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PETROCARIBE

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La reciente cumbre de Petrocaribe, celebrada la semana pasada en Cienfuegos, Cuba, es un nuevo éxito de la diplomacia pública del régimen socialista venezolano.  Mediante la aplicación de esta praxis, que en este caso concreto incluyó, entre otros, la acción de una fuerza de tarea conformada por expertos en relaciones internacionales y en asuntos energéticos, el gobierno ha logrado integrar en un proceso cooperativo a las naciones asentadas en el istmo centroamericano y el archipiélago de las Antillas.  Se trata de comunidades gobernadas por regimenes que abarcan casi todo el espectro político-ideológico presente en la modernidad, pero al menos con dos factores comunes importantes: su inestabilidad política y su condición de subdesarrollo.  No se ha intentado con este esfuerzo imponer un modelo de conducta política a los gobiernos de ese ámbito geoestratégico, mediante la presión económica, militar o psicológica.  Se han respetado las modalidades de gobierno de cada Estado, propias de los niveles de desarrollo de las culturas políticas de sus poblaciones, para resaltar en ellas -fin de la diplomacia pública- el valor de la cooperación en el ascenso humano.  Un hecho que coloca a Venezuela como una referencia en esas formaciones sociales, en contraste con la que ofrece el Imperio, con su comportamiento centrado en el uso coercitivo del poder en el marco de situaciones conflictivas.

Así Petrocaribe se constituye en la antitesis del Plan Puebla-Panamá desarrollado por Washington. Un proyecto para la dominación de estos espacios por el capital globalizado, ligado al control de las reservas energéticas del área, que incluye la contención policial-militar de los movimientos populares.  Con la idea de Petrocaribe se ha introducido en la población de la región un tema crucial de la política internacional, con lo cual la negociación no es únicamente entre gobiernos, incluye los grupos subnacionales beneficiados directa o indirectamente con el proyecto.  Un hecho de gran valor en un marco donde las comunicaciones son el factor importante para la formación de la opinión pública, y esta es casi determinante en la orientación de las políticas gubernamentales.  Lógicamente como en la diplomacia convencional, la forma del mensaje es básica.

En este caso concreto, la fuerza de tarea que adelantó el proyecto -un ejemplo de estructura adhocrática- sustituyó eficazmente la burocracia diplomática.  Y haciéndolo se colocó en modelo para la actuación internacional del Estado socialista venezolano.  Sin dudas es la manera de romper el cerco que le pretende imponer el Imperio virtual del capitalismo a la nación venezolana en su afán de lograr su autodeterminación.  Con una costosa y pesada diplomacia convencional, este significativo suceso se hubiese perdido en negociaciones eternas, favorecedoras de las empresas de turismo transnacionalizadas, como ha venido ocurriendo, por ejemplo, con el problema del desarrollo sustentable de los espacios residuales de la inmensa región amazónica.  

 

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Alberto Müller Rojas

Alberto Müller Rojas

Catedrático, militar y político venezolano.