundador de la sección Canal USB. Analista de las TICs, Medios y Periodismo.

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