Imprimir
Inicio »Opinión  »

La política exterior de la Revolución Cubana: Independiente, soberana, creativa y solidaria

| 1

Palabras de agradecimiento en la entrega del título de Doctor Honoris Causa del Instituto Superior de Relaciones Interncionales-ISRI- el 12 de febrero de 2008. Aula Magna, Universidad de La Habana.

El tema que he escogido para pedirles la atención unos minutos tiene relación, por supuesto, con el honroso título que se me otorga. Se trata de una  ojeada a  algunos capítulos significativos de la política exterior de la Revolución, de las iniciativas de Cuba y las respuestas que se han dado a las acciones agresivas de nuestros enemigos, que es un tema de mucha actualidad a pesar de sus años de existencia.

Como nadie ignora, nuestra política exterior ha sido independiente de cualquier ingerencia, alimentada por los principios revolucionarios de la defensa de nuestra soberanía y ha sido también creativa y solidaria. No olvidemos que a los cinco meses de bajar de la Sierra Maestra Fidel Castro viajó a Buenos Aires para asistir a una reunión del llamado Comité de los 21 de la Organización de Estados Americanos y propuso que para lograr el desarrollo económico de América Latina era necesario un financiamiento de 30 000 millones de dólares en un plazo de diez años mediante financiamiento público, que era el método empleado por los Estados Unidos en Europa y el Medio Oriente , y que podía hacer lo mismo en nuestro continente.

Ese mismo año 1959 en la Asamblea General de las Naciones Unidas Cuba lanzó la idea de convocar una conferencia de países de Asia, África  y América Latina  para celebrarse en la Habana , con el fin de tratar sobre la estabilización de los producto básicos, la expansión del comercio mundial, medidas de integración económica regional, reforma agraria, industrialización, ayuda técnica y fortalecimiento de las instituciones de crédito internacional. Esa conferencia de los tres continentes hubiera antecedido a la constitución del Movimiento de Países No Alineados en 1961, a la formación del Grupo de los 77 en 1964 y se hubiera adelantado en trece años al examen en Naciones Unidas de la Carta de los Derechos Económicos y Sociales de los Estados, ya que el evento propuesto por Cuba contemplaba como objetivo central un documento que recogiera los derechos económicos de los pueblos.  Recordemos también que en 1961  Cuba fue el único país latinoamericano que asistió como miembro pleno a la constitución del Movimiento de Países No Alineados y logró que se tomara un acuerdo sobre la devolución a Cuba del territorio ocupado por la Base Naval de Guantánamo, Movimiento que hoy presidimos y que es otra muestra del prestigio de la Revolución, signo, asimismo, de la prioridad que se le da a las relaciones con el llamado Tercer Mundo. Todo esto sucedió cuando la Revolución estaba dando sus primeros pasos, pero ya nuestra diplomacia acumulaba la experiencia de tener que enfrentar las intrigas de los enemigos de Cuba. Si refrescamos la memoria tengamos presente cómo se combatió  aquella iniciativa de Fidel en Buenos Aires calificándola Washington de irrealizable y después, en cuanto a la iniciativa de la conferencia planteada por Cuba en las Naciones Unidas se presionó a la mayor parte de los países latinoamericanos para que no concurrieran. Jefes de Estado o Cancilleres que habían acogido con simpatía  la iniciativa, a los pocos días comunicaban que no podían asistir a la reunión después de alguna llamada del Departamento de Estado de Washington y puedo afirmarlo porque fui testigo de esas acciones por estar en la delegación que recorrió el Continente. Recuerdo que al abandonar una capital donde nos daban la bienvenida para la idea de Cuba, al llegar a otra recibíamos la noticia de que lo que nos habían dicho días antes ya no tenía ningún valor. Como fui testigo del  empleo de los fondos de aquel plan de Kennedy, Alianza para el Progreso -que no estaba destinado al desarrollo económico de América   Latina  como la proposición de Fidel en Buenos Aires sino a proyectos que dejaban intacta las raíces de la situación existente-, que sirvieron para conseguir votos en una conferencia de la OEA en Uruguay para separar a Cuba ilegalmente de ese organismo regional.

Después de aquellas pruebas hemos recorrido un largo camino enfrentando todo tipo de retos y situaciones muy complejas pero nunca se ha perdido el rumbo. En todo momento, en cualquier circunstancia, se ha sido  firme en la defensa de los principios que alimentan nuestra Revolución, inflexible en la determinación de defender la soberanía nacional  e intransigente en la adhesión a las normas internacionales. Nuestra política exterior ha estado vinculada a las más genuinas aspiraciones de nuestro pueblo. Siempre se ha abogado por un trato justo para todos los países y se ha defendido la aplicación de los verdaderos derechos humanos. No se ha rehuido ningún enfrentamiento, hemos sido solidarios de un modo efectivo con pueblos que han luchado contra el colonialismo y dado ayuda según nuestras posibilidades.

Por defender esa causa, diplomáticos nuestros han sido asesinados y nuestras embajadas han sido blanco de actos de terrorismo. Se ha enfrentado toda clase de provocaciones. Hoy los jóvenes que ingresan en la carrera diplomática salen a la palestra bien equipados y conociendo las lecciones que hemos aprendido de la larga lucha contra enemigos poderosos, pero sobre todo, cuentan con la fuerza que se extrae de la reserva de dignidad que tenemos en nuestra patria.

Se ha dicho y creemos que no es exagerado afirmar que aquellos agentes diplomáticos del gobierno cubano en armas que salieron al exterior durante las guerras de independencia son los precursores de los diplomáticos que defienden la Revolución, y como aquellos, han tenido que enfrentar las mismas intrigas de los gobiernos de los Estados Unidos y sus aliados de esta parte del mundo y de allende los mares. En esta guerra de independencia que hoy libra nuestro pueblo se repite lo sucedido en las del siglo XIX, cuando también los revolucionarios cubanos recibieron el apoyo de gobiernos latinoamericanos y otras cuando se acogió nuestra causa con indiferencia y aún con hostilidad, pero entonces y ahora los pueblos estuvieron a nuestro lado.

Y aprovechando que estamos en este recinto donde descansaron los restos mortales de Raúl Roa, afirmemos que en este combate sin tregua se alza su figura respetada y querida. Su actuación en el campo de las relaciones internacionales de la Revolución es un ejemplo permanente para todos los diplomáticos.

Los compañeros que se están iniciando en la diplomacia deben tener en cuenta que si es imprescindible estar al tanto de la situación internacional es igualmente importante conocer a fondo lo que sucede en nuestro país, de las aspiraciones de nuestro pueblo porque, repetimos, nuestra diplomacia se mantiene con brío porque ha nacido de sus mismas entrañas. La política exterior siempre ha estado en sintonía con las palpitaciones que se registran en las calles de nuestras poblaciones, respaldando la demanda de un sistema económico internacional justo, la aspiración de hacer realidad el ideal de la integración de América Latina, como cuando se defienden medidas de desarme y, por supuesto, la lucha diplomática contra el criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a nuestra Isla por los Estados Unidos, bloqueo, me permito recordar, que es una idea expresada en los círculos íntimos de la Casa Blanca antes de que se estableciera oficialmente. Ya el 25 de enero de 1960, el presidente Eisenhower, en una reunión en su despacho con representantes del Departamento de Estado, expresó que si la OEA no lo ayudaba a expulsar a Castro, entonces habría que imponerle a Cuba un bloqueo económico porque, añadió,  "si el pueblo de Cuba pasa hambre entonces arrojará a Castro del poder", y dos meses después, el l7 de marzo, en otra reunión en su oficina pero esta vez con los jefes de la Agencia  Central de Inteligencia, ordenó los preparativos para la invasión de Playa Girón que llevó a cabo su sucesor Kennedy, y el 9 de julio de ese año 1960 invocó la difunta Doctrina Monroe contra Cuba para justificar una agresión, doctrina que como sabemos, la resucitan o la olvidan según su conveniencia. Ya desde fecha tan temprana, se gestaba la política agresiva contra nuestro país y desde esa fecha la diplomacia revolucionaria ha estado en la vanguardia en la lucha contra la política imperial.

La política exterior de la Revolución se basa en principios éticos. Puede exhibir, y lo citamos como un ejemplo entre muchos, la lucha contra el terrorismo. Cuba fue uno de los primeros países que condenó los todavía no bien aclarados actos terroristas del 11 de septiembre en Nueva York. En la antigua Comisión de Derechos Humanos la representación cubana fue abanderada en denunciar los crímenes de los gobiernos militares del sur del Continente cuando muchos callaban, porque cuando los violadores son regímenes apadrinados por Washington los derechos humanos son irrelevantes. Cuba ha ratificado los instrumentos internacionales contra el terrorismo y coopera con las Naciones Unidas en todos los esfuerzos que se hacen para combatir ese flagelo. Y esa política ha sido continuada hasta hoy, combatiendo en los foros que examinan los derechos humanos en el mundo, las violaciones contra los pueblos que se cometen no importa la ubicación geográfica del escenario en que tienen lugar. Cuba ha suscrito por propia iniciativa instrumentos internacionales como el pacto sobre derechos económicos, sociales y culturales, sobre los derechos civiles y políticos, y aceptado los mecanismos de los órganos de derechos humanos. En fecha que data de muchos años invitó a nuestro país a una comisión del antiguo organismo de los derechos humanos que se entrevistó libremente con reclusos sobre los cuales tenía interés.

Y como la memoria es importante citemos aquellos pronunciamientos de Fidel en defensa de los intereses nacionales cuando el epílogo de la Crisis de Octubre con motivo del resultado de las negociaciones exclusivas entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, aquellos Cinco Puntos que expresaron lo que nuestro país  consideraba justo y  correcto para clausurar aquel episodio de una forma digna y extinguir de raíz las causas de la crisis, que era la política de agresiones de los Estados Unidos contra Cuba y demandó el cese de toda actividad subversiva contra nuestro país, el cese del bloqueo económico y la devolución del territorio ocupado por la base naval de Guantánamo. La Historia nos ha dado la razón.

Esos son episodios de nuestra gesta, no elogios desmedidos de hechos sucedidos a lo largo de todos estos años de enfrentamiento con nuestros enemigos, hechos que no se pueden borrar y que responden a una conducta aún vigente que tendrá siempre una  respuesta adecuada a expresiones de una política fracasada pero peligrosa. Como fue también una expresión de la independencia de la política exterior la negativa a firmar el Tratado de Moscú suscrito por nuestro aliado y nuestro enemigo, referente a la prohibición parcial de las pruebas nucleares porque uno de los firmantes llevaba a cabo una política agresiva contra nuestro país.

La política exterior cubana, de la cual nuestros diplomáticos son sus voceros, ha sido una parte sustancial de la Revolución porque el proceso de transformaciones que ha tenido lugar, por ser un ejemplo, tiene proyecciones universales y su defensa no tiene fronteras. Una muestra del alcance de esa política la tenemos también en los médicos, educadores, deportistas y otros colaboradores que actualmente, en todo el mundo, están brindando su solidaridad a otros pueblos y que son ejemplos vivos de esa política exterior revolucionaria que se puede comparar favorablemente con cualquier otra, sobre todo, y en primer lugar, con la de nuestros enemigos que, como sabemos, apela a todos los medios,  hasta el asesinato de sus adversarios, para conseguir sus propósitos. Es una historia bien sabida aunque hay que rememorarla a veces para  extraer experiencia de ella y estar siempre alerta. Posteriormente a  aquella campaña de dejar a Cuba desamparada se han sucedido toda clase de presiones para ahogarla económicamente y se ha dado respuestas a todas esas agresiones. El prestigio de la Revolución ha crecido, Cuba tiene hoy más relaciones diplomáticas en el mundo que antes. En el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que es su órgano mas representativo, cada año obtiene más respaldo de la comunidad internacional para solicitar el cese del criminal bloqueo de los Estados Unidos. No podemos dejar de consignar que recientemente después que el Presidente de los Estados Unidos hizo un llamado a la violencia para terminar con la independencia de Cuba e invitó a todos los países a que se sumaran al bloqueo, la Asamblea General aprobó por una aplastante mayoría, una resolución por la que la comunidad internacional demanda el cese del bloqueo y días después , y también por una gran mayoría, la Comisión de Asuntos Socio-Humanitarios de la Asamblea General eliminó definitivamente el mandato que Estados Unidos había impuesto contra Cuba en la antigua Comisión de Derechos Humanos. Simultáneamente crece también el número de países que firman acuerdos comerciales y económicos con Cuba, pero sobre todo, crece la solidaridad con la lucha de nuestro pueblo en la misma medida que se impulsan las presiones políticas, económicas, psicológicas, militares y de propaganda contra nuestra Revolución. Cada día los Estados Unidos están más aislados en su política contra el pueblo cubano. Han pasado muchos años y esa política no ha logrado lo que se propone. No hay dudas de que es un mérito que se ha ganado porque en la Historia nunca un fracaso se ha extendido por tanto tiempo.

Nuestra política exterior, repetimos, ha seguido una ruta invariable, patriótica y abierta, responsable y seria. Un ejemplo de actualidad es lo expresado recientemente por el compañero Raúl Castro de que se está en disposición de discutir en pie de igualdad el diferendo con el Gobierno de los Estados Unidos, lo que el Gobierno Revolucionario ha repetido en otras ocasiones y en distintos escenarios. En fecha tan temprana como noviembre de 1959, nuestro Gobierno, en una nota diplomática, expresó que el pueblo cubano deseaba convivir en paz y amistad e incrementar sus relaciones diplomáticas y económicas con el Gobierno y pueblo de los Estados Unidos sobre la base del respeto mutuo y de recíproco beneficio. Esa es la única ruta a seguir, como todos sabemos, porque Cuba es un país soberano e independiente.

Y ya termino. He cumplido sencillamente con mi deber y he tenido la suerte de que mi labor diplomática coincidiera con etapas de nuestra historia de una significación extraordinaria a lo largo de estos años de cambios profundos  en nuestro país para consolidar una justicia social para nuestro pueblo y estar en una trinchera junto a otros compañeros defendiendo nuestra independencia en el escenario internacional.

Se han publicado 1 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Andrea Fernández dijo:

    Me pareció interesantísimo el artículo publicado por el autor. Estoy en un proyecto de investigación en la universidad, y me gustaría tratar sobre la Política Exterior Cubana después de la Revolución, para lo cual sería de gran utilidad contactar al Doctor Carlos Martínez. ¿Hay algún correo al cual pueda escribirle? Agradezco su colaboración.
    Saludos!

Se han publicado 1 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Carlos Martínez

Carlos Martínez

Periodista español, editor de la sección "Conocimiento libre" del diario Rebelión.

Vea también